Opuestos negativos, persistencia ante el cambio y destino
“Considerados en sí mismos, los estados de conciencia profundos no tienen relación alguna con la cantidad; son cualidad pura; se mezclan de tal manera que no cabría decir si son uno o muchos, ni siquiera examinarlos desde este punto de vista sin desnaturalizarlos inmediatamente” (Henri Bergson, Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia)
Para hacer filosofía de los sentimientos hay que hacerla antes de los afectos, a lo que los sentimientos se remiten. Lo sentimental no va a lo suyo, no está aparte ni es arbitrario, algo que, más que incomodar a la reflexión, indica un problema pendiente. La afectividad ya es e implica, de manera más o menos directa, en todo lo que va a ser, se mantiene a lo largo de la existencia. Somos entre sentimientos.
El cogito, su opuesto negativo (*), no sabe nada, o no quiere saberlo, de las especies afectivas con las que carga, o, dicho de manera directamente inversa, que cargan con él. El cogito tiene, entre sus supuestos básicos, la capacidad de bastarse a sí mismo (**), no necesita otra referencia que la suya (***); dicho directamente, el fundamento del cogito se auto-legitima, se asegura, de manera más bien tramposa, su posición (****). Para decirlo de modo inteligible y sin ocultación, la conciencia no sólo se pone a sí misma, sino que quita la posición de lo otro (*****).
(*) La conciencia no sólo se opone a los sentimientos, sino que, según cierta tradición filosófica, es primera a ellos y, una vez las cosas estén en marcha, debe seguir siéndolo (******). El cogito, por tanto, está a sus anchas, no siente ninguna presión que no sea directa y le sea opuesta (******), esto es, para la que tenga su problemática resuelta.
(**) Una negación "asegurada" y primera. El cogito, así dicho, no admite nada para lo que no esté preparado.
(***) Esta auto-posición no vuelve a sí sin rechazar lo otro que no sea uno. Está, dicho de una vez, entre cosas.
(****) La infinidad de problematizaciones susceptibles de poner en duda el poder del cogito son tantas y tan graves que su potencia positiva, la garantía de la que toma impulso, debiera buscar, a cada instante, el opuesto que lo contradiría obstaculizando su libre fluir.
(*****) No se quitaría nada que no estuviera, antes, puesto. Se puede anticipar, de alguna manera, una posición a quitar (*******), su intención oculta y supuesta, pero no hay nada que se quite primeramente. No hay ningún término negativo de fiar, realizado en sí mismo y, dicho con el humor característico de cierta filosofía, que sea “un destino”.
(******) No debiera resultar extraño que la mayor parte de la reflexión ética no haya conducido prácticamente a ninguna parte con interés reflexivo; ha dejado la reflexión en el mismo punto que la tomó. Ha podido decir más cosas, pero ha dicho poco de importancia, si no nada.
(*******) La oposición a lo directo e inmediato no es una problemática primeramente contradictoria, con una solución simple, no se ejecuta a toda prisa, sino de manera compleja y lentamente.
(********) Una anticipación negativa, como evitar los males antes de que hayan ocurrido, la preferencia de la precipitación teórica, no aporta a la reflexión nada, no aumenta nuestras posibilidades.
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