La gracia del ser
Veo una cosa “tal”, y, al poco, dejo de verla (*). La cosa sigue siendo susceptible de ser vista.
Tengo la capacidad de ver cosas que afirmo bajo el amparo de que las cosas siguen siendo y que las puedo ver. Hay montones de supuestos que seguirán siendo supuestos hasta el fin de sus días, su última y definitiva contradicción.
La capacidad de ver, de acuerdo con su esencia, es; en este sentido, es primera, esencial y no ordinalmente (**); no llega a ser desde la sensibilidad, sino que es, en un sentido primordial, ya en ella. Si nos tapamos los ojos durante un periodo lo suficientemente prolongado, de manera que la expectativa de no-ver sea superior a la de ver, la expectativa de no-ver no esperará no-ver, sino que su espera dejará de anticipar la vista.
(*) Ver es una actividad compuesta. No hay más que experimentar su diversidad para reconocer que lo uno de ella se acompaña de muchos unos que no son lo uno primario.
La especulación con la vista no requiere más que unos pocos valores sensibles. Ver y no-ver, los opuestos sensibles básicos de la vista, no se reconocen sino sensiblemente, esto es, si veo o no-veo.
No-ver, que es lo otro opuesto a ver en una fase abstracta (***), no se compone como se compone la vista. Lo positivo de la vista se reconoce según es y según siga siendo; reafirma lo que es no sólo siéndolo, que sería una conclusión irreflexiva y una broma filosófica sin gracia (****), sino reconociéndose en un enlace consigo. No hay, pues, una dialéctica que produzca algo de la nada por ”frotamiento” (*****). La nada, en este sentido fundamental, por lo visto, no suficientemente aclarado (******), es un coladero para la sensibilidad y su experiencia.
(**) A un primero esencial y no ordinal le es propio ser frente al segundo sin que la existencia segunda le afecte directamente.
(***) Esta fase abstracta, que, en esencia, no es algo que sea, y por más paradójico que resulte, es en un sentido decisivo: lo que no-es puede ser tanto, o más, que lo que es.
(****) A mi modo de ver, la filosofía puede ser muy graciosa en el sentido de la sorpresa con que la verdad se muestra. La susceptibilidad a la verdad no viene sola, sino que exige esfuerzo y filosofía, pensar sin garantía de que la filosofía dé sus frutos; la filosofía, en la mayor parte de sus casos (*******), no conduce directamente a nada.
(*****) El frotamiento es una figura indudablemente dialéctica en su mejor sentido, no como palabrería engañabobos, sino como fuente de reflexión, conocimiento y sabiduría. No es casual que la figura fuese de Platón, no de Hegel.
(******) La nada siempre ha sido una cuestión con interés filosófico. Otra cuestión es si se le ha hincado, de alguna manera, el diente. La nada no es un objeto de reflexión como el de algo. La filosofía tiene la capacidad de pensar cosas que no son con casi la misma facilidad con que piensa cosas que son. Esto es verdadero, no ya en la filosofía, sino en el uso del lenguaje corriente.
(*******) Hablo de mi caso. Puede que haya quien piense sobre algo e, inmediatamente, “eureka”, sepa, de una vez. todo sobre ello. No conozco un solo caso de este tipo de sabiduría, ni creo que lo haya jamás.
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