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Tema: La maleta roja

  1. #41
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    """""""Saber las cosas con certeza va bien, de lo contrario, uno se puede formar unas opiniones completamente equivocadas"""""





    Saber las certezas de uno y de otro, es donde se sostiene la confianza, entre dos personas...en la pareja....o en la amistad...

    Cuanta verdad en esas pocas palabras....

    Seguimos leyendo...

    Le has puesto la impronta más verídica que se pueda tener, entre este grupo de personas. Cada cual con sus formas, su pasado y presente...

    Excelente relato, querida amiga...

    Tus letras tienen esa humanidad, de la vida real, con todo lo que ella significa.

    Provoca el deseo de seguir leyendo, para poder saber...y hasta sentir...las emociones de tus personajes.


    Saludos... cariñossssssss...besitos y saludos a Woody.

  2. #42
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    Gracias por tus palabras Caracola. Me gusta que veas como yo misma a los personajes. Aunque están sacados de la imaginación, es cierto que sus actitudes tienen mucho de la vida cotidiana. Quizás las acciones del perro, es lo más real de la historia, porque lo del baño, sí que está sacado de un acto sucedido cuando mis hijos eran pequeños. Un abrazo-

  3. #43
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    Sí, hablaría con Pedro. Le contaría toda la verdad, seguro que su vieja amiga tenía razón, y las cosas podrían ir mejor entre ellos dos. Actualmente iban bien, pero comprendía que podían ir mucho mejor, porque estaba segura que dejarían de existir esos largos tiempos de un mutismo absoluto por parte de Pedro, cosa que la obligaba a ella a permanecer también en silencio.

    Pedro por su parte estaba pendiente del correo, ansiaba recibir una carta que le anunciara que era admitido en la plantación lejos de allí. Sólo sería para un mes, y en este tiempo ganaría casi lo mismo que recibía aquí del Gobierno en medio año. Ya se aseguró que no iba en contra de ninguna ley, si él se iba por un tiempo a trabajar a otro lugar. La casa no quedaba deshabitada, allí estarían Araceli y Rubén cuidando de ella, y por supuesto recibiendo una mensualidad. Aunque se ausentara no les faltaría nada. Además la gente del pueblo habían demostrado que les aceptaban de buen grado, y les ayudaban si les era posible.

    Por primera vez desde que establecieron el contrato, se preguntaba si cuando había escrito solicitando una plaza temporal en los campos frutales era por el dinero, o había algo más. ¿Era una huida? Y si admitía que lo era, venía la siguiente pregunta. ¿De qué huía? O más bien de quién.

    En alguna ocasión, se había despertado en la noche, con un pensamiento fijo. Araceli, estaba a muy pocos metros de él. Y enseguida la tentación de abrir cautelosamente la puerta para verla en la cama. Reconoció que este pensamiento lo excitaba. Por otra parte, dejaba de recriminarse, porque se decía que al fin y al cabo era un hombre, y hacía demasiado tiempo que no había tenido contacto físico con una mujer.

    Lejos de la casa, lejos de todo, no se sentiría mal si finalmente buscaba una compañía femenina, por unas horas. ¿Era eso lo que quería, alejarse para no sentirse culpable? Nada habían establecido entre ellos dos. Era muy libre de actuar como le viniera en gana.


    Ver a Araceli por la casa, lo hacía estar a la expectativa de algún descuido por parte de ella. La primera vez que lo descubrió se sintió muy mal. Todo fue debido a que Araceli se agachó para ***** al niño en brazos, este gesto hecho sin ningún tipo de premeditación enseñando parte de sus pechos, le hizo recapacitar y darse cuenta que espiaba sus poses en busca de una parte de su cuerpo que no estuviera a la vista normalmente.
    Era consciente que habían hecho un pacto, sin firmas, sólo existían palabras, pero debía actuar en consecuencia. Su palabra tenía tanto valor, como si existiera una firma. Quién sabe si dentro de un tiempo ella se cansaba de estar allí, sin demasiadas comodidades y buscara en otro lugar, a un hombre que aceptara sin ningún tipo de premisa vivir a su lado, para ofrecerle todo lo que puede existir entre un hombre y una mujer.
    Desde luego, la recolección de la fruta, era una buena excusa para poner en orden sus ideas. Lejos de ella, para no estar espiando sus movimientos. Casi se avergonzaba de tenerlos, pero por otra parte comprendía que le daban un aliciente a su vida, que antes no tenía.

    Por eso esperaba ansiosamente la carta. Para poner fin de inmediato a tantos pensamientos, que reconocía eran del todo normales.
    Unos días de separación le iría muy bien para aclarar muchas dudas. Y en cuanto lo hubiera hecho, desde luego tendría que hablar con ella para decirle, lo que pasaba por su cabeza, cada vez que aparecía ante sus ojos.
    No sabía decir si aquello era el principio de un enamoramiento tardío, o simplemente era deseo, lo que tenía muy claro que al pensar en Araceli entre sus brazos, parecía que su cuerpo ardía.

    La carta aún tardó dos días más en llegar.

    A Pedro le pareció que por fin podía respirar más tranquilo
    .- Cuándo te irás – le preguntó ella –
    - Quiero estar allí este fin de semana, y poder empezar el trabajo el lunes.

    Mientras hablaba se fue camino del dormitorio en busca de su maleta roja.

    .- Me llevaré algo de ropa de abrigo. Allí hace más frío que aquí, y se empieza a trabajar muy temprano. Será recordar viejos tiempos – dijo queriendo que su voz sonara alegre, sin conseguirlo –
    .- ¿Cuántos días estarás fuera?
    .- En principio el contrato es para dos o tres semanas. Pero con opciones a prolongarlo más si fuera preciso. Aunque el día de recibir nuestro salario, no hubiera vuelto, te dejaré por escrito la autorización para que puedas sacar el dinero necesario. No sufras que no te quedarás sin recursos.

    .- Bueno, no lo preguntaba por eso. Sólo quería saber si tu estancia sería muy larga. En estos momentos tengo la sensación de ser una carga para ti. Supongo que es por mi hijo.
    .- De verdad, que Rubén, no tiene nada que ver con mi desplazamiento.

    .- Pero de alguna manera, si te vas yo soy la causa. Creo que merezco una aclaración. Si marchas sin decirme nada más, siempre me quedará la sospecha, que de alguna manera, he condicionado tu vida. Y por nada del mundo quisiera ser yo la culpable de tu infelicidad. Llevamos meses viviendo juntos, y aún no hemos hablado a fondo de nuestros problemas. Y creo que antes de irte deberíamos dejar claras muchas cosas.
    Pedro la escuchaba, atento, dejó la maleta a medio hacer y se sentó en la cama mientras le decía.

    .- No quiero que te sientas culpable de nada. Y mucho menos que pienses que el niño me obliga a nada que no quiera hacer. Pero es cierto que en estos momentos necesito un poco de espacio. Necesito estar a solas conmigo mismo, y con todas mis dudas. A veces pienso que el trato que hicimos puede resultar duro en según qué momentos. Si para mí lo ha sido, imagino que para ti también. ¿Me equivoco?

    .- No. Tienes razón. Necesito saber que no he sido una carga demasiado dura para ti. Muchas noches me he despertado con la idea loca, que si hubiéramos tenido unas relaciones sexuales, tú, hubieras estado más abierto conmigo. Sólo he recibido por tu parte buenas, pero pocas palabras. Nunca ni un gesto que me indicara que estabas contento con lo pactado. Yo por lo menos he conseguido lo que quería, poder tener a mi hijo conmigo. ¿Lo has alcanzado tú?
    .- Desde luego. Como y duermo en mi casa y no estoy solo. En aquellos días era lo único que necesitaba.



    .- Pero con el paso de los meses te has dado cuenta, que no te llena por completo. Necesitas algo más en tu vida. Déjame que te explique cómo quedé embarazada del niño.
    .- No es necesario.

    .- Sí que lo es. Por lo menos para mí. No quiero que pienses que soy una cabeza loca, que va por la vida acostándose con el primero que se le cruza por delante.

  4. #44
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    Pedro la miró detenidamente. Le hizo una señal palmeando encima del colchón para que se sentara a su lado.

    .- Si estás empeñada en hablar y eso te hace feliz, cuéntame lo que te pasó.

    Araceli le dio la misma versión que hacía muy pocos días le diera a Ramona. Cuando acabó de hablar, sintió que sus ojos estaban húmedos.

    .- Con todo lo que te acabo de decir, deseo que sepas, que tu opinión me importa mucho. Eso lo he ido descubriendo a medida que he pasado los días a tu lado. Eres un buen hombre que merece encontrar la felicidad. Si quieres que rompamos nuestro contrato, para tener una libertad completa, lo entenderé. Sin reproches, ni recriminaciones.
    .- ¿Tú deseas romperlo?
    .- Yo no. Eres tú quien ha decidido irse de aquí, aunque sea por unas semanas.
    .- Ahora me parece que me estás poniendo a prueba – dijo Pedro-
    .- Necesito saber algo de lo que pasa por tu cabeza. Si al volver hemos de continuar viviendo juntos, es necesario que pongamos nuestros pensamientos al descubierto, para saber a qué atenernos, tanto tú como yo misma.
    -. En estos momentos, tengo la sensación que estar a punto de seguir unos impulsos, esos que tú y yo acordamos no interferiría en nuestra relación.
    Se calló buscando las palabras más adecuadas.
    .- Araceli, por nada del mundo quisiera herir tus sentimientos. No es un rechazo a tu persona. Todo lo contrario.
    -. Pues entonces, no te vayas. Si lo haces me harás sentir culpable. Sé que donde vas a trabajar, lo pasarás mal. Por el frío, porque estarás alejado de esta casa, que es por lo que hemos estado luchando los dos. Si te vas, me harás sentir responsable de todo lo malo que te pueda suceder.
    Estaban los dos sentados en la cama, muy cerca el uno del otro.
    Pedro supo que aquellas palabras eran una clara invitación a seguir adelante para dejar libres sus instintos.
    .- No Araceli, ahora no es el momento de empezar una nueva relación entre nosotros. Si lo hacemos, dejándonos llevar por lo que empezamos a sentir, nunca sabremos, si lo nuestro es verdadero, o simplemente es una salida obligada, porque queremos asegurarnos de seguir viviendo juntos, pero en soledad. Una soledad compartida, a veces esa soledad es la peor. Yo quiero que si pensamos en una unión, sea porque realmente estamos seguros de nuestros sentimientos. Ahora estamos condicionados, quizás por el miedo, quizás por una inseguridad.
    Le tomó las manos, mientras la miraba a los ojos.
    .- Dime que me entiendes – suplicó Pedro-
    .- Te entiendo, pero ahora dime tú, que volverás. Dime que no te vas porque se te hace insoportable mi presencia.
    .- Es todo lo contrario. Me voy para asegurarme de que cuando regrese, lo que empezamos a sentir ahora, irá madurando. Seremos como las familias normales. Mantendremos esta separación como si fuera nuestro noviazgo.
    .- Deberíamos firmar este pacto con un abrazo, con algo distinto al apretón de manos que hicimos la otra vez. ¿No crees?
    Pedro tardó un poco en replicar. Pero cuando lo hizo su voz sonaba emocionada.
    .- Me veo incapaz de abrazarte, sin intentar ir más allá, y si esto ocurriera. Siempre tendríamos la sensación, de no haber sabido reprimirnos, de dejarnos llevar solamente por los instintos. Y yo quiero que nuestra relación, tenga una buena base.

    .- Quizás tengas razón. Esperaré a que vuelvas, confío en ti, sé que regresarás, que no huyes asustado de lo que representará una unión entre nosotros. Te dejo para que termines tu equipaje.
    .- Mañana temprano me iré. No te levantes para decirme adiós. Me será mucho más fácil.
    Araceli, no dijo nada más. Salió del dormitorio y entró en el suyo. Rubén dormía en la cama, ocupando el centro de la misma. Araceli, suavemente lo empujó hacia un lado, y se tumbó junto a él. Le pasó una mano por el pelo. Después trató de dormir. Oía el ruido que hacía Pedro, ahora estaba en el baño recogiendo sus escasas pertenencias que tenía en el estante. Después oyó un suave golpe al cerrar la puerta de su dormitorio.
    Luego le pareció que caía desde un gran abismo, que llenaba su cuerpo de una sensación extraña.
    Cuando se despertó, ya había salido el sol.
    Supo que estaba sola en la casa.

  5. #45
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    Bien en la próxima entrega esto se acaba. No tardaré en subirla, lo haré antes que el PC, se me declare completamente en huelga. Hay días en que para publicar cualquier cosa, me cuesta horrores, pues se me cuelga. Necesita un reemplazo. Hasta pronto.

  6. #46
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    Pedro salió de la casa, procurando no hacer ruido. Ya había cogido el tranquillo al portón de entrada y sabía cómo moverlo para que no chirriara demasiado. Esto era fácil de hacer desde dentro, pero imposible de conseguir desde la calle. No le importó dejar la puerta entornada, ya la cerraría Araceli, cuando se levantara.
    Sabía que de ahora en adelante iniciaría una nueva etapa en su vida.
    En muy poco tiempo todo había cambiado a su alrededor. Se vio a sí misma en la plaza de la gran ciudad. Solo y hundido por las circunstancias.
    Salió del pueblo acompañado de otro hombre que como él mismo había empezado a vivir allí en busca de una mujer y sobre todo de un lugar en dónde poder satisfacer las necesidades más esenciales. El autocar los llevó hasta la estación de tren, y de allí tras una hora de trayecto llegaron al lugar indicado.
    Fue inevitable mantener una conversación durante el viaje.
    Aquel hombre no tuvo reparos en decirle que se había acogido a la llamada de los braceros, que pedían, para poder llegar a fin de mes más holgadamente. La mujer con la que compartía desde meses atrás su vida, quería tener familia, y comprendía que un jornal añadido a lo que cobraban, sería muy bien recibido, y por supuesto bien distribuido. Se llamaba Fernando, hasta el momento nunca había encontrado a una mujer con la que compartirlo todo, y la nueva situación debida a la llegada de las mujeres en aquel autocar, le dijo que había cambiado su vida por completo.
    Pedro, escuchaba atentamente, para no parecer mal educado. Él no estaba dispuesto a hacer ningún comentario de cómo habían enfocado sus vidas con Araceli. Le impresionó comprobar que ella era muy conocida entre todos, por el mero hecho de acudir a este tipo de citas con un niño de muy corta edad.
    En cuanto llegaron a la plantación, se encontraron con otros hombres que iban en busca de un beneficio económico. Todos habían trabajado en lugares similares, por lo que no desconocían que el trabajo era muy duro. Trabajar de sol a sol, para caer rendidos al final de la jornada, comer, y disponerse a dormir en una gran nave acondicionada para este menester. Los colchones no eran de la mejor calidad, pero el agotamiento era tan fuerte, que importaba poco la calidad del colchón y lo agradecían al máximo.

    Y así día tras día, pensando siempre en la cantidad de dinero que ganarían. Dinero extra, con el que en un principio no habían contado, eso era para él, lo más importante, era como caído del cielo.

    Pedro se alejaba de Fernando, no quería hablar de su vida con él. Tenía miedo que al llegar de vuelta al pueblo, tuviera motivos de los que hablar, de hacer comentarios. En realidad estaba actuando como lo había hecho siempre. Obviaba por completo que había dejado a una mujer en aquella casa, que ya parecía un hogar.
    Por las noches, no obstante su último pensamiento era para Araceli. No era de extrañar que apareciera en sus sueños. Siempre eran sueños eróticos, por lo que un día se unió a unos cuantos braceros que se fueron en busca de mujeres fáciles. La mayoría sabían muy bien dónde encontrarla. Él simplemente se unió a ellos en busca de un poco de calor humano. Sabía que no era nada especial. Simplemente era un contacto carnal a cambio de dinero.
    Por unos momentos se preguntó si aquel comportamiento podía calificarse de traición hacia la mujer que dejó en casa.
    No. No podía decir que aquel acto se pudiera calificar de nada especial. Pedro necesitaba desahogar sus instintos. Y con ese pensamiento se sintió reconfortado. Pero algo en su interior le estaba diciendo, que aquel acto no saciaba para nada sus deseos.
    Fernando también había bajado hasta aquel lugar, pero fue directo a llamar por teléfono. No intentó encontrar a nadie que llenara el vacío.
    Luego cuando volvieron a encontrarse, le dijo que había dejado recado en casa de Fulgencio y Ramona, para que su pareja supiera que había llegado bien.
    Esto le hizo pensar a Pedro, que debería mandarle por lo menos una postal a Araceli, para que supiera que estaba bien. Compró una que reproducía el lugar donde se hallaba. No le importaba que fuera o no bonita, sólo quería que tuviera alguna noticia suya. Al final añadió una frase especial. “Ya falta menos para el regreso”. La postal la metió dentro de un sobre. No quería que nadie más lo pudiera leer.
    Tenía pocas horas para pensar, pero era indiscutible que antes de dormirse su pensamiento se iba hasta su casa. Recordaba pequeños detalles que habían vivido juntos, y que en su momento parecía no tener demasiada importancia, y ahora en la lejanía cobraban un valor hasta ahora desconocido.

    ¿Era esto suficiente para que en su relación, se añadieran otros ingredientes más afines entre una pareja? Tenía dudas. La deseaba de esto estaba muy seguro, pero no todo se tenía que apoyar en esto. Pero comprendía que por mucho que quisiera esconderlo, era una parte muy importante.
    Cuando volviera a casa, intentaría ser más comunicativo. Se daba cuenta de lo poco que le gustaba hablar. A ella la oía en interminables charlas con Rubén. El niño apenas decía unas pocas palabras, pero Araceli, hablaba por los dos, incluso le hablaba a Toma.
    Cuando descubrió este detalle se sintió feliz. Que aprobara la incorporación del perro en el día a día, le gustó. Luego vino por sorpresa la actuación del niño, que se desvivía por estar con Toma.
    Sí, desde luego que cuando volviera tendría que planificar de nuevo la convivencia.
    = = = = = === ==
    Cuando Araceli recibió la postal, en el primer momento tuvo un sobresalto. ¿Le habría ocurrido algún percance? ¿Le decía aquella carta que aún no había abierto, que no volvía por la casa?

    Sus dedos querían ir rápidos abriendo el sobre, pero parecían de trapo. Finalmente leyó lo que le decía. No era apenas nada. Que había llegado sin contratiempos, y la frase final, le daba una certeza, que no se había ido para siempre, como temió desde un principio. Pedro volvería y tal como le anunciaba, ya faltaba menos.
    Leyó y releyó la postal un montón de veces. Se sentía mimada por aquel gesto tan sencillo, darse cuenta que él, pensaba en ella.
    Y aquí hizo un alto en sus pensamientos.
    Sí, ella también se recreaba en cómo sería la vida en cuanto Pedro volviera definitivamente. Su vida no tendría nada que ver, con la que habían llevado en los últimos meses. Se había preguntado en muchas ocasiones si realmente estaba enamorada de él. Y admitía que no. Pero también se daba cuenta que deseaba estar a su lado. Lo añoraba. Cuando se lo comento a Ramona, ésta se echó a reír asegurándole, que aquello que sentía si no era amor propiamente dicho, se la parecía bastante. Admitió que no era lo mismo un enamoramiento de adolescente, cuando todo se ve bajo un prisma romántico. Ahora enfocaba todas las acciones con los pies muy anclados en el suelo. Ramona le dijo que era muy buena señal, para empezar como pareja estable, que pensara en Pedro en muchas ocasiones durante el día. Antes cuando se levantaba por las mañanas, en muchas ocasiones él, ya había preparado el café, y ella podía dedicarse al desayuno de Rubén.
    Desde luego que encontraba a faltar, saber que la casa no estaba vacía cuando llegara después de sus tareas en casa de Ramona. Aunque al entrar estuviera silenciosa, sabía que él, no tardaría demasiado en llegar. No era hablador, pero ya se había acostumbrado a esos silencios prolongados.
    Y tras muchos recuerdos, revivió con detalle cómo fue su despedida. Tenía razón, en aquellos momentos, a los dos no es hubiera costado nada ir mucho más lejos. Pero Pedro era muy consciente, de que aquella actitud, tomada en un momento pasional, podría llevarles al fracaso más adelante.
    Fue mucho mejor que tuviera el buen sentido de no seguir adelante.

    Ahora sólo quedaba por ver, si al llegar sabrían los dos encontrar el equilibrio de una relación estable.

    Las palabras de Ramona siempre le daban ánimos para llevar su ausencia esperanzas.

    Aquel día al despertar Araceli, notó de inmediato que hacía frío. En cuanto sacó los brazos por encima del cobertor de la cama. Poco a poco había cambiado todo en general, los días tan sumamente cortos, se le hacían pesados.
    Arropó al pequeño, y ella se vistió dispuesta a tomar el desayuno. Pero Rubén notó enseguida la ausencia de su madre, y la llamó. Lo vistió sin prisas, buscando ropa de más abrigo, luego se lo llevaría con ella a casa de Fulgencio y Ramona. Con aquel matrimonio había encontrado una compañía agradable. El marido, tras saludarla siempre desaparecía de su vista. Ramona le dijo que se iba a poner orden en el pequeño granero que tenían al fondo de su parcela. Allí tenían toda clase de conservas, que el matrimonio hacía en cuanto recolectaban la cosecha. Siempre salía de aquella casa con algún bote de conserva que ellos habían confeccionado para no desperdiciar nada de lo que se recolectaba. En cuanto tuviera oportunidad ella también debería aprender a preparar las conservas, pues se daba cuenta de lo beneficiosas que resultaban, cuando en el mercado había escasez de según qué verduras o frutas.
    Vistió al pequeño, y después abrió la ventana para ventilar la habitación, era un ritual, mientras ellos dos desayunaban en la mesa del comedor.
    Cuál no sería su sorpresa cuando vio arrinconada ante el portón de madera de la entrada de su casa, una maleta roja.
    Le dio un vuelco el corazón. Supo enseguida que Pedro había vuelto. Abrió la puerta, y allí estaba la maleta. Encima una nota, con una piedra encima, para que no volara con el viento.
    Escrito con letra desigual pero legible decía
    “Te espero en el bar de la plaza.”
    Abrigó a Rubén y lo cogió en brazos para ir más rápida. Debido a las bajas temperaturas, no había ninguna mesa a la intemperie.
    Entró en el bar. Allí excepto el camarero, no había nadie. Sólo vio a un hombre sentado al fondo, que se levantó de inmediato, en cuanto ella entró.
    Araceli estaba indecisa puesto que allí no había nadie más
    .- ¿Pedro? –Preguntó finalmente-
    No pudo evitar hacer la pregunta. Aquel hombre ni por asomo se parecía a aquel Pedro de barba enmarañada que salió del pueblo hacía exactamente un mes.
    .- ¿Tan cambiado estoy sin barba, que te cuesta reconocerme? – Preguntó un tanto asustado
    Si hubiera tenido más dudas, desde luego Toma, las disipó de inmediato con sus cabriolas ante aquel hombre.
    .- Perdona, imagino que no era este el recibimiento que esperabas. Pero te aseguro que no pareces el mismo.
    .- Me alegro que me digas esto. En realidad no soy el mismo hombre que se fue semanas atrás. Espero haber mejorado en todos los aspectos. Para mí este encuentro será, como si fuera el primero. Tú y yo dos personas queriendo conocerse hasta el fondo. ¿Estás de acuerdo?
    .- Desde luego. Me alegra que hayas vuelto.
    Lo decía de verdad, no eran palabras vacías. Y Pedro lo notó. Sintiendo un gran alivio.
    .- A partir de hoy mismo, nuestras vidas empezarán a ser lo que los dos deseamos que sean.
    FIN

  7. #47
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    No había venido a mirar los post de arte y me encontré con su novela, la he empezado a leer. Es muy buena, y ambientada en España. ¿En que año sucede?. La felicito.

  8. #48
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    Cita Iniciado por Kentia Ver mensaje
    No había venido a mirar los post de arte y me encontré con su novela, la he empezado a leer. Es muy buena, y ambientada en España. ¿En que año sucede?. La felicito.

    Muchisimas gracias por tus palabras, de verdad que se agradecen, todos pecamos de vanidosas, y ver que casi nadie comenta nada, hace que se pierda un poco la ilusión por publicar. O sea que repito muchas gracias. Aunque sacada de la fantasía, algo hay de verídico en el relato, y transcurre en la actualidad. Un saludo cariñoso desde Barcelona (España). Te tuteo porque aquí todos somos iguales. Espero no te moleste.

  9. #49
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    El tuteo no me molesta para nada, el Ud es más que nada, costumbre social en Chile.
    La novela me ha conmovido, por las implicancias sociales, románticas y de orden económico, que les pasan los protagonistas.

    Gracias por los saludos, se los correspondo, desde Santiago de Chile.

    Seguiré leyendo, tan interesante relato.

  10. #50
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    Predeterminado Re: La maleta roja

    Hola Kentia, cuando la termines ya me dejarás saber tu opinión. Cuando se escribe es importante saber si se ha logrado entretener y acaparar la atención del lector/a. Un saludo.

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