Hay una propensión a ver las cosas de una manera que, por ser una, se opone a otra. La física moderna interpreta a su manera el principio de contradicción. No es una interpretación nueva.

No ya Hegel, ni Epicuro, sino Platón y, en cierto modo, Heráclito, habían advertido la limitación inherente al principio de contradicción. En esencia, la no-contradicción debe estar a la altura de su contrario, debe tenerlo, para decirlo de cierta manera, superado.

La física moderna suele mirar con sospecha que se mencione la especulación de la filosofía griega. La verdad no está sujeta al cuando, a la época en que sea. Conocer el mundo y no conocernos a nosotros mismos, para decirlo socráticamente, es un conocer que niega, al menos, una contradicción; no es una contradicción cualquiera, dado que es el hombre el que desea conocer, el que conoce y al que está dirigido el conocimiento.