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gerama31
Dentro de la evidencia histórica que nos brindan los Evangelios, las cartas apostólicas y los Hechos de Lucas, debemos ser muy conscientes de la poca importancia que le daban los antiguos a la opinión de las mujeres –al pensamiento femenino en general– y estimo que ese sea el motivo que las sagradas escrituras sólo registran siete expresiones de María en los Evangelios. Pero Juan y Lucas son casos excepcionales. Juan recibe la encomienda de ampararla del propio Jesús y se convierte en su hijo adoptivo. Lucas es evidentemente un amigo íntimo de María, y por eso seguramente tuvo el privilegio de que le contara personalmente muchos episodios de su vida y de la vida de su divino Hijo. Por tanto, son ellos dos quienes le dan importancia a algunas de sus palabras, pero sólo a las que contribuyen a dar fundamento a la palabra y obra de Jesús.
Empero, ¡cuánto más habrá dicho María que no ha quedado registrado en la Biblia! Sencillamente, para los evangelistas y apóstoles, orientados a destacar exclusivamente la palabra y obra de Jesús, María podía ser inmensamente importante como madre de Dios, pero sus opiniones no eran importantes ni añadían nada indispensable para la doctrina del Cristo, el ungido por Dios. Este "silencio" de las mujeres lo vemos también en otros casos notables, como el de María de Magdala, quien no obstante habrá tenido también una gran influencia como discípulo de Cristo en el ámbito apostólico y cuyo papel importante en aquellos primeros años puede leerse entre líneas.
Por tanto, interpreto el "silencio místico" de María lleno de significado por su papel señero en la historia de la humanidad. De hecho, la única mujer que es más importante en todos los tiempos que cualquiera de los hombres más famosos y encumbrados que hayan destacado en la humanidad. María acepta resueltamente, sin temor a las consecuencias, su papel en la historia. Es, en efecto, quien inicia el gran proyecto de salvación. Sin ella no hay Evangelio; pero aún más, sin ella no hay civilización judeocristiana. ¡Y qué mujer de temple debe haber sido! Su intervención en las Bodas de Caná, es un episodio asombroso, por lo mismo que dije al principio. Las mujeres no intervenían en las cosas de los hombres y mucho menos en sus decisiones en público. Quizás en privado, en la intimidad del hogar, pero no en público. Mucho menos para dar órdenes: "¡Haced lo que Él les diga!". Que no solo es una orden sino que compromete al Hijo adulto y lo obliga a actuar. ¡Tremendo temple para una mujer de su época! Y es también tremendo y asombroso que ese episodio haya sido registrado, pese a que pudo haber sido motivo de escándalo, pese a que rompía con la tradición patriarcal. Los evangelistas le conceden así un protagonismo sin precedentes en la historia de la humanidad.
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