Viajes a Valparaíso.

[Kentia]

La vida en esos años transcurría así. Entre los viajes al Puerto de Valparaíso, y la vida en Santiago.

Sigo contando.
Cada viaje era muy diferente, porque a veces ni siquiera era planeado de antemano por mis padres. Esto era porque mi padre viajaba mucho por su trabajo, en el país y fuera de él. Por eso cuando él llegaba de alguno de estos viajes, mi madre, mi hermano y yo, que lo esperábamos con ansias, cuando él llegaba a casa, mi madre generalmente nos dejaba conversar con ellos después de las onces ( no cenábamos, algo que en el país es común, solamente las onces con muchos ""aditamentos"" reemplazando a la cena) las conversaciones generalmente versaban sobre los temas de los viajes de mi padre y sus alternancias, otras veces nosotros le conversábamos como nos iba en el colegio o mi madre, le contaba sus anécdotas en su trabajo. Mi madre trabajaba en casa, era correctora de libros de una editorial reconocida de España. Ella habla perfectamente dos idiomas más del propio del país, habla inglés y francés.

Mis padres ahora en el presente, tienen edad para estar en casa cuidados por una enfermera y una señora de confianza. Su casa queda cerca de la mía y los paso a ver casi todos los días. Mi hermano Rodrigo vive fuera del país, en México hace muchos años, su trabajo lo llevó a ser trasladado para ese país, por la empresa internacional en que trabaja. Sus hijos ( tres ) se han quedado en Santiago y son mis preferidos para salir, ellos y otros ""sobrinos postizos·· ( es común, que hijos de amistades, le digan a los amigos de sus padres tíos o tías, una de esas tías soy yo ) ellos me acompañan siempre en visitas al Zoo de la ciudad.

[tutifruti]

Hacía mucho tiempo que no entraba por aquí. Me ha gustado leer con tanto detalle todo lo referente a Valparaíso. Lo has descrito muy bien ya que e medida que se va leyendo te vas encontrando como si estuvieras presente. Un abrazo.

[Kentia]

¡¡Hola tutifrutti!! Me alegro mucho, de que leas y te guste lo escrito. Me encanta contar los recuerdos, como crónicas del ayer y del presente. Fui buena lectora hace años, uno de mis libros preferidos, era de un escritor chileno, que mi padre tenía en su biblioteca. Era uno, escrito por Joaquín Edwards Bello, que contaba historias de la capital chilena y del país, en forma muy amena, con detalles y fotos, de lo que él había vivido y lo que había visto.
Esa es mi influencia, para escribir, estas crónicas de esos años y del presente.
Saludos desde Santiago de Chile.

[Kentia]

La casa del tío Enrique en el Cerro Alegre, era una casa enorme con recovecos increíbles, que nosotros, con mis primos Laura y Javier, usábamos para jugar a piratas y corsarios, o para inventarnos historias de terror. Estas últimas, a mi primo Eduardito, le daban tanto miedo, que cuando Javier y yo las contábamos, generalmente este salía corriendo por las escaleras, a refugiarse en el regazo de su mamá en el living, nosotros con Laura y Javier, nos reíamos hasta que nos dolía el estómago, de verlo. Eramos unos ""inventores de juegos"" Javier y yo, y los primos se aunaban a esos juegos, que a veces, resultaban con la estampida de los primos, hacia el living, en donde estaban los adultos escuchando música.

Javier ahora en el presente, es un señor serio y circunspecto, abogado y profesor de la U de Chile, y cuando nos acordamos, de todas estas diabluras, no puede dejar de reír. Algo que no es común. Su carácter cambió mucho, con el ejercicio de su profesión.
Laurita estudió para profesora de Inglés, pero al casarse tuvo mellizos y al año una mujercita hermosa. Con tres hijos nacidos casi al unísono, se retiró del mundo laboral, para dedicarse a la crianza de sus hijos y a su marido, comerciante que trabaja a veces casi 18 hrs seguidas.

Los viajes a Valparaíso, también incluían ir de paseo en lancha, por la bahía del Puerto.
Cuando íbamos a mirar los barcos, que estaban atracados en los muelles y veíamos sus enorme estructura, quedábamos impresionados, y cada uno quería ir a pasear en lancha, para verlos de cerca.
La algarabía que entre todos se formaba, entre nosotros y mis primos Laura y Javier, Eduardito y Marta ( la hija de la tía Erica y el tío José ) era tal, que mi padre, mi madre y los tíos, al final accedían a nuestras peticiones hechas poco menos que a los gritos y risas.

Todos bajábamos al plan de Valparaíso, en tres autos, el de nosotros un Impala color azul metálico, un Pontiac, color crema ( del tío Enrique ) y un Mercury color gris, que era del tío Eduardo, la tía Erica y su marido José, no tenían auto, a él no le gustaba manejar, ellos cuando salían lo hacían en taxi o en micro.

Por eso, entre todos, que eramos un montón, nos apretujábamos en los autos y así llegábamos a la plaza Sotomayor, con las ganas de ver todo lo que era el Puerto para nosotros.

Lo primero que hacíamos, cuando llegábamos a las orillas del paseo, era mirar si estaban los vendedores de algodón de azúcar. De ahí, a pedir que nos compraran el manjar azucarado color rosado, no pasaba ni un instante. Así era, que todos con el palito en la mano, que sujetaba el manjar, y se podía partir en pedazos pegajosos, quedábamos todos con la lengua color rosado, algo que a mis padres y a mis tíos, les causaba mucha risa.


Lanchas de paseo y uno de los grandes barcos de turismo que llegan a Valparaíso.

[Kentia]

Un típico vendedor de algodón de azúcar, una tradición latinoamericana.

[Kentia]

Después, del paseo por la bahía en lancha, de atiborrarnos de algodón de azúcar y de reírnos de nuestras ocurrencias, quedábamos agotados. La mayoría de nosotros, cuando ya nos subíamos a los autos, nos quedábamos dormidos, y hasta que llegábamos a la casa, ahora del tío Eduardo, ya que, a él le tocaba atender a las ""visitas"" de Santiago ( nosotros ) después de estos paseos.

Llegábamos, más menos a las 14 hra,s a la casa del tío Eduardo y la tía Rosa, la señora que trabajaba en su casa, nos tenía preparado un rico pastel de choclo, con ensaladas a la chilena, el plato preferido de los tíos. de postre compota de membrillos con canela.

Después de este opíparo almuerzo, todos queríamos dormir siesta, porque las andanzas en el puerto habían sido de tal manera que el agotamientos nos ponía el cuerpo como si este desapareciera. Dormíamos todos los primos en los dormitorios, Rodrigo, Eduardito y yo en el dormitorio principal, y Marta en el dormitorio de Eduardito. Me acuerdo que mi madre nos iba a ver que estuviéramos dormidos y nos tapaba los pies con una manta de esas de Doñihue.

La vida en esos años, era casi sin Tv ( veíamos solamente las películas que los adultos veían, bajo su mirada nos portábamos tranquilos ) Compartíamos veladas en tardes hermosas.
No existían, las entretenciones de hoy, que poco o nada, dejan para poder disfrutar la compañía de adultos y niños.

[Kentia]

Mi madre y mis tías, mujeres románticas, escuchaban boleros en la radio Portales de Santiago, una de estas canciones era cantada por otro cantante. Acá la recuerdo con otra intérprete.
Mientras ellas escuchaban boleros, mis tíos jugaban al poker; cuando las tías y mi madre se aburrían de la música, ellas se agregaban al juego. Mi madre, era una experta en el poker, mi padre siempre se reía, porque decía que mi madre podía ""desplumar "" a cualquiera en este juego de cartas.

[Kentia]

La Radio Portales, la escuchaban todos los días mis padres y también mis tíos en Valparaíso y con los años, mi familia lo sigue haciendo. En ella, escuchábamos las noticias y los programas musicales que nos gustaban.

[Kentia]

Las radios eran parte de la vida familiar en esos días. Sin embargo en el presente, las radios AM, luchan por seguir en el espacio del mundo radial.

[Kentia]

Versos para Valparaíso, que escribió en el foro, una forera chilena. Me he enterado, porque recorriendo el tema de Valparaíso, los he encontrado.


Lleva tu viento brujo
en alas abiertas
de barcos misteriosos
piratas que fueron, te visitaron.

El mar en calma dice
en voz de suavidad tu belleza
creces entre cataclismos
y arcos de estrellas en tu bahía.


No te rozan los ángeles del miedo
ciudad telúrica de vientos, brisas y belleza
albergue de marinos perdidos
cuando estas inmóvil nos asustas
porque en la catedral tus cerros
de repente bailan enloquecidos.

Valparaíso, puerto de nostalgias
belleza sin tiempo añorada
la memoria te copia
y el Océano te abriga
playas de arenas suaves
me arrullan en la vida.