ánimo y apatía
“Se trata de contrastes accidental y parcialmente verdaderos si se consideran los aspectos por los que las cosas de las que se trata, en ciertas circunstancias más o menos pasajeras, niegan y afirman la misma idea, desean y rechazan el mismo objetivo, pero son contrastes quiméricos si, como parece que piensan muchos de los antiguos filósofos, la antipatía recíproca entre esas cosas se considera esencial, absoluta e innata” (Gabriel Tarde, Las leyes sociales)
Contar es algo que puede hacer la mayoría de las personas normales adultas. Es algo que también puede hacer la mayor parte de los niños (*), salvo que sean demasiado pequeños (**).
Me cuesta caer en el sueño, de modo que practico un pequeño ejercicio que lo facilita. Consiste en algo muy sencillo. En lugar de contar borreguitos, lo que hago es contar hacia atrás. Es decir, no cuento un borreguito, luego dos, y así en adelante hasta que, con suerte, me quede dormido. En su lugar, cuento al revés, hacia atrás; no voy del uno al dos, y del dos al tres, sino del tres al dos, y del dos al uno. Al extender el discurso, no del tres al dos y al uno, sino del diez al uno, o del cuarenta al uno, aparece una cualidad que exige esfuerzo. Contar hacia delante no lleva el mismo esfuerzo que contar hacia atrás; contar hacia atrás, exige más.
Contar hacia delante, dado el uno y el resto (***), está en el discurso, no hay que hacer nada más que sumarse a él; es como mirar hacia delante (****). Contar hacia atrás requiere recorrer el discurso añadiendo una doblez a cada uno de los términos recorridos.
(*) Dado el asunto que me preocupa, si hay una unidad fundamental en relación a lo múltiple, mi pregunta no se limita a la capacidad de adultos y niños, sino que se extendería a otros seres animados.
(**) Demasiado pequeños para haber aprendido que el dos y el tres siguen al uno.
(***) El uno y el resto son (*****), de alguna manera, lo mismo que lo uno y lo otro y lo uno y lo no-uno. Son términos generales válidos para hacerse entender. Llegado cierto punto, tienen que ser revisados. Lo uno está atado a todo lo que es; el no-ser, sin embargo, es una noción de la reflexión; si no hubiera capacidad reflexiva, no habría no ser.
(****) Mirar hacia delante en lugar de mirar hacia atrás puede parecer una perogrullada. Según lo veo, la verdades y evidencias, las afirmaciones afirmadas y auto legitimadas, son una tentación en la que es natural caer. No hay problema hasta que contraponemos a esa afirmación una afirmación más profunda y primaria.
Mirar es hacia delante como un hábito espacial y, de paso, temporal. Lo esencial del mirar es la capacidad y lo mirado. Podríamos decir, que es la manera de entendernos con la mirada y lo que vemos. Sin embargo, en puridad, mirar no está más dispuesto hacia delante que hacia atrás (******), o hacia los lados, que, en cierto modo, es lo mismo.
(*****) El resto implica pluralidad, muchos o varios, en esencia, más. Es un contrario que viene puesto, esto es, afirmado.
(******) La reflexión sobre las disposiciones, las capacidades o, dicho de una manera más reconocible, las potencias, ha cedido a la fuerza del lenguaje y la asimilación a lo inmediato. Lo más primario debiera, por sus propios términos, estar ya ahí, no debiera alcanzarse sino de manera compleja, que es lo que aporta la reflexión. No hay que hacer uso de figuras cuando ya las hay; en el mejor de los casos, habrá que mejorarlas.
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