Antes de entrar en una explicación de las enseñanzas de los rosacruces, bueno será que
digamos unas palabras acerca de ellos y del puesto que ocupan en la evolución de la
humanidad.
Por razones que se dirán más adelante, estas enseñanzas ofrecen una visión dualística;
sostienen que el hombre es un espíritu que encierra todos los poderes de Dios, como la
simiente encierra la planta, y que estos poderes se desenvuelven poco a poco en una serie de
existencias dentro de un cuerpo terrenal que mejora gradualmente; asimismo, que este
proceso de desarrollo se ha llevado a cabo bajo la guia de seres exaltados que ordenan
todavía nuestros pasos, aunque va disminuyendo a medida que adquirimos intelecto y
voluntad. Estos Seres exaltados, si bien invisibles a nuestros ojos físicos, constituyen, no
obstante, potentes factores en todos los asuntos de la vida, dando a los diferentes grupos de
humanidad lecciones que propulsan al máximo grado de eficacia el desarrollo de sus
poderes espirituales. De hecho, la Tierra puede compararse a una vasta escuela de
entrenamiento en la que existen discípulos de edad variada y de diferente habilidad o
disposición, como ocurre en cualquiera de nuestras escuelas. Existen los salvajes, viviendo y
adorando bajo las más primitivas condiciones, viendo a Dios en un madero o en una piedra.
Así, gracias al progreso, que el hombre realiza hacia adelante y hacia arriba en la escala de la
civilización, encontramos una más alta concepción de la Deidad, hasta haber florecido en
nuestro Mundo Occidental en la hermosa religión Cristiana, que nos procura, actualmente, la
inspiración espiritual y el incentivo necesario para mejorar.
Los seres exaltados que la religión Cristiana conoce con el nombre de Ángeles del Destino
han proporcionado a cada grupo de la humanidad las varias religiones que conocemos, y su
maravillosa previsión los capacita para ver el rumbo de algo tan inestable como la mente
humana, pudiendo así determinar qué pasos son necesarios para guiar nuestro
desenvolvimiento con respecto a las líneas congruentes al bien universal más elevado.
Estudiando la historia de las antiguas naciones encontraremos que. unos seiscientos años
antes de Jesucristo, una gran ola espiritual tuvo su origen en las costas orientales del Océano
Pacífico, donde la gran religión de Confucio aceleró el progreso de la nación china, principiando
entonces también la religión de Buda a conquistar sus millones de adeptos en la India, y más
al Oeste tenemos la sublime filosofía de Pitágoras. Cada sistema apropiábase a las
necesidades particulares del pueblo al que se aplicaba. Vino entonces el período de los
escépticos, en Grecia, y más tarde, en ruta hacia el Oeste, la misma ola espiritual se
manifiesta en la religión Cristiana de la Edad Media, cuando el dogma de una iglesia dominante
impuso su creencia a toda la Europa Occidental.
Es una ley en el universo el que una ola de despertar espiritual va seguida siempre por un
período de materialismo dudoso, y cada una de estas fases es necesaria para que reciba el
espíritu igual desarrollo, tanto su intelecto como su corazón, sin ir demasiado lejos en ninguna
de las dos direcciones. Los Grandes Seres mencionados anteriormente, que cuidan de
nuestro progreso, toman siempre sus medidas para preservar a la humanidad de este peligro,
y cuando previeron la ola de materialismo que comenzó en el siglo XVI con el nacimiento de
nuestra ciencia moderna, tomaron las medidas para proteger al Oeste, como habían
anteriormente salvaguardado al Estecontra los escépticos, que se vieron contenidos por las escuelas de Misterios.
En el siglo XIII apareció en la Europa Central un gran maestro espiritual cuyo nombre
simbólico fue:
CHRISTIAN ROSENKREUTZ
esto es
CRISTIANO ROSACRUZ
y que fundó la misteriosa Orden Rosacruz, con relación a la cual tantas suposiciones se han
hecho sin que gran cosa haya llegado al mundo en general, puesto que es la escuela de
Misterios del Oeste y se abre únicamente para aquellos que alcanzaron el estado de
desenvolvimiento espiritual necesario para ser iniciados en sus secretos relativos a la Ciencia
de la Vida y del Ser.
Si hemos logrado un desarrollo tal que nos permita dejar nuestro cuerpo físico denso y
echar un vuelo anímico por el espacio interplanetario, veremos que el átomo físico primario es
de forma esférica, como nuestro planeta; esto es, un globo. Si tomamos un número
determinado de globos de igual tamaño y los agrupamos alrededor de uno de ellos,
necesitaremos exactamente doce para ocultar el decimotercero. Así, también los doce
visibles y el uno oculto son cifras que revelan una relación cósmica, y como todas las órdenes
de Misterios están basadas en líneas cósmicas, todas se componen de doce miembros
reunidos alrededor de un decimotercero, que es la cabeza invisible.
Hay siete colores en el espectro: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, índigo y violeta.
Pero entre el violeta y el rojo existen otros cinco colores invisibles a los ojos físicos, pero que
se descubren a la mirada espiritual. En toda Orden de Misterios existen igualmente siete
hermanos que a veces aparecen en el mundo para realizar allí el trabajo que sea necesario
para hacer progresar a aquellos a quienes sirven, pero cinco hermanos no son nunca vistos
fuera del templo. Ellos enseñan y trabajan con aquellos que han pasado por cierto estados de
desenvolvimiento espiritual y que pueden dirigirse al templo en sus cuerpos espirituales, hecho
que se enseña en la primera iniciación, que suele tener lugar en el exterior del templo, por no
ser conveniente para todos visitarlo físicamente.
Que el lector no vaya a imaginar ahora que esta iniciación hace del alumno un rosacruz,
como tampoco la admisión de un alumno en una Universidad hace de él un miembro de la
Facultad. Ni aún después de cruzados los nueve grados de esta o de otra Escuela de Misterios
se es un rosacruz. Los rosacruces son Hierofantes de los misterios menores, y aún más allá
de ellos hay todavía escuelas donde se enseñan misterios mayores. Todos aquellos que han
dejado atrás los misterios menores y son ya alumnos de los misterios mayores, se llaman
adeptos; pero ni ellos, aún así. han alcanzado la privilegiada situación de los Doce Hermanos
de la Rosa Cruz o de los Hierofantes de cualquier escuela de misterios menores, así como no
ha obtenido la posición y el conocimiento de los catedráticos de la Universidad el alumno que
acaba de ser graduado en ella.
Uno de los capítulos siguientes versará sobre la iniciación, pero debemos apuntar aquí que la
puerta de una genuina Escuela de Misterios no se abre con llave de oro, sino que se abre
únicamente como una recompensa a los servicios meritorios hechos a la humanidad, y todo
aquel que se anuncia a sí mismo como un rosacruz o se encarga de instruir para lograrlo por
una cuota monetaria, se tilda de charlatán por cualquiera de estos dos actos.
El discípulo sincero de cualquier Escuela de Misterios es demasiado modesto para anunciarlo
a voz en grito; desdeñará todos los títulos y honores de los hombres, y no tendrá interés por
las riquezas, salvo las riquezas de amor que le concedan aquellos a quienes se le presentó la
ocasión y el privilegio de ayudar y enseñar.
En los siglos transcurridos desde que fue formada la Orden Rosacruz, sus miembros han
trabajado secreta y calladamente, esforzándose en moldear el pensamiento de la Europa
Occidental mediante las obras de Paracelso, Boehme, Bacon, Shakespeare, Fludd y otros.
Cotidianamente a la medianoche, cuando las actividades físicas del día están en su más bajo
reflujo y los impulsos espirituales en su flujo superior, envían desde su templo vibraciones que
agitan y conmueven el alma para contrarrestar el materialismo y para impulsar el desarrollo
de las fuerzas del alma. A sus actividades debemos la espiritualización gradual de nuestra
mínima ciencia materialista.
Marcadores