Negación de esencia y negación existente
“Y así, lo que fenoménicamente no es, “por lo pronto”, otra cosa que un modo del convivir comprensor, es comprendido como lo que “inicial” y originariamente posibilita y constituye la relación con los otros” (Martin Heidegger, “Ser y Tiempo”)
Hay negaciones que no llegan a negar (*), no alcanzan el término al que se dirigen. Se quedan a medias, sin terminar, no alcanzan la negación. Lo que debieran cumplimentar no pasa de ser un trámite, un rodeo (**). Y podríamos ir todavía más lejos, y preguntarnos si la negación alguna vez es genuina, si tiene esencia; esto sería, si la negación es plena y directamente, sin necesidad de otros y, lo que sería más problemático, a pesar de ellos (***).
(*) La mayor parte de las negaciones no pasa de ser un hábito del lenguaje. Pocas negaciones tienen los pies en el suelo.
(**) Esto sería, serían "oposiciones", no "negaciones".
(***) Un discurso que sería, no obstante, no discursivo; estaría garantizado. No avanzaría si, previamente, no hubiera avanzado, si el avance no fuera posible como realización.
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