Orfelunio
06/05/2012, 08:56
Las dos Rosarios
Lo micro…
Tan pequeño era el nido
que nada escapa de su par.
En el principio era el silencio,
murió por olvido
y quedó un ruido universal.
-A ver, ¿alguien puede decirme qué es la muerte?
Levantó la mano Luisito, y dijo:
-Lo contrario de la vida, señorita.
-Muy bien, Luisito. – ¿Y por qué hay vida Luisito?
-Por follar, señorita.
-¿Cómo? ¿Quién te ha dicho eso?
-Lo dice el padre, señorita.
-Entonces… ¿por qué hay muerte, Luisito?
-Por desfollacer, señorita.
-¿También lo dice el padre, Luisito?
-Sí, sobre todo cuando se lo pregunta mi madre.
-Dile al padre que venga a hablar conmigo,
y que me explique con pelos y señales
eso que dice de la vida.
-No va a conseguir nada señorita; mi madre está cansada
de pedirle explicaciones.
-Quién sabe, Luisito… Quizá yo tenga un fondo cósmico
al que tu padre pueda dar una respuesta.
-¿No hemos quedado que el fondo cósmico es el ruido?
-Por eso, por eso… ¿y qué es la vida, sino ruido?
-Pues ahora entiendo por qué mi padre
entra y sale de casa sin que nadie se entere;
de hecho, yo nunca lo he visto.
-Entonces, ¿cómo dice tu padre lo que dice?
-¡Levantaos, que entra don Gregorio!
Dejemos este asunto pendiente. Ahora el señor cura
os instruirá sobre un pasaje de las sagradas escrituras.
-¡Señorita!
-Sí, Luisito...
-¡Ése!, ése es el padre.
Desfalleció la señorita de súbito impacto,
y se produjo un gran tumulto. Creyendo Luisito
que la seño había muerto, le dijo a don Gregorio:
-Ahora, ahora don Gregorio, es cuando debe actuar
y sacar el espíritu santo.
-¿Y qué debo hacer, Luisito? –preguntó el cura apuradísimo-.
-Lo que le dice a mi madre:
“todo es follar y resucitar,
y no desfollecer ante el altísimo,
porque maestra es la vara
de omnipotente poder”
En esto la señorita recobró el sentido.
-¡Grégori!, ¿a todas les dices lo mismo?
Luisito, que creía que el milagro se había producido, preguntó a la seño:
-Qué tal señorita, ¿ha sido de su agrado?
-Igual que tu madre… Vacío está el sagrario,
y sólo queda el eco de algún canto gregoriano,
que lavándose las manos nos engaña con rosarios.
FIN
Lo micro…
Tan pequeño era el nido
que nada escapa de su par.
En el principio era el silencio,
murió por olvido
y quedó un ruido universal.
-A ver, ¿alguien puede decirme qué es la muerte?
Levantó la mano Luisito, y dijo:
-Lo contrario de la vida, señorita.
-Muy bien, Luisito. – ¿Y por qué hay vida Luisito?
-Por follar, señorita.
-¿Cómo? ¿Quién te ha dicho eso?
-Lo dice el padre, señorita.
-Entonces… ¿por qué hay muerte, Luisito?
-Por desfollacer, señorita.
-¿También lo dice el padre, Luisito?
-Sí, sobre todo cuando se lo pregunta mi madre.
-Dile al padre que venga a hablar conmigo,
y que me explique con pelos y señales
eso que dice de la vida.
-No va a conseguir nada señorita; mi madre está cansada
de pedirle explicaciones.
-Quién sabe, Luisito… Quizá yo tenga un fondo cósmico
al que tu padre pueda dar una respuesta.
-¿No hemos quedado que el fondo cósmico es el ruido?
-Por eso, por eso… ¿y qué es la vida, sino ruido?
-Pues ahora entiendo por qué mi padre
entra y sale de casa sin que nadie se entere;
de hecho, yo nunca lo he visto.
-Entonces, ¿cómo dice tu padre lo que dice?
-¡Levantaos, que entra don Gregorio!
Dejemos este asunto pendiente. Ahora el señor cura
os instruirá sobre un pasaje de las sagradas escrituras.
-¡Señorita!
-Sí, Luisito...
-¡Ése!, ése es el padre.
Desfalleció la señorita de súbito impacto,
y se produjo un gran tumulto. Creyendo Luisito
que la seño había muerto, le dijo a don Gregorio:
-Ahora, ahora don Gregorio, es cuando debe actuar
y sacar el espíritu santo.
-¿Y qué debo hacer, Luisito? –preguntó el cura apuradísimo-.
-Lo que le dice a mi madre:
“todo es follar y resucitar,
y no desfollecer ante el altísimo,
porque maestra es la vara
de omnipotente poder”
En esto la señorita recobró el sentido.
-¡Grégori!, ¿a todas les dices lo mismo?
Luisito, que creía que el milagro se había producido, preguntó a la seño:
-Qué tal señorita, ¿ha sido de su agrado?
-Igual que tu madre… Vacío está el sagrario,
y sólo queda el eco de algún canto gregoriano,
que lavándose las manos nos engaña con rosarios.
FIN