CAPÍTULO XV
_ ¡Caro!
_ ¿Si?
_ Dame un segundo…
_ ¿Qué pasa?
_ Es sobre Lauren, cuando hablamos ayer la vi muy cerrada… No sé si será el “susto” del primer día, pero no quiero que desaproveche estos días. Que encima son pocos…
_ ¿Y… que quieres hacer?
_ Bueno, estaba pensando en que podría permitirle leer algo sobre la vocación de la clarisa… No conoce de nuestro carisma, no es intención apurar las cosas pero talvez sería bueno mostrarle un poquito de qué se trata y de allí ella verá si seguir discerniendo con nosotras o no…
_ Sería bueno también, plantearle que no tenga miedo, que no se sienta presionada ni comprometida… Que puede discernir con nosotras más allá de lo que elija luego…
_ Si, es buena idea.
_ ¿Tú te encargarás de decirle eso?
_ Bueno. Tú, mientras tanto puedes buscar los escritos de Victoria Triviño, saca uno de los suplementos, no importa si no vuelve, de todas formas hay muchos…
_ Bueno…
_ ¡Ah! Podríamos hacer que escuche el relato que tenemos en el casete.
_ ¿El español?
_ Si, ese…
_ Si, sería bueno… Pero, ¿Qué le damos primero?
_ Es una adolescente, se me hace que le parecería menos aburrido escuchar un musical a leer un artículo…
_ Es cierto. Bueno, iré buscando el casete. Ahora nos encontraremos durante la mañana y si es posible durante la tarde también… ¿Puede ser?
_ Si, arregla tus horarios con las hermanas. ¿Hay que reemplazarte en algo?
_ No, las tareas que me tocan son comunes…
_ Bueno…
_ Luego seguimos charlando. Ahora me toca mi hora de adoración.
_ Vaya con su esposo. Nos vemos luego. Y dale saluditos a Lauren de mi parte. Ya arreglaré yo mis horarios, también quiero hablar con ella… Pero posiblemente será para mañana…
_ Ajá, bueno…
Eran casi las diez de la mañana y Nazaret entró a la capilla; Cristina, que se encontraba allí terminando su hora de adoración, luego de unos segundos se incorporó y se dirigió a realizar sus tareas… La joven monja buscó uno de los banquitos petizos y se dispuso a dejarse estar ante la mirada de su amado esposo… Una hora sólo para Él, una hora sólo para ella, una hora de profunda intimidad…
Meditaba en su corazón el Evangelio del día, y recordaba incansablemente un día como ese de hace once años atrás, cuando ella había ingresado al convento… Once años, ¡Cuánto tiempo! En eso estaba cuando escuchó que la puerta principal de la capilla se abrió y unos pasos avanzaron. Y avanzaron más que la mayoría de los pasos que ingresaban a la capilla, pues a la mitad se detenían… Pero estos avanzaron hasta alguno de los primeros bancos, pero ella, por donde estaba ubicada no podía ver de quien se trataba…
Se concentró de nuevo en su oración y así se quedó “perdida” fundiéndose en el corazón de su amado esposo… Le parecía extraño que tanto tiempo haya pasado tan rápido. Le parecía un sueño todo lo que había vivido… Aquél muchacho del que se había enamorado, a quien había estado dispuesta a entregar su vida; Pero el Señor la había llamado a este otro estilo de vida y se sentía feliz por ello… Si el tiempo regresara a tras y tuviera que elegir nuevamente, elegiría sin duda, lo mismo… De pronto, escuchó un ruido de bancos y los pasos alejarse, miró el reloj y marcaban las once de la mañana. La puerta de la capilla se abrió y los pasos salieron, luego escuchó el timbre “Debe ser Lauren” pensó. Se puso de pié, buscó la campanilla con la que anunciaban el cambio de horario para la adoración y se dirigió a la galería, mientras hacía sonar el elemento… Pronto, apareció María José, que tomó su lugar, mientras ella se dirigía al locutorio. Entre tanto, la interceptaba cecilia…
_ Te busca Lauren…
_ Si, ahora iba para allá. ¿Ya está en el locutorio?
_ Si, te espera.
_ Bueno Ceci, gracias.
_ De nada…
Caminó lentamente mientras dejaba su mente expandirse… Entendía el “susto” que significaba para Lauren estar allí, no conocía a nadie, no conocía el carisma, era el primer contacto que tenía con ellas y también estaba todo el revuelo que significaba discernir… Todas las veces que uno se negaba a sí mismo lo que sentía, se mentía a si mismo, quería apartar sentimientos, escapar, tantas cosas…
Pero al fin uno termina haciendo la voluntad de Dios, no por la fuerza, sino por haberse enamorado de esa voluntad y por desear adherirla… Pero eso, era un “trabajo” de nunca terminar, la voluntad de Dios no se esconde en un ingreso, en una toma de hábito ni en una profesión solemne, sino que se esconde y desarrolla en la escucha constante de su voz y en la obediencia a ella, concretamente, paso a paso, segundo a segundo, durante toda la vida… Y eso, es lo que llena la vida, lo que le da un sentido real y auténtico, ser felices…
Jugaba con su cordón mientras se dirigía al locutorio y antes de entrar, se aseguró de tener los pies puestos en la realidad.
_ ¡Hola! Buen día… ¿Cómo estas?
_ Buen día hermana. Bien ¿Usted?
_ Muy bien… ¿Dormiste bien anoche? ¿No tuviste miedo?
_ Dormí bien, gracias.
_ Que bueno, a mí me solía dar miedito… Bueno… y ¿Cómo estás? ¿Ya se te paso el susto?
_ jeje supongo…
_ ¿em?
_ Creo que si, no se…
_ No tengas miedo, tranquila. ¿Pudiste conocer a las hermanas, así de a poquito?
_ Si, algo… Pero no recuerdo los nombres…
_ ¿Yo como me llamo?
_ Emmm… emmm… Nazaret.
_ Nazaret, si. Bueno, ya vas a conocer al resto. El día que te vayas, así no te asustes tanto… jeje. Imagínate siete más así como yo…
_ mmm
_ Bueno, y… ¿estuviste rezando algo?
_ Si, pero aún no logro tener la respuesta…
_ jaja si, eso viene después… Bueno, contame…
_ Es que no se… Es difícil de explicar… Es que me encanta el carisma de las carmelitas, quiero llevar una vida como Santa Teresita; Una vida de constante oración, de sacrificio, de suma austeridad y pobreza…
_ Perdón… Perdón por si no te gusta lo que te voy a decir… Pero aún tienes tiempo para asegurarte si es eso lo que quieres…
_ Supongo que si.
_ No te apures, ¿Si?
_ Bueno…
_ Contame de vos… ¿Qué haces? O sobre tu familia, no se…
_ Bueno, trabajo en la obra de la infancia y adolescencia misionera, hace tres años que estoy allí pero hace uno que soy animadora…
_ ¿Te gustan los niños?
_ No… Es decir, les tengo un poquito de miedo… Pasa que soy única hija y en mi familia soy la más chica… Así que no he tenido que pasar por la experiencia de cuidar niños y no sé como hacerlo…
_ Ah… claro. Bueno, seguí. Perdón por interrumpirte…
_ Bueno, y ahora hace poco hicimos, con otros animadores, una escuela de formación en Buenos Aires, para tener más conocimientos que impartir a los chicos y también aprender como tratarlos. Ahí se nos dio no sólo enseñanza teológica, sino que también se tuvo en cuenta la pedagogía y la psicología del niño. En la ESAM I se ve todo adaptado a los niños y en la ESAM II todo adaptado a los adolescentes; Yo hice recién la uno, supongo que el año que viene haré la dos, si apruebo esta…
_ ¡Que lindo…! A mi me encantan los niños, yo estudié para maestra jardinera…
_ Ah…
_ Bueno, seguí, no te interrumpo… - Dijo haciendo una seña como de cerrar la boca.
_ Emmm y bueno, eso… De ahí soy hija única, la más chica de la familia… No sé que más…
_ ¿Amigos tenes?
_ Si, los otros animadores… Todos mis amigos son del grupo. Me resulta un poco difícil relacionarme con otros jóvenes, como que no encajamos… Obviamente, es porque tenemos intereses distintos…
_ Claro…
_ Y... ¿En que año estás del colegio?
_ En el último año…
_ Y ¿Qué vas a estudiar?
_ Emmm… Pensaba entrar al convento…
_ ¿A qué convento?
_ No se, por eso ahora estoy conociendo…
_ Claro. Claro.
_ Y si no, ¿que estudiarías?
_ No sé, talvez psicología, que es lo último que me planteé antes de empezar con todo esto…
_ Que bien… Y si, podes empezar y si estás haciendo la carrera y sentís que el señor te llama y bueno, dejas y entras… Y si no, la terminas… Obvio que no vas a dejar cuando te falte un año, en ese caso aguantas un poquito… Cómo yo que me faltaba un año para terminar y quería dejar todo… Me escapaba de una clase para irme a misa y me quedé libre, tuve que rendir libre la materia; Después cuando mi guía espiritual y María Luisa se enteraron me retaron porque era una tontera, podía ir a misa a otro horario…
_ Si, puede ser…
-.Bueno Lauren, Caro me dijo que luego le gustaría charlar un poquito con vos, pero bueno, hasta ahora no se ha podido desocupar… Pero mañana muy posiblemente pueda, sabes… ¿Te parece o no?
_ Si, está bien…
_ Ah, ¿Te gusta leer?
_ Si, mucho.
_ ¡Que bueno! Porque tengo un documento sobre la vocación eclesial de la clarisa. Quizá quieras leerlo… No te sientas presionada, es para que vayas conociendo nuestro carisma, nuestra forma de vida y de paso también lo reces… ¿Te parece?
_ Si, bueno.
_Bueno, espérame. Iré a buscarlo.
Salió contenta camino a la biblioteca, Lauren había estado un poco más abierta, no demasiado pero era un progreso…
Caminaba presurosa por las galerías monásticas, esas galerías que por once años había recorrido… Ese lugar tan soñado ya era su casa, desde hace once años lo era…
Le entusiasmaba de sobremanera que otros corazones jóvenes se animaran a la aventura que deparaba el Rey de reyes, sobretodo si Él llamaba a un estilo de vida como ese… Realmente si ella hubiera tenido la oportunidad de elegir nuevamente sobre su vida, hubiera elegido decididamente lo que ya había elegido, la consagración plena…
Entró en la Biblioteca, no había nadie. Se dirigió hacia donde creía que encontraría los tomos de la autora, una clarisa también. Abrió la vitrina y comenzó a leer los lomos de los libros uno a uno, hasta que encontró el tomo que buscaba, lo abrió y buscó el un suplemento, rápidamente lo encontró entre otros tantos del mismo tipo. Con el suplemento en la mano emprendió el camino de regreso al locutorio…
El perfume a flores bañaba la mañana, el sol se colaba por los arcos del convento otorgándole un toque esplendoroso a la arquitectura… Sus ojos brillaban hoy más que nunca, no dejaba de recordar aquél glorioso día donde había acontecido su ingreso; Recordaba el estrujo de su corazón que se despegaba de su familia y su amado para entregarse a otra familia y a otro amado… Y entre tantas ideas pensó contarle algo a Lauren y pedirle oración…
_ ¡Aquí está!- Dijo la monja entrando alegremente.
_ Que bien, gracias hermana.
_ Mira, la autora es una religiosa de nuestra orden también, escribe muy lindo… Por lo menos a mí me gusta mucho, espero que a vos también…
_ Ah, que bueno.
_ Te cuento que hoy hacen once años que entré al convento… Acordate de rezar aunque sea un ave María por mí…- Dijo tiernamente y con una sonrisa esplendorosa.
_ Así lo haré hermana…
_ Bueno Lauren, ¿Dejamos aquí?
_ Emm bueno.
_ ¿Tenés algo más que quieras decirme?
_ No hermana.
_ Bueno, nos vemos.
_ Nos vemos hermana.
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