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Tema: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

  1. #1

    Exclamation La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    No cabe duda que la existencia de Jesús, el Cristo, también conocido como Nazareno, fue un factor determinante para ese fenómeno extraordinario que llamamos Cristianismo y para la civilización judeocristiana en la que vivimos. Su existencia es innegable, incluso por las referencias que podemos encontrar en autores paganos de la época, como por ejemplo, el historiador Suetonio (Gaius Suetonius) quien informa en la Vida de Claudio que el Emperador expulsó en el año 41 a los judíos porque estos, instigados por Cristo, no hacían más que rebelarse. Suetonio vuelve a referirse al “castigo de los cristianos” en la Vida de Nerón (Edwards, Catharine. Lives of the Caesars; págs. 184, 203). Por otra parte, nos cuenta Tácito en el “Acta de los Mártires” que figura en sus Anales (XV, pp.38-44), escrito entre 115 y 117 dC, que: “Nerón se inventó unos culpables, y ejecutó con refinadísimos tormentos a los que, aborrecidos por sus infamias, llamaba el vulgo ‘cristianos’. El autor de este nombre, Cristo, fue mandado ejecutar con el último suplicio por el procurador Poncio Pilatos durante el Imperio de Tiberio (…) Así pues, se empezó por detener a los que confesaban su fe; luego por las indicaciones que éstos dieron, toda una ingente muchedumbre (multitudo ingens) quedaron convictos (…) Su ejecución fue acompañada de escarnios, y así unos, cubiertos de pieles de animales, eran desgarrados por los dientes de los perros; otros, clavados en cruces, eran quemados al caer el día a guisa de luminarias nocturnas. Para este espectáculo, Nerón había cedido sus propios jardines o celebraba otros juegos en el circo …”

    Estas persecuciones que conducían al martirio y la muerte a apóstoles y discípulos, así como a seguidores posteriores de la doctrina del Cristo, como era proclamada por quienes se dedicaron a propagar “la buena nueva” (o «Evangelio», del griego evangelion) que recibían de la tradición apostólica, se prolongaron por muchos siglos y han continuado en episodios aislados, pero a veces muy cruentos, a lo largo de los últimos 20 siglos hasta nuestros días. Sin embargo, como en el holocausto judío de tiempos modernos, muchos ponen en tela de juicio estas persecuciones y a veces hasta tratan de justificar sus razones o negar la historicidad del hecho de que todos los apóstoles, menos uno (Juan), enfrentados a la decisión trascendental de supervivencia, optaron por dar la vida antes que renunciar a lo que proclamaban sobre la vida y muerte de Jesús.

    Empero, los testimonios de la época son abundantes y contundentes. Veamos un par de ellos: La ejecución de Pablo decapitado y el martirio de Pedro en la cruz, “cabeza abajo”, según la trágica descripción del filósofo Orígenes y testimonios de Tertuliano, Eusebio de Cesarea y S. Jerónimo, fueron consecuencias de esa primera persecución. En otro escenario, Santiago (el menor), primo de Jesús, murió apedreado por los judíos en Jerusalén, según cuenta Flavio Josefo, por defender y predicar la buena nueva. S. Lino, sucesor de Pedro, sufrió martirio en el 76. Lo sucedió S. Cleto (Anacleto) hasta su martirio en el 91. El tercer Papa fue S. Clemente, un romano hijo de judíos que debió su conversión a S. Pedro y S. Pablo, quien afirma por primera vez el principio de la sucesión apostólica como garantía de fidelidad a la doctrina de Cristo y fue también el primero en referirse a los creyentes como “laicos” y el “pueblo de Dios”. Murió mártir al terminar el siglo.

    Entre los que dejan un rastro para la historia sobre estos hechos, se cuenta San Ireneo (130-202), considerado uno de los “Padres de la Iglesia”, quien compiló una lista de los Papas alrededor del 152 dC, que comenzaba diciendo: "Después que los santos apóstoles [Pedro y Pablo] hubieron fundado y constituido la Iglesia, pasaron a Lino el oficio del episcopado. Éste es aquel Lino que menciona Pablo en su epístola a Timoteo. Le sucedió Anacleto y tras éste recibió el oficio episcopal, en tercer lugar después de los apóstoles, Clemente (…)". (Haer. III, 3)

    A lo largo de los 20 siglos subsiguientes continuó forjándose lo que en siglos recientes se denominó “Civilización Occidental”, que cristaliza a partir de las postrimerías del siglo XIX hasta nuestros días en una Civilización Judeocristiana moderna y global. Para enfocar los resultados de esta evolución civilizadora, seleccionaré a continuación algunas citas de “El Cristianismo en la Historia; sus Luces y sus Sombras” (págs.264-265), disponible a todos los interesados en Amazon y CreateSpace:
    «Muchos historiadores y sociólogos reconocen la profunda raigambre cristiana en la civilización moderna y sus antecedentes judaicos. En las grandes civilizaciones de la historia las personas no habían tenido como individuos autoridad alguna para cuestionar el organismo social del que formaban parte hasta que surge el concepto de “la cristiandad” y se va extendiendo y perfeccionando en estructuras políticas, sociales, económicas y culturales que acaban por tener una identidad propia no confesional. De hecho, los dictados del caudillo, del monarca o del Estado eran fuente de moralidad y jurisprudencia en la antigüedad y alimentaron el absolutismo hasta hace pocos siglos.

    Es en la civilización moderna donde la sociedad es capaz de interrogarse y cuestionarse a sí misma mediante la crítica y el debate entre sus integrantes. Aunque la Iglesia Católica mantuvo una posición ambigua respecto a la libertad religiosa por muchos siglos, la cual llegó en algunas épocas a extremos de intolerancia, ha sido la más resuelta defensora de este concepto a medida que se fomentaba el ecumenismo en los dos últimos siglos. El Concilio Vaticano II fue un factor determinante en este sentido, influenciado por la labor doctrinal del sacerdote jesuita John Courtney Murray (1904-1967), quien planteó que los Padres Fundadores de los Estados Unidos habían basado sus principios en el derecho natural, que obliga al Estado a respetar la moral judeocristiana establecida pero sin una obligación confesional. Algunas de las tesis de Murray encontraron resistencia entre la jerarquía eclesiástica, pero durante las primeras discusiones del decreto Dignitatis humanae(1) publicó un artículo de gran influencia en las deliberaciones posteriores y muchos de sus principios acabaron por imponerse en el Concilio. Fue también muy importante la Declaración Nostra Aetate, formulada en este Concilio para definir las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, en la que se destacan los vínculos con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham”.(2)

    En la práctica, el concepto judeocristiano se había convertido también en un esfuerzo ético secular que intentó frenar los trágicos acontecimientos que alimentaron el estallido de la II Guerra Mundial. Fue utilizado por primera vez en ese contexto el 27 de julio de 1939 en un artículo de el New English Weekly con la frase “el esquema judeocristiano de la moral”, logrando amplia difusión durante la década de los 40 y consolidándose en grupos que evolucionaron hacia lo que se denominó la Conferencia Nacional de Cristianos y Judíos, impulsada en Norteamérica por el Cardenal John Patrick Folley (1935-2011).

    La Santa Sede se apoyó en estos argumentos para respaldar la creación de las Naciones Unidas y fue una firme promotora de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la que tuvieron un papel determinante notables pensadores cristianos: uno católico, el filósofo francés Jacques Maritain (1882-1973), y otro griego ortodoxo, el diplomático libanés Charles Malik (1906-1987). Este último presidió las audiencias en el proceso de redacción del documento final y defendió con firmeza los principios del derecho natural que debían formar parte de la Declaración. Las delegaciones de Cuba, Francia y Panamá fueron muy activas en la redacción original y la presentación de enmiendas que fueron aprobadas, pero en realidad fue un esfuerzo conjunto de muchos países y muchas personas para lograr el consenso.

    Se considera también determinante la influencia del pensamiento de Maritain y de sus relaciones a nivel diplomático porque algunas de sus obras más notables subrayan la gran cuestión de los derechos humanos universales, fundamentados en el derecho natural, como la única base realmente sólida para el análisis de nuestra realidad humana colectiva. Por eso se le reconoce una influencia intelectual decisiva para la aprobación de la Declaración Universal.

    La Iglesia Católica ha proclamado los derechos humanos como corolario de la civilización judeocristiana y como fundamento para la construcción de una cultura universal. El Cardenal Renato Raffaele Martino, afirmó en la XL Semana Social Católica de España (2006) que los derechos humanos tienen "un fundamento teológico y ético" y citó el acápite 153 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, donde se afirma que:
    "La raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad que pertenece a todo ser humano. Esta dignidad, connatural a la vida humana e igual en toda persona, se descubre y se comprende, ante todo, con la razón. El fundamento natural de los derechos aparece aún más sólido si, a la luz de la fe, se considera que la dignidad humana, después de haber sido otorgada por Dios y herida profundamente por el pecado, fue asumida y redimida por Jesucristo mediante su encarnación, muerte y resurrección".

    Sobre esta base, el Cardenal Martino subrayó que no se puede "considerar al sujeto de los derechos fuera de la dimensión política o disminuir el rol de los Estados con respecto a los derechos humanos. Estos derechos presuponen, en efecto, un orden político —nacional e internacional— que tiene el deber de reconocerlos, respetarlos, tutelarlos y promoverlos. En este contexto los derechos son jurídicamente reivindicables: su encuadramiento en el derecho constitucional es la vía normal para que sean definidos sus contenidos reales y se vuelvan exigibles de manera concreta."

    El Presidente Eisenhower se había referido en 1952 al concepto judeocristiano en una charla en el Freedoms Foundation de Nueva York como la “fe profunda religiosa” sobre la que “está fundado nuestro sistema de gobierno”, y en 1983 la Corte Suprema de los Estados Unidos sostuvo que las legislaturas estatales estaban autorizadas constitucionalmente a tener un capellán que iniciara las sesiones con una invocación “de conformidad con la tradición judeocristiana” (en Marsh v. Chambers, 463 U.S. 783).(3)
    Muchos gobernantes recientes han basado su agenda política en principios derivados de creencias religiosas, como Charles de Gaulle, Robert Schuman, Konrad Adenauer, Alcide de Gasperi y Amintore Fanfani, por citar sólo algunos del continente europeo.»
    (1) Declaración del Concilio Vaticano II sobre libertad religiosa. Promulgada el 7 de diciembre de 1965 en una sesión de los padres conciliares ante SS Pablo VI.
    (2) Declaración "Nostra Aetate" sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no Cristianas.
    (3) Gary Hartman, Roy M. Mersky and Cindy L. Tate. Landmark Supreme Court Cases: The Most Influential Decisions of the Supreme Court of the United States. 132 West 31st Street, New York, NY 10001: Facts on File, Inc. pp. 318–319.
    En resumen, este es el triunfo de la doctrina de “ama a tu prójimo, incluso a tus enemigos” que, aunque no es practicada debidamente por la mayoría de nosotros, es el paradigma ético que sustenta la Carta Internacional de Derechos Humanos y otras herramientas semejantes que defienden las libertades fundamentales a nivel regional y nacional.
    Última edición por gerama31; 16/01/2018 a las 21:00 Razón: separación de párrafos

  2. #2
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    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Cita Iniciado por gerama31 Ver mensaje
    No cabe duda que la existencia de Jesús, el Cristo, también conocido como Nazareno, fue un factor determinante para ese fenómeno extraordinario que llamamos Cristianismo y para la civilización judeocristiana en la que vivimos. Su existencia es innegable, incluso por las referencias que podemos encontrar en autores paganos de la época, como por ejemplo, el historiador Suetonio (Gaius Suetonius) quien informa en la Vida de Claudio que el Emperador expulsó en el año 41 a los judíos porque estos, instigados por Cristo, no hacían más que rebelarse. Suetonio vuelve a referirse al “castigo de los cristianos” en la Vida de Nerón (Edwards, Catharine. Lives of the Caesars; págs. 184, 203). Por otra parte, nos cuenta Tácito en el “Acta de los Mártires” que figura en sus Anales (XV, pp.38-44), escrito entre 115 y 117 dC, que: “Nerón se inventó unos culpables, y ejecutó con refinadísimos tormentos a los que, aborrecidos por sus infamias, llamaba el vulgo ‘cristianos’. El autor de este nombre, Cristo, fue mandado ejecutar con el último suplicio por el procurador Poncio Pilatos durante el Imperio de Tiberio (…) Así pues, se empezó por detener a los que confesaban su fe; luego por las indicaciones que éstos dieron, toda una ingente muchedumbre (multitudo ingens) quedaron convictos (…) Su ejecución fue acompañada de escarnios, y así unos, cubiertos de pieles de animales, eran desgarrados por los dientes de los perros; otros, clavados en cruces, eran quemados al caer el día a guisa de luminarias nocturnas. Para este espectáculo, Nerón había cedido sus propios jardines o celebraba otros juegos en el circo …”

    Estas persecuciones que conducían al martirio y la muerte a apóstoles y discípulos, así como a seguidores posteriores de la doctrina del Cristo, como era proclamada por quienes se dedicaron a propagar “la buena nueva” (o «Evangelio», del griego evangelion) que recibían de la tradición apostólica, se prolongaron por muchos siglos y han continuado en episodios aislados, pero a veces muy cruentos, a lo largo de los últimos 20 siglos hasta nuestros días. Sin embargo, como en el holocausto judío de tiempos modernos, muchos ponen en tela de juicio estas persecuciones y a veces hasta tratan de justificar sus razones o negar la historicidad del hecho de que todos los apóstoles, menos uno (Juan), enfrentados a la decisión trascendental de supervivencia, optaron por dar la vida antes que renunciar a lo que proclamaban sobre la vida y muerte de Jesús.

    Empero, los testimonios de la época son abundantes y contundentes. Veamos un par de ellos: La ejecución de Pablo decapitado y el martirio de Pedro en la cruz, “cabeza abajo”, según la trágica descripción del filósofo Orígenes y testimonios de Tertuliano, Eusebio de Cesarea y S. Jerónimo, fueron consecuencias de esa primera persecución. En otro escenario, Santiago (el menor), primo de Jesús, murió apedreado por los judíos en Jerusalén, según cuenta Flavio Josefo, por defender y predicar la buena nueva. S. Lino, sucesor de Pedro, sufrió martirio en el 76. Lo sucedió S. Cleto (Anacleto) hasta su martirio en el 91. El tercer Papa fue S. Clemente, un romano hijo de judíos que debió su conversión a S. Pedro y S. Pablo, quien afirma por primera vez el principio de la sucesión apostólica como garantía de fidelidad a la doctrina de Cristo y fue también el primero en referirse a los creyentes como “laicos” y el “pueblo de Dios”. Murió mártir al terminar el siglo.

    Entre los que dejan un rastro para la historia sobre estos hechos, se cuenta San Ireneo (130-202), considerado uno de los “Padres de la Iglesia”, quien compiló una lista de los Papas alrededor del 152 dC, que comenzaba diciendo: "Después que los santos apóstoles [Pedro y Pablo] hubieron fundado y constituido la Iglesia, pasaron a Lino el oficio del episcopado. Éste es aquel Lino que menciona Pablo en su epístola a Timoteo. Le sucedió Anacleto y tras éste recibió el oficio episcopal, en tercer lugar después de los apóstoles, Clemente (…)". (Haer. III, 3)

    A lo largo de los 20 siglos subsiguientes continuó forjándose lo que en siglos recientes se denominó “Civilización Occidental”, que cristaliza a partir de las postrimerías del siglo XIX hasta nuestros días en una Civilización Judeocristiana moderna y global. Para enfocar los resultados de esta evolución civilizadora, seleccionaré a continuación algunas citas de “El Cristianismo en la Historia; sus Luces y sus Sombras” (págs.264-265), disponible a todos los interesados en Amazon y CreateSpace:


    En resumen, este es el triunfo de la doctrina de “ama a tu prójimo, incluso a tus enemigos” que, aunque no es practicada debidamente por la mayoría de nosotros, es el paradigma ético que sustenta la Carta Internacional de Derechos Humanos y otras herramientas semejantes que defienden las libertades fundamentales a nivel regional y nacional.
    Hola, gerama.


    Decir que de historia, y en este sentido, de la historia de Jesus, no se mucho, mas bien casi nada. Escuchar hablar de esto y/o leer sobre esto me es casi nuevo. No obstante, me interesa el tema, lo sé, evidentemente, no mucho, lo reconozco, pero no en lo relacionado a su supuesta divinidad, porque en el fondo, no me convence mucho su historia respecto a esto. Me interesa que su historicidad sea reconocida como real, como cierta, y mas aun, como indudable. Quizá no encuentres mucho sentido en esto que te cuento, porque parece así, a simple vista, que hay un tipo de contradicción en lo que digo, pero no, no la hay. Se que puede también resultar un tanto intrigante esto de que me importa mucho la veracidad de su historicidad, pero no su historia relacionada con la divinidad. Y es curioso, pero tiene que ver con el núcleo, de este, tu tema. La moralidad. El sentido de la moralidad a nivel natural, y sus implicaciones en nuestra ética.

    Como un filosofo dijo "si no existe Dios hay que invertarlo", o algo así, yo pienso lo mismo, porque hace falta, nos hace falta, quizá no su existencia real, pero si la creencia de que esta ahí ese Dios, ¿y que mejor Dios que aquel relacionado con la bondad del Cristo como idea de esto?

    Ya, ¿que por qué invertarlo o mantener la idea de su presencia? Porque la moral desde un punto de vista naturalista es solo un biomecanismo que la vida a desarrollado por estimulación, que a su vez tiene su origen en una interacción de cosas inertes. Por tanto, como dijo Nietzsche sobre la razón, que es aplicable también a la moral, "no es mas que una versión de garras y colmillos", o algo así, un medio que la vida encuentra para seguir latiendo. Lo que vuelve a todo valor moral en un ano, ya sabes, cada quien tiene uno, y toda ética en una mentira aplicada. Por tanto en una base inadecuada para sustentar moral y ética.

    Supongo que ya sabrás por donde van los tiros, lo digo porque, intuyo, que conoces el tema, o al menos esa es mi impresión. En tal caso pues, entenderás que la idea de Dios es la mejor base para sustentar moral y ética. Quizá si alguien que nos lee diga "pero Dios no existe, por tanto también es mentira, y dices que la mentira no es una base adecuada para sustentar moral y ética", y podría casi estar de acuerdo con esto, pero hay diferencias, pequeñas diferencias que favorecen a la idea de Dios como mejor opción de base para la moral y la ética. Como, por ejemplo, parece que la noción tiene un origen en un proceso intuitivo, perceptual, y también como producto del subconsciente, lo que lo vuelve un producto indestructible a nivel perceptual, intuitivo y subconsciente, a demás de ser una duda que la razón no puede derrotar. Por tanto, es, en términos de las opciones que la naturaleza nos ofrece, sin duda la mejor opción.

    Como ultimo decir que, aunque no soy cristiano, el cristianismo es términos de creencia sobrenatural, es la mejor creencia por su base histórica. Por esto quiero que la historia de Jesucristo se vea un día como indudable en lo que a historicidad se refiere, porque por esta vía engordaría mas la duda sobre la presencia de Dios, y con esto también la base moral y ética... y de sentido en general, a demás la razón nos lo agradecería, pues no quiere sospechar de que sus hijos están locos, y que esto es hereditario, porque tal duda la metería en una camisa de fuerza.

  3. #3

    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Cita Iniciado por Florimperial Ver mensaje
    Hola, gerama.
    (...)
    Como un filosofo dijo "si no existe Dios hay que invertarlo", o algo así, yo pienso lo mismo, porque hace falta, nos hace falta, quizá no su existencia real, pero si la creencia de que esta ahí ese Dios, ¿y que mejor Dios que aquel relacionado con la bondad del Cristo como idea de esto?

    Ya, ¿que por qué invertarlo o mantener la idea de su presencia? Porque la moral desde un punto de vista naturalista es solo un biomecanismo que la vida a desarrollado por estimulación, que a su vez tiene su origen en una interacción de cosas inertes. Por tanto, como dijo Nietzsche sobre la razón, que es aplicable también a la moral, "no es mas que una versión de garras y colmillos", o algo así, un medio que la vida encuentra para seguir latiendo. Lo que vuelve a todo valor moral en un ano, ya sabes, cada quien tiene uno, y toda ética en una mentira aplicada. Por tanto en una base inadecuada para sustentar moral y ética.
    (...)
    Como ultimo decir que, aunque no soy cristiano, el cristianismo es términos de creencia sobrenatural, es la mejor creencia por su base histórica. Por esto quiero que la historia de Jesucristo se vea un día como indudable en lo que a historicidad se refiere, porque por esta vía engordaría mas la duda sobre la presencia de Dios, y con esto también la base moral y ética... y de sentido en general, además la razón nos lo agradecería, pues no quiere sospechar de que sus hijos están locos, y que esto es hereditario, porque tal duda la metería en una camisa de fuerza.
    ¿Como podemos afirmar y sostener a brazo partido que los derechos humanos son inalienables, inherentes e indivisibles? Si fueran obra de los seres humanos, cualquier parlamento podría cambiarlos a capricho de una mayoría o mediante trampas y manipulaciones en los países donde imperan regímenes autoritarios o totalitarios, tal y como hacen con demasiada frecuencia y desparpajo con las Constituciones en casi todos esos países. Los resultados de estas "reformas" constitucionales desembocan casi siempre en mayor control y represión para disfrazar como "derecho constitucional" la violación de muchos derechos humanos y libertades fundamentales.


    Sin embargo, no es indispensable creer en el Dios judeocristiano o en cualquier otro en particular. Lo que es indispensable es el reconocimiento de que hay una autoridad superior a la de los parlamentos, monarcas o dictadores que fundamenta la obligación del respeto absoluto a esos derechos y libertades. Ateos, agnósticos y otros, si así lo prefieren, pueden hallar satisfacción en soslayar su origen divino y derivarlos de un derecho natural que no pasa de ser fuente de una evolución histórica que se ha ido desarrollando durante milenios.


    Cabe preguntarse entonces, ¿si el derecho natural es fuente de una evolución histórica, cuál es la fuente, el origen o el antecedente del derecho natural? En cierto modo es como preguntarnos sobre el origen del Universo, que la ciencia cree que se produjo de un gigantesco estallido primordial, ¿qué había antes? o ¿cómo fue creada esa "singularidad" inicial? Los científicos han tratado de resolver estas interrogantes con hipótesis sobre múltiples universos anteriores que, al chocar o rozarse provocan el estupendo estallido primordial, como si se tratara de una chispa creadora. Pero, ¿cómo surgieron esos múltiples universos anteriores? Es evidente que todas estas hipótesis constituyen un verdadero acto de fe científico porque no son comprobables. ¿En qué se diferencian del acto de fe en una autoridad superior?


    Semejante interminable concatenación de razonamientos sería también el resultado de proponer que el derecho natural es un simple producto de la mentalidad humana (la cual es, por supuesto, su instrumento), porque en ese caso los derechos y libertades que dan un cierto grado de coherencia a nuestra civilización dejarían de ser inalienables, inherentes e indivisibles. ¿Es acaso eso lo que queremos para nuestra ya bastante atribulada humanidad? ¿No es preferible aceptar que es una autoridad superior la que nos dicta la obligación de respetarlos y defenderlos?


    Jacques Maritain al referirse a los derechos humanos en su libro "El Hombre y el Estado" postula que:
    «Es esencial a la ley [a cualquier ley, aclaro] el ser un orden de la razón, y la ley natural o la normalidad de funcionamiento de la naturaleza humana, conocida por vía de conocimiento por inclinación, sólo es ley que obliga en conciencia porque la naturaleza y las inclinaciones de la naturaleza manifiestan un orden de la razón, a saber, de la Razón divina. La ley natural sólo es ley porque es una participación de la Ley eterna.»
    Y más adelante, en ese mismo acápite concluye:


    «Entonces, ¿cómo se pueden reivindicar derechos si no se cree en los valores? Si la afirmación del valor y de la intrínseca dignidad del hombre es un absurdo, la afirmación de los derechos naturales del hombre es un absurdo igualmente.»
    (Cap. IV, acápite 4)


    Esta realidad perversa que se entroniza cuando descansamos solamente en el razonamiento humano la contemplamos en cómo los "motivos de Estado" o la "seguridad nacional" o el "fundamentalismo islámico" decretan que sus miembros están autorizados, por ejemplo, para ejercer la tortura o para cometer asesinatos en nombre del patriotismo o una pésimamente concebida "libertad".


    Luego, SÍ, Florimperial, todo este aporte "tiene que ver con el núcleo, de este ..." mi tema. En otras palabras, una moral, una ética, histórica. No hay que creer en la divinidad de Jesús y hasta podemos dudar de su existencia histórica, si aceptamos la base fundamental de su doctrina, cuando según los testimonios de Lucas, Mateo y Pablo, respondiendo a cuáles son los mandamientos fundamentales, Jesús los resumió así: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» (Lc. 10:27)


    Si no encontramos una autoridad superior a la cual amar sobre todas las cosas, ¿cómo podemos amar todo lo que existe en este Universo en que vivimos y respetarlo y protegerlo? ¿Cómo podemos amar al prójimo si no nos ata un sentimiento de familia o alguna ambición, conveniencia o atracción física o intelectual? Aunque digamos que lo hacemos por respeto a los derechos de los demás, quedaría a nuestro juicio a cuáles y cómo respetarlos. Y la civilización moderna, esta civilización judeocristiana, se desmoronaría.


    Por eso el Jesús histórico es tan importante porque su existencia nos da un fundamento palpable y su doctrina es entonces reconocible como el fundamento decisivo de la civilización moderna. No hay que creer en El. Basta con practicar los valores que predicó y defender el resultado codificado que hemos logrado en la Carta Internacional de Derechos Humanos y en otros instrumentos regionales y nacionales basados en los mismos principios.
    Última edición por gerama31; 17/01/2018 a las 15:47 Razón: ortografía

  4. #4
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    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    OJO con ciertas doctrinas del judeocristopaulinismo, el mal llamado cristianismo, doctrinas que infringen la "ley natural" ... He dado algunos ejemplos en el foro adecuado.

  5. #5
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    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Por otro lado, que haya existido un fulano llamado Jesús de Nazaret no es nada extraordinario. Eso no prueba que sea Dios hecho hombre.

  6. #6
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    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Lo que prueba es que los hombres son capaces de endiosar a meros seres humanos.

  7. #7
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    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Y eso se llama evemerismo.

    https://es.wikipedia.org/wiki/Evemerismo

  8. #8

    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Es significativo que esto del "cristopaulinismo" y del "judeocristopaulinismo" sólo se debate en este foro y no aparece ni en enciclopedias prestigiosas ni tampoco en wikipedia, donde hay muchas piezas de "conocimiento" heterodoxo, pero esta, notablemente, brilla por su ausencia. Se trata simplemente de una de esas teorías festinadas lanzadas al vuelo por teóricos caseros que pretenden buscarle baches a la teología del cristianismo histórico. Emeric está presente en casi todos los debates en que se plantean estas teorías que él promueve con tanta insistencia y que tienen el propósito evidente de confundir. Por otra parte, valga reconocer que Emeric es una persona que debe haber leído mucho y, quizás, estudiado mucho, sobre estos temas. Argumentos no le faltan cuando se esmera.


    Sin embargo, en este intercambio no parece haber encontrado argumentos a lo tratado sino simples observaciones que no se toma el trabajo de explicar, como por ejemplo, por qué lo planteado en los mensajes de enero del que suscribe y de Flor Imperial infringe la "ley natural". Tampoco explica por qué Jesús de Nazaret es para él un "fulano" cualquiera. ¿Cuál es la base de su argumento de mediocridad de quien fundó una Iglesia que ha logrado un papel preponderante durante más de 20 siglos hasta el punto de convertirse en paradigma de la actual civilización mundial y sus bases éticas?


    Por último, lanza al ruedo el "evemerismo", pero no señala cómo se aplica a Jesús de Nazaret. Aparte de tratarse de una teoría que lo antecede cuatro siglos, es una que se aplica a leyendas y no a hechos históricamente comprobados.


    No tenía intención de dar respuesta mordiendo el anzuelo que nos lanza Emeric con sus breves aportes encaminados a confundir, pero en consideración a otros lectores he creído oportuno aclarar algunas cosas y desenmascarar su falta de seriedad.

  9. #9

    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Como es habitual, Emeric no tiene respuestas a los argumentos de peso que se le presentan. No responde a por qué le llama "fulano" a Jesús de Nazaret, ni en qué se le aplica el "evemerismo".

    Este es el caso también de su superficial mención de la "Ley Natural" insinuando que "el mal llamado cristianismo" las infringe.

    Sin embargo, la Ley Natural es un pilar importante de la Escolástica y, en particular del Tomismo, porque la escolástica tomista plantea también la cuestión de la Ley Natural como base fundamental del derecho natural.

    Sto. Tomás de Aquino había postulado que una ley puede derivar de la Ley Natural de dos modos: por conclusión y por determinación o especificación. De su derivación por conclusión se trató el "derecho de gentes" y se mostró que debe ser considerado como natural. El derecho consiste en un proceso de ajuste entre los seres humanos, las cosas y las situaciones, y la equidad es la norma para lograrlo. La ley ayuda a la aplicación del derecho cuando debe resolver un problema en el que hay que ajustar ciertas relaciones intersubjetivas. Por eso Tomás subraya que "las leyes rectamente establecidas son deficientes en algunos casos, en los que, si se observasen, se iría contra el derecho natural. Y por eso, en tales casos no debe juzgarse según el sentido literal de la ley, sino que debe recurrirse a la equidad, que es es la intención del legislador".

    Tomás conmina así al juez a situarse en la perspectiva de un hombre razonable, como se supone que es el jurista, y a fallar sin violar lo que es justo y natural. Subraya que la naturaleza humana se manifiesta por su exigencia natural de orden y de justicia al tomar conciencia de un derecho natural universal, común a creyentes, escépticos o ateos, judíos o gentiles. La interpretación posterior de su extensa obra por algunos de sus discípulos y seguidores sirvió de base a una escuela filosófica más conocida como Tomismo.

    Siglos más tarde destacaron entre las filas cristianas muchas figuras que le dieron impulso a la ciencia económica. Destacan el Abad Ferdinando Galiani, quien formuló ideas concretas sobre cómo la utilidad y la escasez determinan los precios; así como también el Abad Étienne Bonnot de Condillac, el Abad Robert Jacques Turgot y François Quesnay, y otros diversos fisiócratas franceses calificados como fundadores de la ciencia económica, todos los cuales eran reconocidos seguidores de la Escolástica.

    El término fisiocracia deriva del griego y quiere decir "gobierno de la naturaleza", porque estos eruditos cristianos afirmaban la existencia de una Ley Natural por la cual el sistema económico funcionaba sin necesidad de la intervención del gobierno y exigían que las leyes humanas estuvieran en armonía con las leyes de la naturaleza. La fisiocracia fue una reacción al pensamiento mercantilista del s.XVIII.

    Por su parte, John Locke (1632-1704) postulaba que la Ley Natural es un decreto divino que impone la armonía global a través de una disposición mental o reverencia a Dios que fomenta el amor al prójimo, lo que permite un estilo de vida que frena los impulsos de robar, matar o, en definitiva, cometer violación de la libertad ajena, todo lo cual obliga a un comportamiento favorable a la convivencia. Su Epístola de Tolerancia fue publicada en 1689, un año después del triunfo de la revolución en Inglaterra, durante su destierro en Holanda y en esa obra trata ampliamente sobre este tema.

  10. #10
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    Predeterminado Re: La Civilización Judeocristiana, producto de 20 siglos de historia

    Cita Iniciado por gerama31 Ver mensaje
    Es significativo que esto del "cristopaulinismo" y del "judeocristopaulinismo" sólo se debate en este foro y no aparece ni en enciclopedias prestigiosas ni tampoco en wikipedia
    Paciencia, paciencia ... Ya aparecerán, con el tiempo.

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