Todo tiempo
“Lo que por su medio sientes es parcial; tú ignoras cómo sea el todo de que forma parte y sin embargo te deleita. Mas si tu sentido carnal fuese idóneo para conocer el todo; si no hubiera recibido en pena justos límites como parte del universo, bien querrías tú que pasara volando todo cuanto existe para mejor conocer el conjunto; a la manera como mediante un sentido corporal sientes lo que se habla, pero no quieres que se detengan las sílabas, sino que vuelen y que vengan otras y así puedas entender lo que te dicen. De este modo son siempre las partes que forman un todo, pero no existen al mismo tiempo: mayor deleite causa el todo que no las partes, con tal que puedan todas ser sentidas” (San Agustín, Confesiones)
Cuando miro por la ventana que tengo delante de mi escritorio veo primeramente el monte y el cielo. Si miro más lentamente, esto sería, segunda y mediatamente (*), veo las rejas de la ventana. ¿No debieran verse las rejas que están más cerca de la ventana que el pinar y la incertidumbre del cielo que están (**), según parece, más lejos?
(*) La segunda capa del ver no es segunda temporalmente, no viene después de la primera. Contrariamente a la apreciación del sentido del tiempo, no la alcanza pasando por ella, atravesándola y dejándola atrás; vista mediata y reflexivamente, la segunda no deja de ser primera ni sale de ella, su esencia no está sujeta al reemplazo temporal y el vacío de su no-ser; mejor visto, sucede que su no-ser deja, finalmente (***), de no-ser; la incertidumbre de una pérdida infinita, durante el movimiento dialéctico, finalmente, se endereza, pero no por el empuje externo de una actividad “sintética” o compositiva, sino a pesar de ella y su inagotable movimiento.
(**) Habría, por tanto, una oposición a la distancia que reordena los términos espaciales. Lo que está más cerca cede la prioridad de la cercanía a lo que está más lejos (****).
(***) Su término no da más de sí, no hay otro que lo siga que, aun de otra manera, no sea él mismo. Así pues, el final sería, visto reflexivamente, volver a empezar y, visto de cara a la esencia temporal, su auténtica repetición.
(****) La lejanía o cercanía, así visto, dejarían de corresponderse con la referencia espacio-visual que la desencadenaría, sino que sería, de algún modo, independiente de la aproximación espacial (*****). Lo que se viese no seguiría la medida de la distancia del sujeto con el objeto visto.
(*****) La independencia de la oposición no tomaría el impulso de una sustancia extraña a sí, sin continuidad, sino que su elaboración sería, en esencia, de su misma naturaleza.
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