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Tema: Pseudoveltíosis natanatórica

  1. #241
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 212]
    El hecho de que la religión judaica (el judaísmo) no desapareciera tras la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 y la subsiguiente desaparición del sacerdocio, se debió presumiblemente a que siglos atrás, durante el exilio en Babilonia, o quizás poco después, los judíos habían comenzado a dar mucha importancia a la adquisición del conocimiento de la Ley. Construyeron centros de instrucción llamados “sinagogas”, y de allí en adelante sólo iban al Templo en ocasiones especiales y para ofrecer sacrificios. De modo que, para el siglo primero de nuestra era, había llegado a ser bastante normal practicar la adoración en las sinagogas; y después de la destrucción del Templo, en el año 70, parece que la opinión general se decantó hacia la idea de que éste había sido reemplazado por el culto en las sinagogas. Entonces, en lugar del sacerdocio, ya inexistente, se empezó a dar relevancia a una serie de maestros a los que se llamó “rabíes”. Dado que los saduceos se habían extinguido como grupo activo y los esenios habían desaparecido, los fariseos permanecieron como los líderes religiosos indiscutibles. Ellis Rivkin, del Colegio de la Unión Hebrea, explica la influencia que ejercieron así: “La ley oral de los fariseos dio origen a la Mishna, al talmud palestiniano y al babilonio, a la responsa gaónica, medieval y moderna, así como a los diversos códigos de la ley judía”. La Nueva Enciclopedia Británica añade a esto: “Incluso hoy día, todos los diversos grupos judíos, sean ortodoxos, conservadores o reformistas, afirman ser descendientes espirituales directos de los fariseos y de los sabios rabínicos”. Ya antes del año 70 de nuestra era, millones de judíos vivían fuera de Palestina, principalmente en Siria, Asia Menor, Babilonia y Egipto. Sin embargo, después del año 70, todos los judíos sobrevivientes fueron totalmente desarraigados y dispersados para vivir en la Diáspora, palabra derivada de un término griego que significa “dispersión”. Aun en estas circunstancias, muchos retuvieron la esperanza de autodeterminación bajo un venidero Mesías. El líder judío Bar Kokba, quien encabezó sin éxito una gran rebelión contra Roma en el año 132, resultó ser un mesías falso. Según La enciclopedia Judaica, desde entonces, hasta el año 1744. aparecieron 28 falsos mesías.

  2. #242
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 213]
    Habida cuenta de que los judíos del primer siglo de nuestra era esperaban a un Mesías militante, un guerrero teocrático que devolviera como mínimo a Israel el esplendor de la gobernación salomónica, las enseñanzas de Jesucristo y sus milagros sorprendían a la gente pero no la convencían de su legitimidad como el verdadero Mesías prometido. No obstante, algunos pusieron fe en él, pues razonaban y decían: “Cuando venga el Cristo (se sobreentiende: El Mesías), ¿acaso va a hacer más señales (se sobreentiende: No podrá presentar más evidencias) que este hombre?” (Evangelio según Juan, capítulo 7, versículo 31; Nueva versión internacional de la Biblia, Castilian). Ahora bien, la presión cultural y social ejercida por el judaísmo sobre los hebreos de la época era tan insistente y pesada que no sólo impedía a los afectados pensar claramente y sin prejuicios, sino, incluso, podía hacer dudar a algunos seguidores del Maestro que se hubieran permitido la licencia de distraer la mente con la propaganda del entorno; y de hecho, por este motivo, hubo discípulos de Jesús que acabaron dándole la espalda al verdadero Mesías. Es por esto que Jesucristo advirtió a sus seguidores: “Tengan cuidado que nadie los engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a mucha gente” (Evangelio según Mateo, capítulo 24, versículos 4 y 5; Versión popular de la Biblia, también denominada “Dios Habla Hoy”, de 1996).

  3. #243
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 214]
    La sagrada escritura contiene varios indicios de que hubo personas judías del primer siglo de nuestra era, sumamente devotas, que al principio tenían un concepto y unas expectativas bastante desacertadas acerca del Mesías; eran unas expectativas que sólo Dios, en su bondad y misericordia para con los seres humanos que buscan sinceramente la verdad, podía reconducir de manera que finalmente alcanzaran una interpretación fidedigna que les evitara la confusión espiritual. Por ejemplo, acerca de los primeros días de la vida de Jesús recién nacido, el evangelista Lucas escribe lo siguiente: «Al cumplirse los ocho días (se sobreentiende: Ocho días de edad) para que fuera circuncidado el niño (se sobreentiende: José y María, los padres del niñito, siguiendo una ordenanza de la Ley mosaica, fueron a circuncidar a Jesús), llamaron su nombre Jesús (se sobreentiende: Le pusieron por nombre Jesús), porque así fue llamado por el ángel antes que fuera concebido en el vientre (se sobreentiende: Un ángel llamado Gabriel, meses atrás, se apareció a María y le especificó que el nombre del futuro bebé debería ser Jesús). Al cumplirse los días de la purificación de ellos según la ley de Moisés, trajeron al niño a Jerusalén para presentarlo ante Yahweh, tal como está escrito en la ley de Yahweh: “Todo varón que abra matriz será llamado Santo de Yahweh”, y para ofrecer sacrificio según lo escrito en la ley de Yahweh: “Un par de tórtolas o dos palominos”. Y había cierto varón en Jerusalén que tenía por nombre Simeón. Éste era un varón recto y justo que esperaba la consolación de Israel (se sobreentiende: Esperaba que Israel fuera liberado de su servidumbre a las naciones gentiles, en este caso a Roma), y el Espíritu Santo estaba sobre él. A él le había sido dicho por el Espíritu Santo que no vería la muerte hasta que viera al Cristo de Yahweh. Éste, movido por el Espíritu, llegó al templo, y cuando los padres trajeron al niño Jesús para hacer con él según lo ordenado por la ley, él lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo: “Ahora, Señor mío, permite que tu siervo se vaya en paz, según tu palabra, porque he aquí que han visto mis ojos tu misericordia, la cual preparaste en presencia de todos los pueblos: Luz para revelación a los gentiles, y gloria para tu pueblo Israel”. Y José y María estaban asombrados por las cosas que se decían de él (se sobreentiende: Estas palabras permitían acariciar la idea tradicional, es decir, que el futuro Mesías, o este niñito, sería un libertador del pueblo). Habiéndolos bendecido Simeón, dijo a su madre María: “He aquí que éste ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para señal de controversia, a fin de que sean revelados los pensamientos de los corazones de muchos (se sobreentiende: Ahora, con estas expresiones proféticas, el anciano Simeón estaba aclarando que el verdadero Mesías, lejos de traer liberación a la nación israelita, como la mayoría esperaba, iba a servir de controversia de cara a poner de manifiesto las verdaderas motivaciones que había en los corazones de la gente de su generación, de tal manera que en los tribunales celestiales quedara claro quiénes componían la simiente de la mujer simbólica y quienes no); y una lanza traspasará tu misma alma (se sobreentiende: Tales palabras, dirigidas a María, vaticinaban lo que esta madre habría de esperar en el futuro, a la vuelta de pocas décadas, a saber, un gran sufrimiento emocional cuando viera que su hijo habría de ser muerto a la manera de un vulgar asesino). Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad avanzada y había vivido siete años con su marido desde que se casó. Era una viuda de ochenta y cuatro años, y no se apartaba del templo y servía estando en ayuno y oración día y noche. Y también en ese preciso momento ella se encontraba presente dando gracias a Yahweh, y hablaba de él (se sobreentiende: Hablaba del niño Jesús, como muy bien aclaran muchas otras Biblias) a todos los que esperaban la redención (se sobreentiende: Liberación, mediante el pago de un sacrificio expiatorio que los judíos asociaban con los holocaustos ofrecidos en el Templo) de Jerusalén» (Evangelio según Lucas, capítulo 2, versículos 21-38; Nuevo Testamento, Biblia Peshitta).

  4. #244
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 215]
    Para poder entender coherentemente toda la cuestión mesiánica, a la luz de lo que dicen las sagradas escrituras, es fundamental tener presente que los principales actores del drama son seres inteligentes invisibles al ojo humano. En efecto, en los tribunales celestiales el gran debate giraba en torno a si la natulaleza de las criaturas que Dios ha creado a su imagen y semejanza, a saber, los ángeles y los seres humanos, poseen realmente una naturaleza altruísta o no, con lo cual, implicatoriamente, se cuestionaría no sólo la naturaleza supuestamente altruísta de dichas criaturas sino incluso la propia naturaleza del Hacedor de tales criaturas, que hipotéticamente las creó a su propia imagen. De manera que si no es posible probar dicho altruísmo, entonces habría que darlo como ficticio o aparente, no real. Éstas son las cuestiones que el Diablo hizo surgir en Edén, cuando, según el Génesis, tentó a Eva afirmando que Dios estaba reteniendo egoístamente de ella y de su esposo Adán un tipo de sabiduría que podría abrirles los ojos del entendimiento de manera ilimitada. En otras palabras, Satanás estaba dando a entender que Dios no estaba dispuesto a compartir con sus criaturas inteligentes determinados niveles de conocimiento, a fin de mantenerlas en un grado de ignorancia lo suficientemente efectivo como para que éstas no pudieran amenazar su estatus de Soberano universal. Evidentemente, tal entredicho levantado por el Diablo sólo podía resolverse, de manera convincente, mediante la gestión judicial del mismo en los tribunales celestiales. También la sagrada escritura se detiene en el caso del patriarca Job, cuyo altruísmo fue duramente cuestionado por el Diablo y finalmente desembocó en un resultado inesperado: en bofetada contra este ángel perverso. Consecuentemente, parece que con Job se probó, en los tribunales celestiales, que al menos había una criatura inteligente altruísta, Job, lo cual presuponía que Dios debía ser el modelo de altruísmo insuperable. Sin embargo, al ser Dios tan altruísta, cabría la posibilidad de que admitiera en la descendencia de la mujer simbólica a seres no tan altruístas, o dudosamente altruístas. O sea, la derrota satánica era parcial, pues por una parte se probó que Dios es sumamente altruísta y algunas de sus criaturas inteligentes también son altruístas, como consecuencia de haber desarrollado su naturaleza altruísta a la imagen y semejanza del Creador; pero, por otra parte, y dado que no todos los seres inteligentes evidencian una conducta altruísta, se ponía en duda la aceptación (en el seno de la simiente de la mujer simbólica) de cualquier persona que no hubiera dado suficientes muestras de altruísmo natural. Esto último parece que está de acuerdo con lo que se dice en el Apocalipsis con relación al Diablo: “Ahora ya ha llegado la salvación (se sobreentiende: Se trata de un suceso en el futuro distante con respecto al tiempo en que fue escrito el Apocalipsis), el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo (se sobreentiende: Un día del futuro en el que, zanjada la cuestión judicial universal causada por la rebelión satánica y que se gestiona en los tribunales celestiales, el Cristo actúa con potestad libertadora o poderes mesiánicos plenos), porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos (se sobreentiende: El Diablo es el gran acusador o el gran generador de dudas, que cuestiona ante los tribunales celestiales que alguien pueda ser admitido dentro de la descendencia de la mujer simbólica, que es un colectivo o descendencia compuesta exclusivamente de seres altruístas), el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios (se sobreentiende: Un acusador incesante, que levantaba su voz en los tribunales celestiales presididos por Dios). Ellos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero (se sobreentiende: Gracias al sacrificio expiatorio de Jesucristo) y a la palabra de testimonio que dieron (se sobreentiende: A la evangelización), porque despreciaron su vida ante la muerte (se sobreentiende: Estuvieron dispuestos a ser mártires)” (Apocalipsis, capítulo 12, versículos 10 y 11; Biblia de Jerusalén de 1975).

  5. #245
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 216]
    Evidentemente, cuando Jesús estuvo en la Tierra no podía actuar como uno de esos mesías libertadores de la gente en general, pues la mayoría de las personas de su época pertenecían, aun sin saberlo, a la descendencia de la serpiente. Por lo tanto, su actuación mesiánica tenía que facilitar primero la identificación de las motivaciones dominantes de los individuos a los que deseaba ayudar, en cuanto a si éstas eran altruístas o egoístas; y después de eso habría de enseñar a los descarriados el camino de reconciliación con Dios, es decir, la forma de entrar y permanecer en el seno del colectivo que compone la simiente de la mujer simbólica (el grupo de personas que se apega a la guía divina y rechaza la guía satánica). Esta misión mesiánica prioritaria, con la cual Jesucristo vino a la Tierra, era inconcebible incluso para Juan Bautista y los apóstoles; pero poco después de la resurrección de Jesucristo, sus seguidores empezaron a entenderla gradualmente. Los evangelios indican que durante el tiempo en que Juan el Bautista realizaba su obra proclamatoria, muchos judíos se preguntaban si él era el Cristo. Pero, a diferencia de algunos falsos mesías que incitaron a la gente a revelarse contra Roma (sin haberse asegurado previamente de contar con el respaldo del Todopoderoso), el Bautista era humilde y reconoció públicamente que él no era el esperado libertador al decir a los israelitas: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias” (Evangelio según Lucas, capítulo 3, versículo 16; Biblia de Jerusalén de 1975). Sin embargo, a pesar de que contempló el cielo abrirse y descender el "espíritu santo" en forma de paloma sobre la cabeza de Jesús al tiempo del bautismo de éste, posteriormente, cuando fue recluido en prisión por orden de Herodes, envió a unos discípulos suyos a preguntar a Jesucristo: “¿Eres tú el que ha de venir (se sobreentiende: El mesías prometido), o hemos de esperar a otro” (Evangelio según Mateo, capítulo 11, versículo 3; Biblia de Jerusalén de 1975). Es probable, pues, que Juan quisiera saber si Jesús sería quien haría realidad el sueño judío de libertad. Igualmente, los apóstoles también tenían una idea equivocada de lo que haría el Mesías. Por ejemplo, en cierta ocasión, cuando Jesús trató de explicarles que la misión terrestre del Mesías incluía sufrir, morir y ser resucitado, sucedió lo siguiente: «Entonces Pedro se llevó a Jesús aparte y lo reprendió por hablar así. Le dijo: “Eso no puede sucederte, Señor. Que Dios nunca lo permita”» (Evangelio según Mateo, capítulo 16, versículo 22; La Biblia en Lenguaje Actual). Evidentemente, Pedro (y, por extensión, los demás apóstoles y discípulos) era incapaz de entender cómo podría ser posible que Dios enviara a su Libertador con una misión tan absurda (desde su miope punto de vista, claro está). Hacia el final de su vida terrestre, Jesús fue a Jerusalén para celebrar la Pascua y las multitudes salieron a recibirlo y lo aclamaron rey de Israel. Pero sólo unos días después, Jesús fue condenado a muerte y ejecutado. Y, tras la ejecución, dos de sus discípulos manifestaron su pesar con estas palabras: “Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Pero ya hace tres días que murió” (Evangelio según Lucas, capítulo 24, versículo 21; La Biblia en Lenguaje Actual).

  6. #246
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 217]
    Por consiguiente, las ideas preconcebidas, la presión sociocultural y la amenaza de ser considerado un hereje religioso impidieron a muchas personas del siglo primero reconocer a Jesús como el verdadero Mesías prometido. Pero para los que no se dejaron engañar ni intimidar por el alboroto de los insensatos, a saber, para los auténticos discípulos cristianos, para éstos, se fue revelando poco a poco el maravilloso propósito divino con relación al Mesías y también el papel fundamental que jugó Jesucristo en el desarrollo de tal propósito. Además, conforme de aproximaba la fatídica fecha en la que estalló la Gran Revuelta Judía contra Roma, en el año 66, las siguientes palabras del Maestro de Nazaret, que daban cierre a su famoso Sermón de la Montaña, cobraron una importancia capital: “El que escucha lo que yo enseño y hace lo que yo digo, es como una persona precavida que construyó su casa sobre piedra firme. Vino la lluvia, y el agua de los ríos subió mucho, y el viento sopló con fuerza contra la casa. Pero la casa no se cayó, porque estaba construida sobre piedra firme. Pero el que escucha lo que yo enseño y no hace lo que yo digo es como una persona tonta que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, y el agua de los ríos subió mucho, y el viento sopló con fuerza contra la casa. Y la casa se cayó y quedó totalmente destruida” (Evangelio según Mateo, capítulo 7, versículos 24-27; La Biblia en Lenguaje Actual). Inmediatamente después de la muerte de Jesús, aumentaron las protestas antirromanas y la aparición de movimientos mesiánicos en Judea y Galilea. Con ello, también aumentaron las algaradas y revueltas. Un gran jefe de bandidos, de nombre incierto, fue capturado en el 44 y su banda quedó disuelta. Poco después apareció un tal Teudas, otro supuesto mesías, quien congregó a grandes masas antirromanas en las riberas del Jordán; y como muestra de que Dios estaba con ellos prometió dividir las aguas del río como antes lo había hecho Moisés con el Mar Rojo; pero Dios no lo secundó y las aguas no se dividieron, y el gobernador Cuspio Fado envió un destacamento de caballería que lo prendió y lo decapitó, dispersando a sus seguidores tras haber matado a bastantes de ellos. Algún tiempo despues, un motín antirromano de graves consecuencias se produjo en Jerusalén en la Pascua del año 50, tras observar la multitud que un soldado romano de los que vigilaban el entorno del Templo se mofó del santuario y del pueblo elegido dirigiendo estentórea y públicamente sus ventosidades naturales contra los fervorosos peregrinos; hubo revuelta, contraataque de los romanos, huida atropellada de la multitud y más de 3.000 muertos. En el 52 se produjo una revuelta casi general dirigida por un tal Eleazar hijo de Dineo, un “bandido” que llevaba más de 20 años en las montañas y hacía víctimas principalmente entre los romanos y los prorromanos; pero el procurador Ventidio Cumano logró matar a muchos de los seguidores de este Eleazar, aunque la revuelta prosiguió y se extendió por toda Judea; en consecuencia, tuvo que intervenir el legado de Siria, con nuevas ejecuciones y represiones cruentas; sin embargo, el gobernador que sustituyó a Cumano, Félix (quien, según los Hechos de los apóstoles, presidió en Cesarea varias audiencias judías contra Pablo y finalmente lo envió a Roma para ser juzgado por César), fue el que acabó finalmente con la rebelión al capturar a Eleazar, enviarlo a Roma, para muerte y escarmiento, y continuar con la política de ejecuciones y severos castigos. Aparte de otros movimientos más pequeños pero constantes, en el año 55 apareció un judío, un hipotético profeta, que habitaba en Egipto, denominado por ello “El profeta egipcio”; congregó a varios millares en el desierto y luego se dirigió a atacar Jerusalén; pero fue fácilmente liquidado por los romanos, junto con muchos de sus seguidores.

  7. #247
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 218]
    Al adentrarnos en los años 60-66, inmediatamente previos a la Primera Gran Revuelta judía, los judíos habían convertido en un mito religioso la idea del mesías libertador. El explosivo aumento de la corrupción opresiva del poder romano en Judea, aunado a un paralelo y progresivo pudrimiento moral de los líderes religiosos judíos (maestros de la ley mosaica y sacerdotes), harían que las ideas populares de un mesías humano dotado de poderes casi divinos, un adalid político-militar, que liberaría por fin a Israel de la opresión extranjera gracias a la ayuda celestial, fueran tomando cada vez más relevancia hasta asentarse en la mente colectiva como una especie de leyenda épica y profética que estaba próxima a realizarse. Es por eso que el aparecimiento de individuos con aires mesiánicos, que prometían un cambio casi repentino de las condidiones económicas y sociales, personajes carismáticos que congregaban a grandes muchedumbres, no necesariamente en Jerusalén sino también en las regiones desérticas o alrededor del Jordán, era acogido con anhelo e ilusión por el pueblo. Como bien señaló Jesucristo en su Sermón de la Montaña, la gran masa de judíos cercanos a Jerusalén o pertenecientes a la Diáspora, al haber soslayado las enseñanzas del verdadero Mesías, transmitidas por los activos evangelizadores cristianos no sólo en Palestina sino también en todos los rincones del mundo conocido hasta entonces, estaba edificando su esperanza de futuro sobre la arena. Pronto soplarían fuertes vientos de tempestad, amplificados hasta la locura por la actuación descabellada de emergentes personajes libertarios cuyos nombres figurarán para siempre en el panteón de los indeseables: Anano, Eleazar ben Simón, Manahem nieto de Judas de Seforis, Jesús hijo de Ananías, Juan de Giscala hijo de Leví y Simón Bar Giora de Gerasa.

  8. #248
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 219]
    Las palabras de Jesucristo a sus seguidores: “Tengan cuidado que nadie los engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a mucha gente” (Evangelio según Mateo, capítulo 24, versículos 4 y 5; Versión popular de la Biblia, también denominada “Dios Habla Hoy”, de 1996), cumplidas entre las décadas de los años 40 a 60 del primer siglo de nuestra era, también parece que han tenido algún cumplimiento en nuestros días. Por ejemplo, en la primera mitad del siglo XX, Simón Kimbangu y su sucesor Andrés “Jesús” Matswa fueron aclamados como mesías en el Congo africano; y aunque ya murieron, sus seguidores todavía esperan que regresen e introduzcan un milenio en África. En ese siglo también se han presenciado cultos relacionados con “cargueros” en Nueva Guinea y Melanesia, donce los miembros de esos movimientos religiosos aguardaban la llegada de un barco o un avión tripulado por hombres blancos semejantes a mesías que los harían ricos e introducirían una era de felicidad en la que incluso se levantaría a los muertos. A las naciones industrializadas tampoco les han faltado sus mesías. Algunos son líderes religiosos, como Sun Myung Moon, quien se nombró a sí mismo sucesor de Jesucristo y pretendía purificar al mundo mediante una familia unida formada por sus partidarios. Asimismo, líderes políticos han tratado de asumir la posición de mesías, entre los que figura Adolf Hitler como el más horrendo ejemplo contemporáneo al pronunciar su imponente discurso sobre el Reich de Mil Años. Del mismo modo, filosofías y organizaciones políticas han alcanzado categoría mesiánica; por ejemplo, The Encyclopedia Americana (La enciclopedia americana) comenta que la política marxista-leninista tenía visos mesiánicos. Incluso hay eruditos bíblicos que consideran que la Organización de las Naciones Unidas, la ONU, parece haberse constituido en una especie de agencia mesiánica en la mente de muchas personas. Una tras otra, estas entidades han ido declinando en sus pretensiones triunfalistas y cediendo el terreno a las de nuevo cuño, pero ninguna de ellas ha permanecido invicta por mucho tiempo.

  9. #249
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 220]
    Conviene aclarar que la profecía de Jesucristo acerca del fin del mundo registrada en el evangelio de Mateo, capítulo 24, la cual entrelaza 2 acontecimientos proféticos separados entre sí por aproximadamente 2 milenios, se refiere realmente a la clausura o cierre por juicio divino (planteado en las cortes celestiales) de 2 sistemas antrópicos: el sistema israelita teocrático (SIT), comenzado en la época de Moisés, cuando Dios transmitió los diez mandamientos al pueblo israelita a través de este mediador, y terminado con la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 de nuestra era; y el sistema artificial contemporáneo (SAC), comenzado en el siglo XX y terminado en un futuro cercano. Este cuadro conceptual emerge de las sugerencias exegéticas procedentes de perspicaces eruditos bíblicos, quienes exponen el capítulo 24 del evangelio de Mateo desde un prisma que barrunta dicho cuadro. Ahora, prosiguiendo con esa profecía de Jesucristo, pasamos a examinar el siguiente pasaje: “Oiréis de guerras y rumores de guerras, pero no os asustéis, pues aunque todo esto ha de llegar, aún no será el fin” (Evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 6; Biblia denominada “Dios habla hoy”, o Versión popular de la Biblia, de 2002). La pregunta pertinente es: ¿Aplican estas palabras sólo al SIT o sólo al SAC, o aplica a ambos?
    Última edición por eettiicc@yahoo.es; 23/10/2017 a las 16:11

  10. #250
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 221]
    Según el contexto del pasaje contenido en el versículo 6 del capítulo 24 del evangelio de Mateo, Jesucristo hablaba a unos cuantos de entre sus discípulos, probablemente a los más allegados a él. Por eso, cuando les dijo que iban a oír de guerras y rumores de guerras no sólo se refería a ellos personalmente sino también a un período de tiempo posterior a su muerte y resurrección, es decir, a un período caracterizado por una serie de señales que antecederían a la destrucción del Templo y de la ciudad santa. Ellos habrían de oír esas noticias preocupantes, e incluso puede que alguno u otro las tuviera que vivir de cerca, y sin que ya el Maestro estuviera junto a ellos para protegerlos y consolarlos. Y, puesto que las palabras proféticas de Jesús están relacionadas aquí con la destrucción de Jerusalén, esas guerras habrían de tener lugar en un tiempo intermedio entre su ascención al cielo y la destrucción de la ciudad de David. En efecto, hubo una serie de guerras partas en el sudoeste de Asia y levantamientos en las provincias romanas de Galia y España. Hubo la guerra que efectuaron Asineo y Alineo contra los partos al oriente del Imperio Romano. Hubo la declaración parta de guerra contra el rey Izates del país de Adiabene. Hubo levantamientos de judíos contra gentiles, y levantamientos de gentiles contra los judíos en la misma Palestina, implicando a sirios y samaritanos, de modo que decenas de millares de judíos y gentiles fueron muertos. Pero ¿por qué les dijo Jesús que no se asustaran? Puede ser que Jesucristo quisiera tranquilizarlos en el sentido de que no se espantaran a tal grado que salieran huyendo despavoridamente de Judea, temiendo que la destrucción del Templo y de la ciudad santa les cogiera de lleno y ellos perecieran junto con sus familiares en el temible acontecimiento. Y también es posible que Jesucristo les quisiera indicar que la misión que ellos tenían encomendada, como evangelizadores en Judea, debía continuar aun en medio de esas difíciles circunstancias, puesto que el fin no habría de llegar inmediatamente y no existía un riesgo masivo de no supervivencia. De hecho, más adelante, en el versículo 15, Jesús les revela cuál sería la señal que tendrían que contemplar para que abandonaran rápidamente Judea (la huída a Pela).

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