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Tema: Causa segunda y potencia negativa

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    Predeterminado Causa segunda y potencia negativa

    “En efecto, vemos que en las causas ordenadas acontece el mal en el efecto por el defecto de la segunda causa, sin que este mal sea en modo alguno causado por la causa prima, y no por la virtud motriz del alma” (Tomás de Aquino, Compendio de teología)

    Hay fenómenos relativos a los otros que, a pesar de señalar la importancia del otro en uno, no se advierten sin reflexión, hay una oposición activa primera a su representación que facilita no pensar en ella y abstraer lo que podría, incluso debiera (*), ser pensado.

    La visión de la propia imagen (**), por muy significativa que sea, no compite con la visión de la imagen del otro (***). El cuerpo propio desnudo no causa la misma impresión que el desnudo ajeno. Uno no se ríe consigo como se ríe con los demás. El efecto de hacerse cosquillas no se puede comparar con que nos las hagan otros. Lo que aporta la compañía del otro no lo puede aportar uno mismo. Uno no se alegra, o entristece, al verse como se alegra, o entristece, al ver al otro. Hablar con uno mismo no es como hablar con otro. Hay miles de situaciones relacionadas con el efecto que el otro provoca que, uno mismo, jamás podría provocar.

    Lo que querría señalar de este efecto del otro, por ahora, es un lado negativo, de ocultación. No se trata de algo que falte del otro, puesto que, en principio, no hay nada que falte que no esté puesto en juego, sino, más sorprendentemente, del negativo en que “yo”, ese ser extraño, se reconoce.

    (*) Un deber del pensador, una especie de ética del pensamiento, como la llamara Nietzsche. Un filósofo no puede contentarse con tener la mesa puesta y la comida servida; debe estar en condiciones, de la manera que sea, de hacer la digestión y pensar por sí mismo.

    (**) La oposición, como ya se ha señalado, es una carga con la que viene la visión, no la alcanza por vía empírica. No se ve sino lo que está opuesto a la vista. Lo que nos debiera interesar de la vista es que tiene en ella el objeto que va a ser visto (****); está preparada, aun indeterminadamente (*****), para verlo.

    (***) Ver al otro no es como verse a uno mismo. La vista del otro desencadena valores afectivos que no pertenecen a la vista. Por otro lado, la propia visión no es comparable a la visión de un objeto cualquiera en el espacio, sino que hay valores egocéntricos en que la vista, curiosamente, se reconoce; sin embargo, la visión del otro y, especialmente, su reconocimiento complican el espacio de una manera de la que uno jamás sería capaz (******).

    (****) La vista, por tanto, tiene consigo su realización y, de alguna manera, la actualidad de sus valores. Dicho con ironía, no hay ninguna composición o “síntesis” que no esté ya elaborada; el plato estaba ya cocido.

    (*****) Una indeterminación que no pone el lenguaje, no es una in-determinación. Es una determinación recorrida, esto es, sida, que ha alcanzado los valores negativos que hay en ella, estos son, los que anulan la determinación.

    (*******) Una especulación especialmente interesante. Por muy rápido que uno se moviese, y por más ágilmente que pensase, no sería capaz de anticiparse a los movimientos que el otro podría ejecutar. Uno está, de alguna manera, preparado para un espacio que primeramente se complique, pero no lo está, sino muy imperfectamente, para una segunda fase de otro orden (********). La anticipación del espacio del otro es algo que quiebra la expectativa del propio espacio. No es un espacio más, una extensión indiferente, sino que es espacio preparado primeramente para sí que se encuentra con algo para lo que no está del todo preparado.

    (********) No pretendo complicar la cuestión innecesariamente, sólo añado un valor afectivo relativo al efecto del otro; el "yo", sin sospecharlo, está ceñido a él. Si pusiéramos un objeto cualquiera en oposición a nuestro movimiento (*********), podríamos, de alguna manera, anticiparnos a la persistencia de la oposición. Estamos preparados para esta primera oposición, puesto que es en lo que consiste el ser espacial. Si, en una fase posterior, añadimos una oposición compleja que tuviera, en otro nivel, la capacidad de oponerse a la oposición primaria al movimiento (**********), estaríamos en desventaja ante ella; no estaríamos preparados para la segunda oposición, la oposición a la oposición (***********). Esta dificultad, que expresada teoréticamente, puede parecer muy compleja, es natural al salir a pasear un día con viento, jugar con una pelota o, para ir al meollo del asunto, al recorrer un camino estrecho que otro está recorriendo en dirección opuesta. En este último caso, se pasa a una complejidad todavía más compleja. Puedo anticipar exactamente los movimientos del gatito al jugar con él, o por dónde va a huir el animal al que trato de atrapar; en todo caso, sus movimientos están en esencia reducidos (************). Mis representaciones espaciales son a priori las mismas que las que se pudiesen producir. Al recorrer el mismo camino que el otro, además de poder chocarme con él (*************), aparece una oposición interna, un tipo de oposición a la que no podría llegar especulando con lo que hay afuera.

    (*********) El movimiento no es algo que se alcance, sino, contrariamente, un círculo del que no se sale. No hay que derivar el movimiento de nada externo, añadiéndose a algo extraño. sino del ser mismo en que el movimiento es.

    (**********) Este cúmulo de oposiciones no es tan oscuro como pudiera parecer. Basta con pensar la diferencia entre cruzar una vía vacía y cruzar una vía por la que, en ocasiones, pasa un vehículo. En el primer caso, se cruza la vía sin necesidad de otras potencias que las inmediatas de las que disponemos, no se requiere ningún esfuerzo (**************). Por el contrario, en el segundo, al cruzar, esto es, no antes, hay una oposición más compleja que la del espacio para la que no hay preparación; se añade un obstáculo, una oposición realizada, un vehículo moviéndose (***************), que no había en la simplicidad de la primera fase del movimiento y su oposición esencial.

    (***********) Esta oposición a la oposición no es, como debiera estar claro, la sorprendentemente exitosa "contradicción de la contradicción" hegeliana. Mi postura es la contraria, actúa al revés.

    (************) Están reducidos a sus reglas inherentes, no se es en el espacio una vez de una manera y la siguiente de otra. Por mucho que el gatito corra, finalmente, va a encontrar un límite. El gatito, por tanto, está jugando en casa, o donde se prefiera que juegue; en esencia, es en el espacio. Para ir más lejos del límite espacial, algo más que recomendable en la especulación, hay que hacer uso de lo que posibilita la superación del límite, el impulso del que la propensión al espacio no es capaz, sino muy raramente.

    (*************) Mi reflexión trata de evitar choques, dialécticas y oposiciones que exceden su regla. La oposición afectiva no es al modo de choque, una metáfora puramente espacial.

    (**************) Que no requiera esfuerzo de cara a la lógica de la situación, no debiera ser razón para no ir más allá de la situación dada.

    (***************) Uso la figura del vehículo para mostrar una extensión que cae fuera de campo, se extiende más de lo que se espera; no se repite en torno a lo mismo, sino en torno a algo inesperado (****************), que satura la capacidad de la disposición.

    El movimiento, llegado cierta pauta, es esperado y, según ésto, en cierto modo, si dejo de esperarlo (*****************), debiera dejar de moverse (******************); si se moviese, su movimiento no contaría.

    (****************) Inesperado es una posición activa y, visto así, teorética. No sería, por tanto, una sorpresa, sino, mejor visto, su reflexión; una vez ha sido, si pudiera haber pensado que hubiera llegado y, si no hubiese podido, por qué.

    (*****************) En la espera habría la posibilidad de que se dejase de esperar, no-esperar sería lo que correspondiese con la espera; la espera, por tanto, se vería negada. No se esperaría de manera totalmente abierta, indefinidamente, sino que se espera algo.

    La espera negativa no espera algo que pudiera venir, ha pasado a no-esperar, espera de la posibilidad una realización (*******************); la espera negativa no es una abstracción de la espera, sino que es una espera que topa con un obstáculo para que la espera, conforme a su naturaleza, sea; esto sería, finalmente, y visto en su recorrido, no llega a ser. No-esperar, sin embargo, no depende de la espera de cualquier manera. Si ese algo no llega, la espera puede tirar la toalla y dejar de esperar. Su negación se ha desprendido del género esperable, lo que pudiera llegar a ser. Si voy por un pasillo iluminado, y, de repente, apagan la luz, en un principio, esperaré que la luz vuelva, no tanto porque no vea, sino porque de repente, los pasos avanzan más difícilmente que cuando había luz.

    (******************) Es decir, la expectativa de movimiento cargaría con una negación específica, no esperaría ese movimiento. Cuando miro un objeto y paso a ver otro, no he pasado a no mirar en general, sino a no mirar ese objeto.

    (*******************) La realización de la posibilidad, que se debiera presuponer en el significado de posibilidad, es un paso del que, por lo general, se prescinde. No es algo de lo que prescinda, con razón, la conciencia inmediata y vulgar, sino, con alarmante frecuencia, la conciencia filosófica, ésta, sin otra razón que la pereza.
    Última edición por ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO; 21/09/2018 a las 08:00

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