Omnisciencia sin Interferencia
Jesús, el Hijo, tiene la misma esencia y naturaleza del Padre. El Dios Padre es omnisciente así como también lo es el Hijo. Por eso, Jesús ya sabía desde el principio que algunos de sus discípulos le traicionarían (Juan 6:64), pero
Jesús nunca manipuló a nadie para seguirlo o para abandonarle.
Cuando muchos de los discípulos volvieran atrás y ya no andaban con él, Jesús dijo a los que permanecieron:
“¿Queréis acaso iros también vosotros?” (Juan 6:66 y 67). Así que
Jesús siempre mantuvo la puerta abierta para los que querían entrar o salir. Él nunca quitó el derecho de opción de sus seguidores y así sigue hasta hoy.
Así fue con Nicodemo, con la samaritana, con la mujer adúltera, con Zaqueo, con los apóstoles, con el joven rico y con el ladrón en la cruz. Jesús siempre dio a los hombres la oportunidad de caminaren través del angosto camino que lleva a la vida o por el camino espacioso que lleva a la perdición (Mateo 7:13 y 14).
Sin embargo, a los que decidieran por seguirlo, Jesús impuso sus reglas:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23).
El plan de Jesús consiste en libertar el hombre de la esclavitud del pecado y traerlo a la libertad plena de los hijos de Dios, como dijo Pablo en Romanos 8:21.
La verdadera y plena libertad solo puede ser lograda través de Jesucristo. Por eso, Jesús dijo en Juan 8:36 …
Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
No hay despotismo ni tiranía en el reino de Dios Padre, sino misericordia y gracia. El que sigue los pasos de Jesús lo hace conscientemente y por su propia voluntad.
Los sépticos critican aquellos que pasan por la experiencia del nuevo nacimiento, diciendo de forma peyorativa que les fue hecho un
“lavado de cerebro”. Sin embargo, lo que Cristo hace
no es alienar el individuo, sino
ordenarle su mente, o sea, su conocimiento y raciocinio.
Los que son de Cristo
“tienen la mente de Cristo”, o sea, piensan como él, como dijo Pablo en 1 Corintios 2:16 …
Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? pero nosotros tenemos la mente de Cristo.
Tener la mente de Cristo significa pensar como él pensó y reaccionar como él reaccionó. Si Jesús perdonaba los que le hacían mal y no hacía discriminación de personas, así debemos nosotros hacer también.
Muchos piensan que un cristiano se puede reconocer por el exterior, pero es en la mente de las personas que Cristo más actúa. Por eso Pablo dijo en Colosenses 3:10 …
Y vos revestid del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo creó.
Jesús dijo en Juan 8:32:
“Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Así que la verdadera libertad que posibilita a cada uno para es***** su propio camino ocurre cuando el hombre tiene su mente abierta por el conocimiento de la verdad, que es Jesús.
El que no tiene la mente abierta por el conocimiento de la verdad permanece
“tapado” por causa de los paradigmas y bloqueos creados por el dios de este siglo. Por eso Pablo dijo en 2 Corintios 4:4 que el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Por lo tanto, el que no quiere someterse a Dios voluntariamente, permanece bajo el señorío del príncipe de este mundo (Juan 14:30 y 16:11), pues no hay otra opción. Esto significa que el que no pasó por el nuevo nacimiento (Juan 3:3-7) aún está vinculado al reino de las tinieblas, pues en 1 Juan 5:19 leemos que el mundo entero está bajo el maligno.
Todo ser humano tiene la oportunidad de salir del reino del dios de este mundo en cualquier momento, durante todo el tiempo de su vida. Sin embargo, después que murió, no hay más como cambiar su destino eterno.
El Dios Padre quiere que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad, como leemos en 1 Timoteo 2:4. Sin embargo, Dios no decide lo que nosotros tenemos que decidir. Él está siempre listo para recibirnos y ayudarnos en nuestras limitaciones, así como el padre de la parábola en relación al hijo que volvió, pero Dios no interfiere en nuestras decisiones.
Dios espera hasta que cada uno de nosotros tome su camino, así como el hijo arrepentido, que regresó a casa de su padre voluntariamente, después de decepcionarse con el camino que había escogido. Sobre la
paciencia de Dios para esperar hasta que hagamos nuestra escoja, leemos en 2 Pedro 3:9 así…
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
http://www.iabr.oswnet.com/jehova_el...de_titeres.pdf
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