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Tema: Pseudoveltíosis natanatórica

  1. #231
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 202]
    La ciudad de Pela quedaba fuera de la jurisdicción de Agripa II y pertenecía más bien a la provincia romana de Siria, razón por la cual parece que la ciudad estaba controlada militarmente por una guarnición romana hacia mediados del año 66. Se puede decir que Pela, como las otras 9 ciudades de la Decápolis, era una especie de municipio con varias aldeas bajo su límite territorial y con una capital, Pela propiamente dicha, situada en un punto interior de dicho municipio, hacia el poniente; y la guarnición romana estaba en dicha capital. Al parecer, el desastre de Bethorón y la subsiguiente campaña militar de los rebeldes judíos hacia el norte a comienzos del año 67 no produjo enfrentamientos con la guarnición romana destacada en Pela, aunque tal vez sí fueran arrasadas algunas aldeas del “municipio” puesto que hubo matanzas de gentiles a manos de los exaltados rebeldes en varios enclaves de la Decápolis y de Siria, y viceversa, estando Pela dentro de la zona de peligro. Existe un texto autobiográfico de Flavio Josefo, que se ha llegado a titular “La vida de Josefo”, escrito por éste en torno a los años 94-99, posiblemente como un apéndice de su obra “Antigüedades judías”, donde el autor revisa los acontecimientos que vivió durante la guerra judeo romana, al parecer en respuesta a las alegaciones formuladas contra él por un tal Justo de Tiberíades (un autor e historiador judío que vivió en la segunda mitad del siglo I, del que poco se sabe, excepto lo que de él refiere el propio Flavio Josefo. Hijo de Pisto, nacido en Tiberíades, una ciudad de Galilea fuertemente helenizada. Hombre erudito, próximo al tetrarca Herodes Agripa II y uno de los ciudadanos más importantes de su ciudad natal. Durante la primera guerra judeo-romana (66-73) entró en conflicto con Flavio Josefo, el líder judío nombrado por el gobierno rebelde de Jerusalén para controlar Galilea. Justo escribió una historia sobre la guerra en la cual acusaba a Flavio Josefo de responsabilidad criminal en los problemas que se produjeron en Galilea). Parte de la citada réplica de Josefo, contra este Justo, lee como sigue: “Antes de que yo fuese nombrado gobernador de Galilea por la comunidad de Jerusalén, tú y todos los habitantes de Tiberíades no sólo habíais tomado las armas, sino que estabais ya en guerra contra la Decápolis de Siria. En todo caso, tú incendiaste sus aldeas y tu criado cayó en aquella empresa”. De este texto se deduce que durante la segunda mitad del año 66 y hasta el comienzo de la primavera del 67, al menos, ninguna ciudad de la Decápolis fue arrasada sino tan sólo algunas aldeas. Ahora bien, esta situación precisamente debió favorecer la posibilidad de la emigración a Pela por parte de los judeocristianos, según opinan algunos investigadores, ya que el exterminio de la población gentil de las aldeas de la comarca produjo un vacío de población que permitiría la emigración de un grupo numeroso, como los judeocristianos de Jerusalén (supuestamente unas 5.000 personas). De hecho, casi con toda seguridad, los zelotes estarían encantados de que los judeocristianos abandonaran en ese momento Jerusalén, dejándola más a merced de su partido, y de que repoblaran una zona anteriormente infectada de gentiles, puesto que el objetivo de los zelotes era un Israel limpio de gentiles. Sí es cierto que, tras la derrota del legado de Siria, Cestio Galo, esta región fue ocupada totalmente por los rebeldes bajo el mando de un tal Manasés, sin embargo Pela no fue quemada ni destruida, tal como se desprende de los trabajos arqueológicos de Smith y McNicoll. Probablemente, la actitud de los ciudadanos de Pela en el momento de incertidumbre del otoño del 66 fue similar a la de los ciudadanos de sus vecinas Gadara e Hippos, que sólo expulsaron a los sediciosos, permitiendo a los demás judíos su permanencia en la ciudad, lo que demuestra que eran proclives a la buena convivencia entre vecinos. Por otra parte, como ha argumentado Ray Pritz (del Centro de Caspari para estudios bíblicos y judíos), es muy probable que hubiese gentiles cristianos en la región (visitada por Jesús cuando sanó a los endemoniados de Gadara), y que estos gentiles hubiesen propiciado el refugio de sus hermanos correligionarios judíos huídos de Jerusalén.

  2. #232
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 203]
    En cuanto a la ocupación de la región por Vespasiano, no sólo no contradice la presencia de judeocristianos en Pela, sino que la refuerza. En efecto, tras la conquista de Galilea en la campaña del 67, Vespasiano se retiró a sus cuarteles de invierno en Cesarea, dejando la XV legión (a la que después añadió la X legión, cuyo legado era Trajano, padre del futuro emperador) en Escitópolis, ciudad en la que los escitas habían matado a traición a sus vecinos judíos en el verano del 66, declarándose abiertamente a favor de los romanos. En la primavera del 68 Vespasiano cruzó el Jordán para ocupar la gran ciudad helenística de la Decápolis, Gadara, a la que los judíos habían convertido en capital fortificada de Perea. Gadara entregó pacíficamente la ciudad a los romanos, no sin que antes los judíos mataran al noble Doleso, responsable de la embajada a Vespasiano y de la decisión de derruir las murallas, y huyeran hacia el sur. Según flavio Josefo, había muchos ricos en Gadara (casi todos gentiles, aunque pudiera haber algunos judíos entre ellos) y éstos deseaban guardar sus posesiones más que nada, por lo cual eran muy favorables a pasarse a los romanos y enviar una embajada de bienvenida a Vespasiano, que estaba cercano a la ciudad; de hecho, enviaron tal embajada al general romano sin el conocimiento de los sublevados judíos, que a duras penas habían conseguido el control de la ciudad; así que éstos, cuando se enteraron de ello, decidieron huir no sin antes tomarse una rápida venganza y “derramar sangre por los daños que habían recibido (se sobreentiende: Por haber sido burlados): por esta causa prendieron a Doleso, quien era en su dignidad y nobleza el príncipe de la ciudad, y también había sido el autor de entregarse a los romanos, y luego lo mataron”; no obstante esta huída fue aplastada por Plácido, enviado por Vespasiano, con 500 jinetes y 3000 infantes, quien efectuó una terrible matanza de rebeldes y de aldeanos inocentes marchando hacia el sur de la Transjordania (masacró a 15.000 judíos fugitivos, a los que se añadieron miles de ahogados en el Jordán, los cuales habían puesto su esperanza en refugiarse en Jericó, al otro lado del Jordán). Vespasiano, tras su tranquila entrada triunfal en Gadara, volvió a Cesarea y avanzó por Judea e Idumea, dejando el mando de la región de Perea al tribuno Plácido. Y ahora Josefo explica que, una vez que Plácido se apoderó de Abila, Julia, Besimot y todas las localidades que había hasta el Mar Muerto, estableció al frente de cada una de ellas a los desertores que le parecieron más idóneos. Por lo tanto, los judeocristianos de Pela, mejor que ningún otro grupo de judíos, entrarían en esta favorable categoría de “desertores” desde el prisma de Plácido.

  3. #233
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 204]
    Si bien parece cierto que el momento idóneo para salir de Jerusalén y huir hacia Pela fue en los alrededores inmediatos de la Gran Revuelta, aproximadamente a primeros de agosto del 70, así como inmediatamente después de la retirada de Cestio Galo, aproximadamente a primeros de noviembre del 70, los testimonios históricos de Josefo (mayormente) y de otras fuentes (minoritariamente) permiten entrever que hubo múltiples casos de deserción de la ciudad en el tramo comprendido entre los años 67 y 70. Por ejemplo, Josefo enumera cuantiosos casos de huidas de Jerusalén en noviembre del 66, en el invierno del 67-68 y en junio e incluso en agosto del 70, siendo a veces las fugas de grupos numerosos de 2.000 personas; y los datos de Josefo son confirmados por la noticia de la Misná respecto a la huida de Jonatán ben Zakkay, que se hizo el muerto para que se permitiera a sus discípulos salir de la ciudad a enterrar el cadáver, tras lo cual todos ellos se entregaron a Vespasiano y el rabino consiguió que el emperador le permitiera abrir su escuela de Jamnia. No obstante, las fugas de la ciudad entre los años 67 a 70, y en especial durante el año 70, estaban cargadas de peligros, no sólo por causa de las represalias de los rebeldes fanáticos judíos sino también por parte de las tropas romanas, las cuales despreciaban asesinamente a los judíos en general y además estaban predispuestas a la expoliación y saqueo de los bienes de éstos; de manera que los desertores que caían en manos romanas corrían el abundante riesgo de ser asesinados por los soldados romanos o por las huestes auxialiares de éstos antes siquiera de que Tito o Vespasiano tuvieran noticias de las fugas y pudieran decidir sensatamente en cuanto al destino de los prisioneros.

  4. #234
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 205]
    Por consiguiente, parece que el momento más propicio para que los cristianos de Jerusalén huyeran a Pela fue inmediatamente después de la retirada de Cestio Galo en la primera mitad de noviembre del 66, pues poco antes de eso la climatología rigurosa del verano hubiera dificultado la marcha (pero en la primera mitad de noviembre la meteorología debió ser suave, pues faltaba un mes y medio para el comienzo del invierno); además, según Josefo, el verano del 66 se caracterizó por el aumento alarmante de matanzas por toda Palestina, tanto de judíos como de gentiles, unos contra otros, por lo que el camino desde Jerusalén hacia Pela debió ser poco seguro en este sentido. En cambio, para noviembre del 66 habían cesado esas matanzas y el conflicto armado estaba desplazado hacia el noroeste, en la dirección que va desde Bethorón hacia Cesarea. Finalmente, parece que hay una confusión con relación al distrito al que pertenecía Pela, pues los testimonios históricos la sitúan unas veces en la Decápolis y otras en Perea. Por ejemplo, Eusebio y Epifanio mencionan el lugar al que huyeron los judeocristianos de Jerusalén denominándolo a veces Pela de la Decápolis y a veces Pela de Perea. Sin embargo, este problema de ubicación exacta no es exclusivo de Pela, pues también se dio en el caso de su vecina Gadara y en otras descripciones territoriales antiguas de la Transjordania. Aparentemente, la causa de esta inestabilidad ubicatoria tenía que ver con la fluctuación de las zonas fronterizas en función de los gobiernos de turno y de los repartos territoriales o de las adjudicaciones favoritistas del propio césar.

  5. #235
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 206]
    Como ya se ha mencionado anteriormente, la profecía de Jesucristo relativa al fin del mundo que se encuentra registrada en el evangelio según Mateo, capítulo 24, sugiere, para algunos doctos bíblicos, un entrelazamiento de 2 acontecimientos similares (esto es, con características o rasgos parecidos) separados entre sí por un gran trecho de espacio (es decir, uno de tales acontecimientos tiene carácter local y el otro tiene carácter planetario) y de tiempo (a saber, aproximadamente 2 milenios entre ambos). Se trata ahora, pues, de buscar la manera más coherente de distinguir qué parte de la profecía no es aplicable para los tiempos venideros y qué parte sí lo es. El pasaje sagrado comienza así: «Jesús salió del templo (se sobreentiende: Salió de los grandes patios del Templo de Jerusalén, donde solía enseñar a los que se congregaban allí, pues muchos judíos veían en él la figura de un profeta y de un obrador de milagros), y ya se iba, cuando sus discípulos se acercaron y comenzaron a atraer su atención a los edificios del templo (se sobreentiende: Aquellos discípulos todavía no tenían ni idea de lo que le esperaba a la ciudad santa, ni alcanzaban a comprender cómo Dios podría rechazar su propio Templo; y al presente quizás se imaginaban que el reinado predicho del Mesías estaría vinculado de alguna manera a aquel majestuoso Templo). Jesús les dijo: “¿Ven ustedes todo esto? Pues les aseguro que aquí no va a quedar una piedra sobre otra. Todo será destruido” (se sobreentiende: Estas palabras de Jesucristo debieron dejar perplejos y alarmados a sus discípulos, puesto que rompían por completo el esquema mental que ellos tenían con respecto al futuro cercano)» (Evangelio según Mateo, capítulo 24, versículos 1-3; Versión popular de la Biblia, también denominada “Dios Habla Hoy”, de 1996).

  6. #236
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 207]
    Evidentemente, aquellas palabras de Jesucristo tocante a la destrucción del Templo de Jerusalén no pueden aplicar al venidero fin del mundo, pues tal Templo ya no existe. No obstante, la profecía sigue así: «Luego (se sobreentiende: al poco rato de pronunciar Jesucristo la sentencia divina contra el Templo de Jerusalén) se fueron al Monte de los Olivos. Jesús se sentó, y los discípulos (se sobreentiende: Los seguidores más allegados al Maestro) se le acercaron para preguntarle aparte (se sobreentiende: Con disimulo, en privado): “Queremos que nos digas cuándo va a ocurrir esto. ¿Cuál será la señal de tu regreso y del fin del mundo? (se sobreentiende: Los discípulos, en su precario conocimiento, asociaban la destrucción del Templo de Jerusalén y de la ciudad santa con la venida de Jesucristo como rey triunfante del Reino de Dios, y con el fin del mundo de los gentiles o no judíos)”. Jesús les contestó: “Tengan cuidado que nadie los engañe (se sobreentiende: Jesucristo, dándose cuenta del superficial conocimiento profético que al presente tenían sus discípulos y del que adolecerían todavía por una o dos décadas más, les expresó su preocupación de que fueran confundidos o extraviados por maestros hábiles y farisaicos que podrían usar las santas escrituras engañosamente con relación a la liberación del pueblo de Dios por un rey mesiánico). Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a mucha gente. Ustedes tendrán noticias de que hay guerras aquí y allá; pero no se asusten, pues así tiene que ocurrir; sin embargo, aún no será el fin (se sobreentiende: Se presentarían señales o síntomas alarmantes que podrían hacer pensar en la inminencia del fin del mundo, pero tal fin no vendría tan rápidamente como para que los discípulos se aterrorizaran por no estar suficientemente preparados para poder afrontar la situación bajo la guía divina). Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; y habrá hambre y terremotos en muchos lugares. Pero todo eso apenas será el comienzo de los dolores (se sobreentiende: El fin del mundo sería algo mucho más terrible que las hambres, terromotos y cuantiosas guerras que salpicarían a la sociedad humana durante la víspera de ese acontecimiento final)”» (Evangelio según Mateo, capítulo 24, versículos 3-8; Versión popular de la Biblia, también denominada “Dios Habla Hoy”, de 1996).

  7. #237
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 208]
    En el versículo 4 del capítulo 24 del evangelio según Mateo, Jesús dijo: “Tengan cuidado que nadie los engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a mucha gente” (Evangelio según Mateo, capítulo 24, versículos 4 y 5; Versión popular de la Biblia, también denominada “Dios Habla Hoy”, de 1996). La cuestión pertinente es si hubo “falsos cristos” entre los años 30 y 60 del primer siglo de nuestra era, es decir, desde que Jesús pronunció esas palabras hasta la destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70. Luego nos podemos plantear la interrogante de si también ha habido “falsos cristos” durante el siglo XX y lo que va del XXI, un período, según muchos historiadores, en el que la humanidad parece haber entrado en un callejón autodestructivo sin salida (vale decir: En la víspera del fin del mundo). ¿Por qué? Bueno, no hay que ser ninguna lumbrera intelectual para darse cuenta de ello; simplemente basta tener un poco de sensatez o sentido común. Por ejemplo, una de las fuerzas que determinan la suerte del planeta está en manos de gobernantes y políticos, quienes, lejos de someterse a un consenso común y universal, se inclinan irracionalmente en la dirección de anteponer su egoísmo personal y nacionalista a los intereses legítimos de otros líderes y de otros países; y la intensidad que esta tendencia egocéntrica ha adquirido últimamente es imparable y, peor aún, se está acelerando. En el ámbito del comercio, que es otra de las grandes fuerzas determinantes del futuro planetario, es más que evidente la marcha consumista y explotadora que tienen las grandes multinacionales, así como la mayoría de las empresas menos grandes, las cuales ofrecen un espectáculo parecido al de una “arena de gladiadores” (donde, o matas, o eres muerto; y no hay otra opción menos cruenta). El terreno religioso no puede ser más caótico y confuso, pasándose de un extremo de intolerancia (con terrorismo incluido) a un extremo de relajación tal que en él toda clase de conducta tiene cabida y disculpa (posiblemente, hasta el propio Hitler encontraría aquí amparo); y esta situación no puede menos que abocar hacia el oportunismo, el engaño de masas, la decepción, la desconfianza, el odio a lo sagrado y así sucesivamente, hasta desembocar en el materialismo puro y duro (pues los engañados y escarmentados no atisban ya otra cosa por la que luchar en la vida que no sea el animalesco instinto gratificatorio inmediato y mundanal, aunque de esto tal vez escapen unos cuantos “quijotes” reaccionarios que ni siquiera saben adónde van). Y, para abreviar, si a semejante potaje de sinrazón le añadimos el manejo de una tecnología potentísima en auge, cada vez más asequible a cualquier desaprensivo o loco psicópata que puede pulverizar nuestro planeta si se obsesiona con emplearla para fines militares, entonces se hace más que obvio que estamos moviéndonos precisamente en el mismo borde del fin del mundo.

  8. #238
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 209]
    Durante la primera mitad del siglo I de nuestra era muchos judíos palestinenses y de la diáspora se encontraban en gran expectación con relación a la profetizada venida del Mesías, el anhelado Libertador de Israel. ¿Por qué? La respuesta se relaciona con los acontecimientos que ocurrieron en Babilonia durante el siglo VI antes de la EC, cuando Ciro el rey de Persia conquistó esta ciudad y todo el imperio babilónico y permitió a los judíos, que estaban cautivos allí (pues Nabuconodosor había destruído Jerusalén a finales del siglo anterior y había deportado a los habitantes de Judea a las ciudades de Caldea), que regresaran a su tierra y reconstruyeran la ciudad santa y su Templo. Esta liberación avivó la esperanza judía de gozar del derecho a la autodeterminación, como una nación libre, y de ver cumplida la profecía mesiánica de un Libertador definitivo de Israel (una profecía varias veces señalada en el Pentateuco y en los libros de los profetas mayores, así como en los Salmos). Pero lo cierto es que estas expectativas no llegaron a materializarse. No tenían rey, y la autoridad política de sus gobernadores pronto quedó eclipsada por la autoridad religiosa del sumo sacerdote, quien llegó a ser considerado cabeza de la nación. De acuerdo con “The concise jewish encyclopedia” (La enciclopedia judía concisa), fue durante ese período cuando surgió el concepto de un Mesías guerrero liberador del pueblo hebreo, un monarca ideal para los días del futuro, quien no sería tan sólo otro gobernante más, sino el caudillo que acabaría con los enemigos de Israel y daría comienzo a una era perfecta de paz y perfección. Las conquistas de Alejandro Magno en el siglo IV antes de la EC permitieron que se reuniera a todos los judíos bajo su dominio (tanto en Palestina como en la Diáspora, es decir, fuera de Palestina). Según Flavio Josefo, cuando Alejandro llegó a Jerusalén los judíos le abrieron las puertas y le mostraron un vaticinio registrado en el libro de Daniel el profeta (escrito más de 200 años antes de aquel día) que claramente describía las conquistas de Alejandro como “el Rey de Grecia” (Antigüedades de los judíos, Libro XI, capítulo VIII, 5; Josefo). La citada profecía es la siguiente: «Mientras reflexionaba yo al respecto (se sobreentiende: Daniel estaba pensativo acerca de una visión profética presentada en símbolos, que se le estaba dando en aquellos momentos), de pronto surgió del oeste un macho cabrío, con un cuerno enorme entre los ojos, y cruzó toda la tierra sin tocar siquiera el suelo. Se lanzó contra el carnero que yo había visto junto al río, y lo atacó furiosamente. Yo vi cómo lo golpeó y le rompió los dos cuernos. El carnero no pudo hacerle frente, pues el macho cabrío lo derribó y lo pisoteó. Nadie pudo librar al carnero del poder del macho cabrío. El macho cabrío cobró gran fuerza, pero en el momento de su mayor grandeza se le rompió el cuerno más largo, y en su lugar brotaron cuatro grandes cuernos que se alzaron contra los cuatro vientos del cielo... El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tiene entre los ojos es el primer rey» (Libro profético de Daniel, capítulo 8, versículos 5-8 y 21; Nueva versión internacional de la Biblia, Castilian). Pero era del todo obvio que Alejandro Magno no podía ser el Mesías prometido, pues éste habría que venir de la estirpe de Abrahán por la línea de David; aunque bien es verdad que el imperio alejandrino influyó enormemente en la tierra, la cultura y la religión judías.
    Última edición por eettiicc@yahoo.es; 13/10/2017 a las 17:02

  9. #239
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 210]
    Después de la muerte de Alejandro, Palestina permaneció en manos de Grecia, primero bajo la dinastía ptolemaica de Egipto y después bajo la seléucida de Siria, ambas fundadas por los sucesores de Alejandro. Como aumentaba la influencia ejercida por Grecia, los judíos prominentes y aristocráticos empezaron a considerar desfasadas las tradiciones y costumbres judías. Los más influyentes en este sentido pertenecían a la familia de los Tobíades, quienes durante la gobernación del rey seléucida Antíoco IV Epífanes (175-164 antes de la EC) ayudaron a Menelao, por lo visto pariente suyo, a llegar a sumo sacerdote, y esto sucedió aunque Menelao no pertenecía a la ancestral familia sacerdotal de Sadoc, sumo sacerdote del templo de Salomón; por lo tanto, según el Pentateuco, esto era una usurpación y una grave ofensa contra le ley de Dios. Sin embargo, la influencia griega cobró tanta fuerza que finalmente las celebraciones religiosas judías fueron proscritas y el Templo se convirtió en un santuario griego. Esto llevó a que en el año 167 antes de la EC estallara una rebelión encabezada por el sacerdote judío Matatías y sus 5 hijos, comúnmente llamados “Los macabeos o asmoneos”. La revuelta de los macabeos, en un principio de naturaleza puramente religiosa, pronto se convirtió en una lucha política por la autodeterminación judía. En el año 165 antes de la EC, los macabeos recuperaron el Templo y lo volvieron a dedicar al servicio religioso tradicional, suceso que en la actualidad los judíos de todo el mundo celebran anualmente durante la denominada “Fiesta de las luces”, de 8 días de duración, llamada en hebreo “Hanuká”. No obstante, todavía no se divisaba ningún Mesías en el escenario. Pero para entonces, los sacerdotes no sólo tenían en sus manos el liderazgo espiritual y social del pueblo, sino que constituían la clase más poderosa y rica de Jerusalén, tanto en sentido político como económico. En consecuencia, dado que los sacerdotes se habían hecho muy altivos y negligentes en el cumplimiento de sus deberes de pastoreo y de instrucción religiosa del pueblo, algunos judíos bien instruidos que no eran sacerdotes empezaron a reemplazar a éstos en las tareas de interpretar la Ley mosaica y administrar justicia a favor de la gente común según dicha Ley. Estos hombres, conocidos como “escribas”, terminaron corrompiéndose y haciéndose diestros en encontrar pretextos y subterfugios para los individuos que utilizando el soborno estaban resueltos a burlar la Ley. No extraña, pues, que, a partir de estas malas actuaciones, el concepto de Mesías también fuera tergiversado y comenzara a diverger de su verdadero significado según las santas escrituras.

  10. #240
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    Predeterminado Re: Pseudoveltíosis natanatórica

    [Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 211]
    Durante el período macabeo, la religión judía se dividió fundamentalmente en 2 facciones rivales: los fariseos y los saduceos. Los fariseos enseñaban que Dios había dado a Israel una ley doble, parte escrita y parte oral, y fue sobre la base de esta ley oral que reconocieron la legitimidad de la línea sumo sacerdotal incluso después de haberse interrumpido la línea tradicional. Por otro lado, los saduceos negaban la existencia de una ley oral y afirmaban que sólo podía servir de sumo sacerdote un descendiente directo de Sadoc. El término “fariseo” deriva de una palabra hebrea que significa “separado” o “distinguido”. Hay quienes dicen que lo utilizaban sus opositores para calificarlos de herejes, mientras que otros afirman que se refiere a la posición “distinguida” que asumían, separándose de la denominada “gente de la tierra” (gente del vulgo), a la que consideraban inmunda o contaminada por el error. Los fariseos eran personas extremadamente pagadas de su propia justicia en lo referente a sus observancias tanto de la ley escrita como de la oral. La actitud igualmente rígida de los saduceos hacia la ley escrita posiblemente no surgió de algún sentimiento religioso especial, sino como un arma política de oposición a los poderes legislativos fariseos. También, se cree que durante la revuelta macabea surgió otro grupo religioso menos relevante al principio: los esenios. Éstos rompieron con el sacerdocio oficial y se abstuvieron de participar en los servicios y sacrificios religiosos que se llevaban a cabo en el Templo; pero, por lo demás, se adherían estrechamente a la Ley; y al igual que los fariseos, a quienes se parecían en muchos sentidos, cayeron víctimas de la influencia helenística y adoptaron creencias completamente ajenas al judaísmo tradicional, como, por ejemplo, la enseñanza platónica del alma inmortal. Este grupo probablemente no constaba de más de 4.000 miembros, todos ellos varones adultos, muchos de los cuales eran célibes. Vivían en casas comunales ubicadas en comunidades aisladas que estaban diseminadas por toda Palestina. La “Enciclopedia judaica” habla de su supuesto pacifismo, pero, por otra parte, la obra judía “Enciclopedia bíblica ilustrada” asegura que lucharon heroicamente durante la rebelión contra Roma que se inició en Jerusalén en el año 66, y hasta algunos de los líderes rebeldes salieron de sus filas. El historiador judío Josefo menciona a uno de estos líderes: un tal “Juan el esenio”, quien sirvió como general judío durante aquella Gran Revuelta. Los Rollos del mar Muerto, descubiertos en 1947, suministran información sobre una secta religiosa de Qumrán, la cual, según algunos eruditos, es idéntica a la de los esenios. Pero todas estas facciones religiosas judías se opusieron de una manera u otra a la actividad de Juan el Bautista y de Jesucristo. Por ejemplo, en lugar de dar crédito al mensaje de Juan, según Josefo, muchos de los sacerdotes recurrieron a los zelotes, un grupo de revolucionarios judíos empeñados en conseguir la autodeterminación. Grupos como éste, opuestos a la dominación romana (que había reemplazado a la griega en el año 63 antes de la EC), perpetraron actividades terroristas durante décadas. Finalmente, en el año 66 se rebelaron abiertamente, lo cual condujo, como sabemos, a la destrucción del Templo y a la desaparición de su sacerdocio. La esperanza mesiánica se vio, de nuevo, desvanecida.

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