El desconcierto y creatividad
“Uno debiera ser siempre un poco improbable” (Oscar Wilde)
Algunos textos me traen más problemas que otros. Hay unos que son todavía más problemáticos, me dejan, intelectualmente, paralizado. En un principio, hay una idea con interés, un sito con posibilidades. Según avanzo, me digo, “esto que estás escribiendo es desconcertante”. Se ha hecho demasiado interesante.
Pasa lo contrario de lo que pasa con la angustia filosófica. El problema ahora no es no tener qué pensar, sino tener demasiado.
En esos episodios desconcertantes me siento totalmente incapaz de ubicar los pensamientos. Me digo, “a ver cómo demonios vas a poner en orden este lío” (*).
No me inquieto ante los momentos de desconcierto filosófico. Me los tomo con paciencia (**). No trato de escribir sobre ello. En su lugar, la música suele ayudarme, el jazz especialmente. La música es un tranquilizante del alma.
Hay cosas que no sé resolver, que no sé cómo hincarles el diente. Diría más, si supiese, no tendrían interés. Es muy cómodo decir “ésto es tal”, “pienso de esta manera”, “no hay duda de ésto”, …. La filosofía se practica generalmente entre ese tipo de obviedades. Ahora bien, las cosas menos prácticas, a las que estamos menos acostumbrados, suelen ser las que nos mueven del sitio en que estamos (***).
A mí me maravillan los filósofos con las cosas claras, los que saben sobre qué piensan y tienen su problemática resuelta (****). Si la filosofía fuese una cuestión burocrática, en que los problemas del pensamiento tuviesen una solución disponible, un “ésto es tal” y “tal es ésto”, tal para cual, no creo que me interesase nada de la filosofía. Como se dice, a otro con ese cuento. La filosofía no se interesa por un ser concreto, qué es ésto, ni, acaso, por eso que se llama "ser" (*****). Cuando leo que alguien habla de una metafísica general, me parto de risa. ¿Cómo sería una metafísica que no fuese general, que supiese qué es y qué le corresponde?.
(*) Un lío más que conveniente en la práctica de la filosofía. Ir buscando respuestas no se parece a ir haciendo preguntas.
Hay cuestiones que no se resuelven poco a poco, extendiéndose y aclarándolas. Empero, una solución debiera traer consigo la no-solución que queda siempre pendiente. Una vez la no-solución sea, se está preparado para ella, no se insiste en solucionar lo que no tiene la solución como posibilidad.
(**) Se trata de esta sencilla pregunta, "¿podría ser que ésto que no sé fuese?". Y, mejor visto, "¿y si lo que fuese no pudiera ser conocido?".
El reconocimiento tiene una deuda histórica por la que ha llegado a ser, es, primera y esencialmente, huérfano; anda a ciegas (******). Podría preguntarse si podríamos haber sabido antes lo que hemos llegado a conocer después; si lo esencial de la creatividad no está disponible y no es, por tanto, de acuerdo con una disposición.
Lo que hemos llegado a conocer es episódico e inesencial, no se mantiene sin un continuo oscilar dialéctico; el conocimiento, en cierto modo, se refiere a lo que resulta familiar y se adapta a su sesgo.
Lo diverso lucha por hacerse un sitio y reincidir en su persistencia, tiene que hacer un esfuerzo por mantenerse, esto es, repetirse inútilmente ante una oposición primera; no hace más que ruido inútil, pretende fijar un momento destinado a pasar. Hay una disposición a que lo diverso sea, no-ser lo mismo.
El no-ser de lo diverso no es, sin embargo, un continuo no-ser, un no-ser genuino, una repetición eterna de lo negativo. Lo negativo, podríamos decir, pierde fuerza negativa, de alguna manera, la agota y alcanza quietud, o, dicho problemáticamente, se echa para atrás, vuelve sobre lo andado, esto es, se repite formalmente; no se deja llevar por el no-ser sin quedar.
El no ser-es una abstracción de lo que es, preferentemente, sido, esto es, durante una historia realizada que, de algún modo, lucha por repetirse. El no-ser es, primeramente, insensible; sólo alcanza sensibilidad y reconocimiento sensible segundamente, esto es, si llega a ser.
(***) La disposición a estar se distingue de la de ser, más que en los términos ser y estar, en que una es sensible, estar como se está en el espacio, y la otra es existencial, es lo que es (*******).
(****) Los filósofos no suelen venir con problemas resueltos. Los casos en los que lo parece no suelen ser más que soluciones provisionales. Los verdaderos problemas no tienen solución, son infinitos e inconmensurables.
Si encontrase solución a un problema filosófico, me preguntaría si la solución no estaba ya ahí antes de resolverlo, si el problema no era sino un obstáculo que ejercía una contra-actividad.
(*****) Hay explicaciones del ser para todo tipo de gustos. No pretendo dar ninguna, me basta con fijarme en que lo reconozco sin llamarlo de ninguna manera.
(******) No es tanto el problema de que carezca de principio, cierto horizonte que generaliza un no-ser, como que lo pone como si fuese, como si ser y no ser fuesen lo mismo y tuviesen el mismo peso en la disposición fundamental a ser; es lo que no es, un modelo imposible de suplantar.
(*******) No puedo negar que la expresión "es lo que es" suene a tomadura del pelo. Me refiero a que lo segundo es algo que lo primero no era.
Marcadores