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Tema: Con la mirada puesta en el horizonte

  1. #31
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    Predeterminado Respuesta: Con la mirada puesta en el horizonte

    AnaLauraM: esta lectura, me contagió el ánimo de Lauren. Que nervioso me pongo, imaginamdo como será el encuentro con la Madre Superiora....¿presentaré también mis votos?. jajaja

    Sigue muy detallada tu descripción. ¿Y qué pinta ahora la madre de Lauren en el convento?. ¿Es que espera que no admitan a su hija y regresar ambas al hogar?.

    Saludos de Avicarlos.

  2. #32
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    Predeterminado Respuesta: Con la mirada puesta en el horizonte

    Seguimos el relato, de esta vida tan diferente a las que uno conoce comúnmente.
    AnalauraM Saluditos y seguimos con gran atención tus letras.

  3. #33
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    Predeterminado Con la mirada puesta en el horizonte

    CAPITULO XII


    Descendieron del automóvil, que había estacionado al lado de la puerta principal del convento, custodiado por un murallón y rejas negras. Chino abrió la puerta, también de rejas, que hizo un chillido común a la falta de lubricación y se encaminaron hacia el interior.

    El lugar era sencillo, paredes altas, adornadas por plantas, enredaderas que se trepaban por ellas, algunos canteros a los costados y en medio de todo eso, se levantaba la capilla… El hombre les hizo seña de ingresar a la capilla mientras les abría amablemente la puerta; cuando esta estuvo abierta, Lauren divisó en la penumbra una pared que entorpecía la vista, entró y vio escaleras que bajaban a los costados, giró hacía la derecha y bajó por las escaleras; Le bastó tan sólo bajar unos escalones para darse cuenta que detrás de ese murallón se extendía la hermosa capilla. Muy simple, pero hermosa…

    El silencio dominaba el lugar como gran maestro; Retumbaba en las paredes de ladrillo visto barnizado, que por la luz que ingresaba por los pequeños ventanales bajos, tomaban el color del oro, de la gloria misma, el suelo de mosaico blanco y los blancos brillaban con un resplandor particular; Otro ventanal, redondo ubicado en lo superior de la capilla, al lado del altar, hacía de reflector natural y le daba también un especial brillo a la custodia donde reposaba el glorioso cuerpo de Cristo, al que las monjas se encontraban adorando en ese momento.
    El altar, a diferencia de las otras capillas no miraba hacia la nave central –donde se ubica el pueblo- sino hacia la nave lateral – la clausura, donde se encuentran las monjas- y la custodia, comúnmente, miraba también hacia donde miraba el altar…

    Lauren, al llegar al último escalón, se postró y luego santiguó; Permaneció unos segundos mirando fijamente a Aquél que amaba, a Aquél a quien estaba dispuesta a entregarse, Cristo, en la Sagrada Eucaristía y se sentía también mirada por Él, amada por Él, abrazada por Él y así sonrió, dejando que el exterior fuera testigo del amor y la alegría pacificadora que la embriagaban en ese momento.
    De pronto, escuchó que los demás se estaban retirando y con mucho respeto se puso de pié hizo nuevamente una referencia y salió mientras escuchaba que el chofer llamaba con tres timbrazos, una clave…

    _ Cuando viene el obispo tocamos tres timbrazos, pero ahora te están esperando a vos… Dijo chino en voz baja mientras miraba a Lauren que cerraba tras ella la puerta de la capilla.

    En eso, otro timbre sonó y el chofer empujó la puerta; el rostro de una monja de mediana edad se asomó detrás de una ventanita, mientras sonriente y animada los invitaba a pasar… Y entre tanto, chino, muy cordialmente se despidió, dejándole saludos al resto de las hermanas y saludos de Monseñor.

    _Tu debes ser Lauren…
    _ Si hermana.
    _ ¿Cómo estás? ¡Te estábamos esperando!
    _ Bien, muy bien.
    _ Ven, acércate. Así te doy la llave del locutorio. Toma, es por esa puertita, la primera hacia mi izquierda.
    _ Gracias hermana.
    _ De nada. Ya les aviso a las hermanas que llegaste.
    _ Bueno, gracias.

    La monja parecía muy cortes, muy amorosa… Pero a Lauren lo que le impactó es que ella haya mostrado su rostro, que halla aparecido por esa especie de “torno moderno” que no era otra cosa que una ventanita… Pero la sorpresa fue aún mayor cuando entró al locutorio… ¡No había rejas! ¿Cómo podía ser posible? Un convento de clausura debía tener rejas… Pero en cambio, la “separación” estaba hecha sólo por un mostrador que se extendía a lo largo de todo el pequeño locutorio…

    Ella miraba desconcertada, escuchaba una escoba y mirando por una ventanita que se encontraba al frente suyo vio a una novicia barrer… De pronto, escuchó unos pasos un poco alborotados y unas vocecitas pícaras, la puerta se abrió y tras ella aparecieron dos jóvenes monjas, muy alegres, risueñas, parecía que venían saltando y eso espantó a Lauren… ¡Saquen a las postulantes de aquí! Pensó…

    _ ¡Hola! ¿Como estás?
    Dijo una de ellas mientras se acercaba a saludarla con un abrazo. Lo mismo hizo con su madre –que a pesar de que era un plomazo, la acompañaba- y de la misma manera actuó la otra monja, más joven aún…
    _ Yo soy Carolina, la abadesa… Dijo la mayor, aunque Lauren no le daba más de 30 años.
    Era una mujer de facciones muy hermosas, de piel morena y ojos color almendra; Sumamente delgada, vestía el hábito de la orden, un hábito muy sencillo… Tan sólo el sayal franciscano, un cíngulo o cordón atado a la cintura con los típicos tres nudos que significaban sus votos de pobreza, obediencia y castidad; Y un velo negro, un velo sublime que caía hasta más bajo de su cintura, cubriendo en parte, el cordón…
    _ Y yo soy Nazaret, la maestra de novicias. Dijo la otra con una sonrisa y un poco inquieta, como bailando…
    Lauren a ella le daba cerca de veinticinco años; Ella, era un poco más robusta, de tez blanca, rostro sereno y una mirada pícara que se escondía detrás de sus grandes lentes…

    Realmente eran dos personajes, Lauren, se había asustado un poco ante tan cálido recibimiento, ante tanta expresión… Ella estaba acostumbrada a otra cosa, a lo distante, a lo formal, a ponerse de pié cuando llegara la superiora y a tratarla de “usted” y de “madre” pero entre ellas se tuteaban, de igual a igual, no había diferencia de rango, de cargo, eran todas hermanas… Se veía a las leguas el amor fraterno que se tenían entre ellas… y entre todo ese merencoche, luego de viajar tanto, de tanta expectativa, de tanto esperar… se preguntó que estaba haciendo allí, ese no le parecía su lugar, no coincidía con su forma de ser, con lo que ella quería… Ella buscaba austeridad, rigidez, exigencia de vida y estas monjas, estas monjas se veían tan alegres, tan de fiesta, tan “locas”, tan distintas a las que conocía que les parecía mal, le parecía que estaban erradas, que eran demasiado permisibles…

    Hablaron un rato y las hermanas le aclararon que sólo podría quedarse uno días, cuatro días… Que aún no era tiempo de experiencia, que sería necesario madurar muchas cosas y Lauren dio gracias, en su interior, que no tendría que quedarse un mes en ese lugar, recién llegaba y ya se había arrepentido…
    Le indicaron entonces el lugar donde se quedaría, no ingresaría a la clausura sino que se alojaría en una hospedería que estaba dentro del predio del convento pero que no tenía comunicación con él. En realidad, sólo las monjas podían comunicarse con Lauren a través de un timbre y una ventana que daba directo a la hospedería, pero si ella necesitaba algo, debía ir por la puerta principal… De todas, formas, muchas veces tendría que atravesar esa puerta, sobre todo, para hablar con la maestra de novicias, esa mujer que le había asustado un poco al principio por su forma de ser tan transparente, tan expresiva, pero que aún no conocía bien pero que de a poco iría conociendo y se transformaría también en una de las personas que más conociera de Lauren…

    Le entregaron la llave de la hospedería, le sobreavisaron con la mayor cordialidad de que si necesitaba algo no dudase en pedírselos y le pidieron a su mamá un taxi, pues ella había anunciado que se quedaría en un hotel, a pesar de que las hermanas ya le habían preparado también una habitación en la hospedería…
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  4. #34
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    Predeterminado Con la mirada puesta en el horizonte

    CAPITULO XIII



    Faltaba una hora para el medio día y Lauren se dirigió a la capilla para la adoración Eucarística comunitaria. Ya había arreglado sus cosas y observado un poco el lugar, había tratado de aquietar el corazón pero no lo había conseguido…

    Entró en la capilla, tan refulgente como lo había visto durante la mañana, pero esta vez avanzó… Avanzó hasta el primer banco y se sentó, desde su banco se podía observar la clausura, ella podía ver a las monjas y las monjas a ella. Tuvo un poco de vergüenza al verse sola en la nave principal de la capilla y se ubicó en el extremo derecho del banco, lo más posiblemente cerca de la pared, la cuál impediría un poco la vista de unas a otras y así pudiese concentrarse y contemplar sólo a Aquél que se encontraba expuesto.
    El santísimo se encontraba expuesto durante gran parte del día y siempre debía haber una monja en adoración, fuera de ello tenían horas comunes de adoración, es decir, horas donde todas se reunían a hacer solamente adoración Eucarística. Las once de la mañana era una de esas horas, la próxima sería a las cinco y media de la tarde…

    Se escuchaba una puerta abrir y cerrarse, pasos acercándose y a las monjas que se acomodaban en sus lugares, buscaban entre papeles, acomodaban alguna silla, algún banquito, se cambiaban de lugar… Alguna susurraba –posiblemente preguntando algo- a otra, quien le contestaba, luego, los pasos alejándose y la puerta abriéndose y cerrándose nuevamente… Las hermanas estaban llegando y se acomodaban según su voluntad, en esa hora de adoración no debían respetar sus respectivos lugares y parecía que la mayoría prefería ubicarse en un rincón apartado, en algún banquito cómodo o en un banquito petizo, esos que hacen dar la impresión que la persona está arrodillada, pero en realidad está sentada… Una última vez la puerta se abrió y se cerró y luego de eso todo quedó en completo silencio… Y en ese silencio explotaba la capilla en voces, voces que no se escuchaban, voces que sólo Dios escuchaba, voces silenciosas que volcaban a los pies del maestro todo lo que sentían, todo lo que esperaban, todo lo que necesitaban, todo lo que le amaban, todo lo que habían deseado ese momento con Él durante la mañana…
    Y así permanecieron las enamoradas, contemplando a su divino esposo hasta que de pronto, se ubicaron todas en sus respectivos lugares y una voz rompió el silencio…

    _ El ángel del Señor anunció a María
    _ Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo... Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre…

    Se escuchó nuevamente la puerta abrir y cerrarse e inmediatamente después una campana sonar en nueve repiqueteos pausados o aislados y luego tres seguidos. Y precisamente, era la hora sexta –el medio día-, la hora del Ángelus.
    Al terminar el rezo de Ángelus, las monjas encendieron las luces y tomaron los breviarios u oficios divinos, ubicando la oración que ahora tocaba rezar, las sextas…

    En eso, naturalmente, la maestra de novicias se acercó a la reja, buscó la mirada de Lauren, a la cuál prontamente encontró y sonriendo la llamó para explicarle el oficio. Lauren lo recibió, atendió a la explicación que finalizó con un cómico “Espero no te marees”, y volvió a su lugar, lo mismo que la monja.
    Un ratito después una entonación empezó a guiar la oración… Las sextas es una hora corta, se rezan apenas unos salmos y una lectura breve, entonces, en menos de treinta minutos dieron finalización al rezo de éstas. Al terminar, todas se arrodillaron y la abadesa salió de la clausura para reservar al Santísimo, con sumo respeto y devoción, luego entró nuevamente en la clausura, todas seguían reclinadas hasta que una vos empezó y todas la siguieron

    _ Te adoramos santísimo señor Jesucristo, aquí y en las Iglesias de todo el mundo y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo…

    Al finalizar, todas se pusieron de pié y se retiraron una a una; Era la hora del almuerzo. Lauren hizo lo mismo, se puso de pié, hizo una genuflexión al costado del banco y en dirección al sagrario y salió de la capilla para dirigirse a la hospedería.

    La hospedería, resultaba ser una casita muy acogedora y reconfortable, al entrar, uno se encontraba con una especie de living, donde reposaban unos sillones antiguos de paja y una pequeña mesita. Había un enorme cuadro –lamina imitación- de la famosa pintura de la oración en el huerto, y en un rincón un tronco que servía de “altar”, cubierto rústicamente con un aguayo y sobre él una Biblia.

    Una pequeña y delgada pared delimitaba el living del comedor, en el cuál se encontraba una mesa mediana, con cuatro sillas y sobre ella, las hermanas habían dejado dos individuales, con sus respectivas tazas y sus platitos, una canasta con galletas dulces y saladas, algunos caramelos y en el centro un pequeño florero con un clavel rosa. ¡Que detalle aquél! Que a Lauren le sorprendió y no quiso desarmar, hasta la hora del almuerzo, nada de lo que las hermanas habían preparado, pues le parecía hermoso.
    Y mientras se encontraba cambiando las tazas por platos y cubiertos, la canasta por el especiero y dejando sólo un individual, escuchó el timbre –que se parecía a un timbre de terminal o de aeropuerto- y se dirigió a la ventanilla que se encontraba en la galería. Unos momentos después una monja abrió la ventana y sonriente le presentó una vianda con su comida. Era la misma monja que la había atendido esa mañana.

    _ ¿Cómo estas?
    _ Muy bien hermana, gracias.
    _ ¿No te hace falta nada?
    _ No, no. Gracias, estoy bien.
    _ Ah bueno, cualquier cosa avísanos. Ah y no sé si habrás visto, pero en la heladera hay varias botellas con agua. A medida que las vayas terminando me las pasas por aquí cuando te traiga la comida así te las cargo de nuevo. Pasa que el agua potable de aquí tiene mucho sarro y a veces hace mal… Ah, y si tomas mate o para el desayuno si podes usar el agua potable, hervida si se puede tomar, sino no es recomendable. Ah y después, cuando te traiga la cena me pasas esta vianda y así vamos haciendo ¿Si?
    _ Si hermana, gracias.
    _Ah y me estaba olvidando… Me pidió Nazaret que te avisara si te parecía que se encuentren ahora a las cuatro…
    _ Si, si, bueno. No hay problema.
    _ Bueno, entonces ahora le digo… Ah, y ahora a las tres y media tenemos el rezo de las nonnas. Si quieres ir, puedes hacerlo y cuando termine te encuentras con la hermana…
    _ Ah bueno, mucho mejor. Gracias.
    _ Nos vemos.
    _ Hasta luego hermana.
    _ Chau.

    Esa monja resultaba muy agradable, era muy cordial, atenta y siempre llevaba encima una sonrisa que inflaba sus mejillas levantando un poquito sus anteojos; Lauren le daba unos cincuenta años; Era gordita y de estatura media, luego se enteró que su nombre era cecilia y era la encargada de la cocina…

    Tomó entonces Lauren la vianda y la hermana cerró la ventana y se retiró cada una a almorzar a su respectivo sitio.
    A Lauren le había impactado la simpatía de las hermanas, le impactaba positiva y negativamente a la vez. Porque no estaba acostumbrada a tanta cordialidad, a tanto cariño y por otro lado no entendía por qué las hermanas se dejaban ver tanto… Es decir, se estaba fijando solamente en el “adorno” pero no se centraba aún en lo concreto, en la sustancia de aquella vida, en lo que animaba sus corazones…
    Se fijaba en si había o no rejas, en lo completo o incompleto del hábito, en la hermosura o no de la liturgia, en tantas cosas sin importancia que estaba desaprovechando su tiempo… Pero lo interesante era… ¿Por qué no quería ver más allá? ¿Qué pasaba dentro suyo que elegía quedarse con lo externo, que no coincidía en nada con lo que ella quería pero no se anima a adentrar en la sustancia de esa vocación concreta, de la vocación eclesial de una clarisa? Se preguntaba eso mientras comía pero luego reaccionó y espantó esos pensamientos de su mente, considerándolos inútiles y turbadores del alma…

    Terminó de almorzar, ¡la comida había estado deliciosa! Lavó los platos y se dirigió a su habitación a recostarse unos minutos. La hospedería contaba con tres habitaciones, que se encontraban enfrentadas al living-comedor y cocina y que se encontraban una al lado de la otra… Lauren había observado las dos habitaciones que las hermanas prepararon y cuyas llaves se encontraban colgando de sus respectivas cerraduras y eligió la que más le gustó, la del medio… Era una habitación muy pequeña de dos por dos, o dos por tres en donde se encontraba una cama, una mesita de luz, una silla y un pequeño ropero, nada más… Una habitación muy austera, pero cálida y eso a Lauren le encantó, la austeridad le fascinaba.

    Cerró los ojos al apoyar su cabeza en la almohada y sintió relajarse, había sido un largo viaje… Minutos después la alarma le avisó que se acercaba la hora de nonnas pero no le dio demasiada importancia, al cabo de un rato las campanas le avisaron que las nonnas iban a empezar o habían empezado y de un salto salió de su habitación, se dirigió al baño, rápidamente se aseó y corrió hacia la capilla. Y a mitad de camino se dio cuenta que en la puerta de su habitación se había topado con un gato blanco, pero...¿Qué importa? ¡Llegaba tarde a las oraciones!

    Abrió la puerta de la capilla, y se dio cuenta que no podía entrar corriendo, se tranquilizó entonces y caminó despacio hacia el mismo banco que había ocupado en la mañana; Las oraciones aún no habían empezado, las hermanas estaban llegando, pero no pasó mucho más antes de que dieran inicio…
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    Última edición por AnaLauraM; 29/04/2011 a las 20:37

  5. #35
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    Smile Respuesta: Con la mirada puesta en el horizonte

    AnaLauraM
    Seguimos leyendo, este interesante relato, sobre una vida joven con miras tan diferentes a lo cotidiano o llamado común.
    Saluditos cariñosos.

  6. #36
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    Predeterminado Con la mirada puesta en el horizonte



    CAPITULO XIV

    Sonó una chicharra y Lauren empujó la puerta de ingreso al convento. El rostro de una monja se asomaba por la misma ventanita que había visto esa mañana…
    La monja se sonrió tímidamente, le hizo seña que se acercara y le entregó la llave del locutorio chico mientras le preguntaba cómo estaba e indicándole luego que entrara y esperara a la hermana, que ya vendría. Era una hermana joven, de cerca de cuarenta años, o quizá no pasaba de ellos, su piel parecía tersa y reluciente, tenía unos profundos ojos marrones y caían en la punta de sus nariz unos lentes de marco un poco grueso, pero a la vez modernos, daba la impresión que había estado leyendo algo antes de atender al llamado del timbre. Esta monja, era diferente a las demás que había conocido, no era tan expresiva, ni tan efusiva, tenía cierta forma de ser “misteriosa” que llamaba la atención a Lauren… Entre las demás monjas parecía “mala onda” pero no era eso, era algo más, era en otras palabras, la particularidad de cada una que surgía y se complementaba…

    Lauren entró al locutorio, se sentó y esperó. Los nervios la carcomían, debía hablar a solas con la maestra de novicias, esa monja que había conocido durante la mañana y que no le había caído muy bien… No sabía que diría… ¿Debía ser sincera si le preguntaba sobre cuál había sido su primera impresión?
    De pronto, la puerta se abrió y Nazaret entró sonriente y efusiva…
    _ Toma, te traje un regalito… Dijo a Lauren mientras entregaba un caramelo y ella masticaba otro…
    _ Bueno, gracias. Dijo Lauren insegura de comerlo delante de la monja…

    Pues, delante de las otras monjas, de las carmelitas, no lo hubiera comido. Hubiera sido una falta de respeto… Pero viendo que ésta monja no se molestaría y ante la tentación del sabor agrio del caramelo de limón decidió comerlo…

    _ Y… ¿Cómo estás? ¿Pudiste descansar?
    _ Si, creo que me dormí unos minutos antes de las nonnas
    _ Ah bueno… Pero, ¿estás cómoda? ¿No te hace falta nada?
    _ Estoy bien, gracias. Tengo todo lo que necesito. Gracias por los detalles que encontré en la casita.
    _ Ah, viste. Es que nos gusta arreglarla así…
    _ Y… ¿Muy largo el viaje?
    _ Si, bastante. Llegamos más tarde de lo supuesto… Ya de La Rioja salimos una hora después de lo programado. Y aquí llegamos después de las doce, pero tendríamos que haber llegado a las diez.
    _ Y ¿chino te estaba esperando?
    _ Si, pobre… Estaba preocupado porque no llegábamos, al fin preguntó en ventanilla y le dijeron que el micro venía demorado…
    _ Y de ahí fuiste al obispado, ¿No?
    _ Si, pero cuando llegamos monseñor ya se había ido a descansar. Pobre, se cansó de esperar…
    _ Hay si, encima que ya está viejito y medio mañoso…
    _ jeje si.
    _ Bueno, y cuéntame, que te pareció la casita o que te parecemos nosotras…
    _ Emmmm bien… Y a ustedes todavía no las conozco bien, no se…
    _ Ah bueno, tienes razón… Dijo Nazaret para luego quedarse en silencio y mirar fija y profundamente a los ojos de Lauren…

    Fue un largo silencio, pues Lauren no tenía mucho interés en seguir la conversación, tampoco sabía como… Mientras tanto, lo que le preocupaba era la mirada penetrante y cristalina de la hermana, bajaba la vista, trataba de escapar de ella, y luego de un rato volvía a levantarla para certificarse que la otra no la siguiera mirando, pero no era así… En realidad, el silencio no duró más de unos segundos pero a Lauren le pareció una eternidad, sobre todo por aquella mirada, se sentía como desnuda delante de esos profundos ojos marrones… Nunca había visto una mirada así, era como la mirada de un león pero inofensivo, una mirada llena de fuerza, pero no fuerza bruta, al contrario, era una mirada fuerte pero delicada, una mirada invasiva pero a la vez respetuosa, una mirada sincera, desafiante pero que a la vez animaba… “Si me está leyendo la mente sabrá que me siento incómoda y dejará de mirarme” pensaba, pero los ojos de Nazaret seguían clavados en los suyos, quizá esperando que ella dijera algo más…
    Comprendiendo entonces la monja que Lauren no iba a hablar decidió seguir ella…

    _ ¿Querés tomar algo? ¿Qué te gusta? Te, mate, leche, café…
    _Me gusta el mate, pero no se preocupe…
    _ Entonces voy a traer un mate, yo no soy mucho de tomar mate, pero todo sea para compartir algunos… Ya vengo.

    No pasó mucho tiempo antes que la hermana estuviese de regreso con un mate y un termo con agua caliente…

    _ No sé como saldrá, esta agua es la del dispenser… Y yo no tengo mucha idea de sebar, pero bueno, a ver como resulta este experimento…
    _ jeje
    _ Bueno, contame de vos… Dijo Nazaret pasándole a Lauren el primer mate, como quien pasara el microfono…
    _ Emmm no se, ¿Qué quiere que le cuente?
    _ No se, lo que vos quieras. Lo que vos puedas…
    _ Emmm bueno. Hace tres años estoy haciendo discernimiento y realmente siento que Dios me llama a la vida contemplativa… Talvez sería largo contar como empezó todo…
    _ Estoy aquí para escucharte, adelante…
    _Bueno, voy a tratar de resumirlo un poco… Hace tres años hice un retiro y sentí por primera vez el llamado a la vida religiosa, la verdad que en ese momento no me agradaba para nada la idea, no quería… Pero bueno, después fui aceptando la idea hasta que le dije a Dios “Señor, se haga siempre y solo tu voluntad; Ayúdame para no hacer nada que no pertenezca a tu voluntad”… Así me busqué un guía espiritual y empecé a discernir… A los quince años, influenciada por la vida de santa Teresita, quise entrar en un convento de carmelitas, pero no me permitieron, por la edad… Pero bueno, seguí discerniendo y cada vez el llamado se hacía más fuerte y más fuerte, y como que llegó el momento en que no podía decir “Señor, espérame que haga tal o cuál cosa…” al contrario, es como una necesidad de correr a los brazos de Él…
    Y bueno, ahora estoy aquí, es raro… Porque debería estar en san Luis, en un convento de carmelitas, porque la verdad, es que nunca me aparté de ese carisma… Pero a monseñor le pareció que debía conocerlas a ustedes y acepté. Acepté y no sé por qué, pues no conozco nada de este carisma, pero aquí estoy… Bueno, masomenos eso…
    _ Ah bueno. Así que estás apurada por ingresar…
    _ No veo las horas de ingresar…
    _ Bueno, aquí… Cómo te dijimos esta mañana… Nos parece que debemos ir a un paso tranquilo, sin apurarse… Aún sos muy joven tenes 16 años, ¿no?
    _ Si, voy a cumplir 17 en mayo…
    _Bueno, tenes tiempo todavía… Por ahí te parece, y a todos nos pasa, que queremos entrar ya… Pero es necesario que el fruto esté maduro, para no frustrar una vocación…
    _ …
    _ ¿O a vos te parece que tenes que ingresar ya?
    _ Si, no se…
    _Bueno, aquí, por ejemplo, Naty, que es la novicia, la de velito blanco… Es la más chica y tiene 21 años. Entró hace un año y hace poquito tomó el hábito… Nosotras recibimos a partir de los 19 o 20 por ahí talvez a partir de los 18… Depende de la madurez de cada una… Pero es necesaria una madures completa. Tanto personal como espiritual y vocacional también…
    _ Si…
    _ Pero no te desanimes… Se que es feo, es horrible tener que esperar… Todos lo pasamos, pero al final uno agradece ese esperar…
    Yo, por ejemplo entré cuando tenía 22 años… Había estado seis años de novia, me puse de novia cuando tenía dieciséis años y estaba re enamorada… Imaginate, prácticamente crecimos juntos… Y yo estaba en la JUFRA –juventud franciscana- por eso conocía a las hermanas de aquí, y un día en la profesión solemne de una de ellas me emocioné demasiado, tanto que no comprendía… Además de que ya venía sintiendo algo especial estando aquí, así que vine y se lo conté a María Luisa, la que era la maestra de novicias en aquél tiempo y bueno, comencé a discernir y cuando vi que tiraba por este lado le dije al chico con el que estaba de novia que sentía un llamado a la vida religiosa… Y bueno, nos peleamos, estuvimos tres meses separados y después nos reconciliamos y empezamos a salir de nuevo, pero después ya cortamos definitivamente…
    Así que el último año que hice de discernimiento antes de ingresar me la pasé bastante mal… De luto por la ruptura con mi compañero y a la vez con esa cosa de querer entrar y todavía no poder… Yo le pedía a Dios “Si queres que sea monja haz que me olvide de él” pero obviamente no se puede… Una cosa no suple a la otra…
    Pero todo eso es bueno, porque uno va aprendiendo como hacer camino… Dios no te tortura, pero tampoco es que te pone las cosas en bandeja… Es uno el que debe ir aprendiendo y en ese aprender no aprende solo a discernir, sino también a vivir…
    _ Si…
    _ ¿Queres decir algo?
    _ Creo que no…
    _ Entonces, ¿Damos aquí por terminada la charla de hoy?... No te quedes con nada, si queres decir algo decilo… Lo que sea…
    _ No se me ocurre nada en este momento…
    _ ¿Segura?
    _ Si
    _ Bueno, entonces… ¿Queres traer tu oficio así te señalo las vísperas?
    _ Emmm… Está en la casita. Voy a buscarlo.
    _ Bueno, te espero…

    ¡Alivio! ¡Por fin! Lauren quería salir de esa situación, le resultaba demasiado incómoda; Su corazón aún no se aquietaba y no podía comprender nada, ya casi finalizaba la primera jornada y no había dejado de experimentar durante todo el día una sensación de querer escapar… Pero… ¿Escapar…? Nadie la perseguía ¿Por qué escapar? ¿Escapar de que? Era muy raro todo aquello que se batía en su corazón, traía una connotación, pero todo lo que sentía aún necesitaba madurar antes de que pudiera comprender aunque sea sólo un poco su significado…
    Tomó la llave que colgaba de un costado de su falda y procedió a abrir la puerta, miró a un costado y encontró el oficio en la mesa pequeña del living; Lo levantó y se retiró de la casa, cerrando otra vez con llave la puerta… Se demoraba un poco, hacía las cosas sin apuro, caminaba despacio, como paseando, queriendo evadir, pero sin fruto, regresar ante la presencia de la maestra de novicias…

    _Aquí está. Dijo una vez que entró al locutorio…
    _ Bueno, a ver… Hoy toca… Hoy celebramos a Santa Escolástica, aunque el padre celebró en la misa a santa Águeda. Y mañana celebramos la Inmaculada Concepción, ya le vamos a poner un cartelito así no se confunda, no sea que celebre Fátima…
    Bueno, mirá te pongo este papel en el himno. Empezamos por el himno, después vamos al salterio, los salmos ahí te pongo este otro papel y después a la lectura breve que está aquí al final, te pongo esta cintita… ¿Queres que te anote? Porque por ahí se hace mucho lío…
    _No se preocupe, creo que recordaré el orden…
    _ Bueno ¡Ah! Y faltan las completas… Aunque para que no se te haga lío después de vísperas voy por la casita y te señalo las completas…
    _ Bueno
    _ Bueno, nos vemos… Las vísperas son a las siete y media. Y ahora a las cinco y media tenemos adoración comunitaria, por si queres ir…
    _ Ajá bueno.
    _ Bueno, nos vemos.
    _ Hasta luego hermana.
    _ ¡Ah! ¿Te hace falta algo?
    _ No, gracias.
    _ Esta mañana nos olvidamos de preguntarte… ¿Tenes algún problema con alguna comida, sos alérgica o algo?
    _ No, puedo comer de todo… Y a propósito estuvo muy rica la comida de hoy…
    _ Ah, ¡Gracias! Ceci es la cocinara, la misma que te llevó la comida…
    _ Ah…
    _Bueno, nos vemos. Ya sabes, cualquier cosa nos avisas…
    _ Bueno, gracias…

    Salió Lauren de aquella habitación como si estuviera aguantando la respiración. Se mantenía cerrada, aún no existía la suficiente confianza como para abrirse y contar todo a la hermana… Además de aquello raro que sentía que no podía describir ni explicar pero a lo que respondía intentando escapar… ¿Qué era aquello?
    Durante la noche, cuando la jornada ya había terminado y habiendo participado de todas las oraciones, incluido el rosario franciscano, el cuál rezaban luego de completas; y el reloj marcaba las 22.30 hora en que las monjas ya se retiraban cada una a su celda, Lauren decidió dar una vuelta por el patio, quería conocerlo, pero durante el día merodeaban perros, las mascotas de las monjas, que ante el sólo hecho de ella pararse al otro lado de la puerta causaba que ellos se abalanzaran hacia la misma, ladrando con gran ahínco; Y a pesar de que le gustaban los animales, había visto que se trataba de dos boxers y les tuvo un poco de miedo…

    Salió entonces al patio. Los animales ya no estaban, los habrían hecho ingresar a la parte donde se encontraban ellas…
    Se respiraba un aire fresco y puro, una brisa le acariciaba el rostro pero no podía divisar casi nada, le dio un poco de miedo verse sola entre tanta oscuridad, alumbrando tan gran espacio sólo una lámpara dentro de una especie de “quincho” natural… que desde fuera, mas que quincho parecía un carrusel que le trajo imágenes de su infancia…
    Se dirigió a aquél sitio y pudo ver iluminado tan sólo lo que estaba dentro del radio del mismo, el resto era tinieblas, y por la luz fuerte que la encandilaba, no podía ver absolutamente nada de lo que fuera de él se encontraba… “Así verá quien se encuentra en un escenario” pensó…

    Salió entonces de allí y empezó a caminar despacio mientras su vista se acomodaba nuevamente a la oscuridad, paseaba por el lugar y pensaba… Pensaba en el día vivido y se dio cuenta que algo le había gustado, que durante las oraciones se había sentido a gusto e identificada con la vida de las clarisas… pero ¡No! Ella no podía ser clarisa, debía ser carmelita… Ella había sentido el llamado a ser carmelita, no a clarisa. No podía dejar que otro carisma interfiera en su discernimiento… ¡Debía quitarse esa idea de la cabeza! Debía mantenerse firme. ¡Clarisa, no!

    Y con ese pensamiento, se retiró a su habitación a descansar, pues ya casi era media noche y al otro día debía levantarse muy temprano; Pues las Laudes, las primeras oraciones, se rezaban a las seis...

  7. #37
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    Predeterminado Respuesta: Con la mirada puesta en el horizonte

    Me mantengo en vilo, interesado por el desenvolvimiento espiritual de Lauren. No imaginé en principio que este tipo de lectura también tuviera su grado de suspense.

    Saludos de Avicarlos.

  8. #38
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    Predeterminado Respuesta: Con la mirada puesta en el horizonte

    He de hacerlos esperar un poquito más para el siguiente capítulo, pues la vida me tiene apresada en las manitos de mi pequeña niña recién nacida.
    De a poco, mientras puedo "escabullirme" unos minutos para compartir con las letras voy configurando lentamente pero a paso seguro la historia que ya comenzó a contarse.

    Les envío saludos y será hasta tiempo indeterminado.

  9. #39
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    Predeterminado Respuesta: Con la mirada puesta en el horizonte

    Cita Iniciado por AnaLauraM Ver mensaje
    He de hacerlos esperar un poquito más para el siguiente capítulo, pues la vida me tiene apresada en las manitos de mi pequeña niña recién nacida.
    De a poco, mientras puedo "escabullirme" unos minutos para compartir con las letras voy configurando lentamente pero a paso seguro la historia que ya comenzó a contarse.

    Les envío saludos y será hasta tiempo indeterminado.
    Pues, felicidades por el acontecimiento, AnaLauraM. ¿Eres mamá primeriza?.

    Un abrazo, de Avicarlos.

  10. #40
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    Predeterminado Re: Respuesta: Con la mirada puesta en el horizonte

    He regresado!!! jajaj
    Les comparte aquí lo que sigue de la novela; Perdón por la demora.. Y prepárense para seguir leyendo!! jajaj

    Saluditos

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