EL PROBLEMA DE LA VIDAEntre todas las vicisitudes de la vida, las cuales varían en las experiencias de cada uno, hayun solo acontecimiento que más pronto o más tarde llega a todos: ¡la Muerte! No importanuestra posición social, si la vida que hemos vivido ha sido buena o, de lo contrario, si nuestropaso entre los hombres ha quedado marcado con grandes hechos, que nuestro lote hayasido de enfermedad o de salud, o que hayamos sido famosos y estado rodeados por unahueste de amigos admiradores o que, por el contrario, hayamos pasado desconocidos en lasociedad durante los años de nuestra vida, llega un momento en el que estamos solos ante elportal de la muerte y forzados a dar el salto en la obscuridad. El trance que significa ese salto y qué es lo que nos espera en el más allá, es objeto demeditación para todo ser pensante. En los años de la juventud y de la salud, cuando la barcade nuestra vida navega en los mares de la prosperidad, cuando todo se nos antoja bello ybrillante, podemos dejar de lado tal pensamiento, pero seguramente llegará un día en laexistencia de toda persona sensata en el que el problema de la vida y de la muerte se abrapaso en su conciencia y no pueda ser descartado ni postergado. Tampoco nos será de gran provecho elaceptar cualquier solución dada por algún otro ciegamente y sin pensar sobre ella, porqueeste es un problema básico, el cual debe resolverlo cada persona por sí mismo para quedarsatisfecha. Cerca del limite oriental del desierto de Sahara está la Esfinge de fama universal, con su fazinescrutable dirigida al Este, siempre dando cara al Sol en cuanto sus primeros rayos anuncianal nuevo día. Según mitos griegos, este monstruo debía preguntar un enigma o adivinanza atodos los viajeros, y devoraba a todos aquellos que no contestaban, pero cuando Edipoaclaró el enigma propuesto, el monstruo se destrozó a sí mismo.
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