Sus ojos cerro
ojos azabaches, brunos ojos, beligerantes de existencia.
Gimotearon a escondidas
y el roció embrolló sus lágrimas tibias, con el suelo inerte, hambriento de vida
y durmió,
con el agasajo y
Ceñido a la sumisa, precipitación de invierno.
Bello poema, que nos hace acordarnos del frío Invierno y los miles, miles de niños abandonados en todo tipo de tierras y naciones.
La niñez esa etapa crucial en el ser humano, empañada por los sufrimientos del abandono.
Gracias Poeta, tus palabras nos dejan reflexionando, sobre lo que son las criaturas desvalidas y su mundo cruel, que a veces, decide no verlos.
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