“Omnis determinatio est negatio” (Spinoza)
Los momentos más reflexivos son imprevisibles. La capacidad reflexiva, llegado cierto punto, se excede en su reflexión, se satura; los extremos no convergen.
La no convergencia de los extremos se podría considerar una proposición negativa sintética (*). Lo negativo, que va de afuera a adentro (**), no al revés, es inherente al proponer, impone una dialéctica contrapuesta a sí misma.
(*) Uso conscientemente terminlnología kantiana. Dicho intuitivamente quiere decir negar se corresponde "representativamente", a distancia con el ser; la cosa es anteponiéndole artificialmente un "no", su afectación. No hay nada, en puridad, que sea de ese tipo. Es, contrariamente, algo a lo que se llega, su composición.
(**) Es el movimiento primario de lo negativo, lo que es. No hay negación sin oposición (***), sin qué negar. El ser es primeramente, afirmativamente; sólo segundamente, no es.
(***) Sin embargo, la negación y la oposición no son lo mismo. La negación es una oposición más compleja, esto es, con más recorrido, y más determinada. En cierto modo, la oposición es más especulativa que la negación.
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