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María_Laura3
Estas confundido, Shetland. El Evangelio no es todo lo escrito en las biblias. El Evangelio fue incluido en las biblias por Jerónimo, por orden del pontífice Dámaso I, y ellos estaban bajo el dominio de los emperadores de Roma del siglo IV. Por tanto, fue la religión del imperio de Roma desde el siglo IV la que incluyó en las escrituras todos los libros que componen las biblias que han llegado hasta nosotros. E incluyeron los mandatos de penas de muerte, de guerras, de esclavitud y de sacrificios que tenían los judíos como si fueran mandamientos de Dios, y los incluyeron sin ningún respeto al Señor Jesús que los había anulado con sus enseñnzas del Evangelio.
Pero claro, no podían atraer ni confundir a muchos cristianos si no incluían también en las escrituras el Evangelio, porque el Evangelio ya había sido conocido y extendido por todos los pueblos donde dominaba el imperio de Roma. El Evangelio, incluso había llegado hasta el oriente lejano por medio de los apóstoles Tomás y Bartolomé. Entonces, no podían acabar con el Evangelio que ellos tanto odiaban, y no tuvieron más remedio que incluírlo en las biblias para poder confundir al mundo. ¿Pero qué hicieron para ahogar el Evangelio? Pues dejarlo ahogado entre muchos libros que contenían mandamientos judíos y judaizantes que no eran mandatos de Dios sino de hombres. Por eso, encontramos el Evangelio en una parte muy pequeña de las biblias y ahogado entre muchos libros que contienen mandamientos que son contrarios al Evangelio.
El Señor Jesús mandó predicar solamente el Evangelio, y mandó guardar solamente los mandamientos del Evangelio, que mandan amor, misericordia y perdón.
Los mandatos del Antiguo Testamento que ordenaban a los hombres hacer guerras y matar a pueblos enteros, no eran mandatos de Dios, sólo eran preceptos de hombres. No olvides que la Ley de Dios fue cambiada por los escribas, como nos avisaron los profetas:
Jeremías 8:8
¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley del Señor está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas
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