... incluso los hijos de Dios.
Si no me creen, vean algunos pasajes que así lo aseguran:
1Tes. 4:
1 "Por lo demás, hermanos, les pedimos encarecidamente en el nombre del Señor Jesús que sigan progresando en el modo de vivir que agrada a Dios, tal como lo aprendieron de nosotros. De hecho, ya lo están practicando.
2 Ustedes saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús.
3 La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual;
4 que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa,
5 sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios;
6 y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido.
7 Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad;
8 por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo".
Santiago, 1:
13. "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
14. sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
15. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte".
1 Pedro, 2:
11. "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
12. manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras".
Y eso sin citar Ro.7, donde el apóstol Pablo, una vez más, enseña que el pecado (concupiscencia) que mora en él (y en todo creyente) "le hace la guerra" a la voluntad del Espíritu, de quien Pablo pertenece y ama.
Pero, por increíble que parezca, algunos cometen la osadía de asegurar, con todo desparpajo, que la concupiscencia desaparece por completo cuando uno nace de nuevo ...
Vean sino lo que dijo el pelagiano Espada:
Segun esta creencia, el hombre es justo y pecador a la vez porque nunca se verá libre de la concupiscencia.
Parece que Espada, además de negar los pasajes citados, también niega lo que dice el apóstol Juan:
1 Juan, 1:
8. "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
9. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
10. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros".
Ya ven que quienes niegan tener pecado (concupiscencia) se engañan a sí mismos, y no tienen la verdad ...
Más adelante seguiremos viendo más pasajes que siguen demostrando esta realidad que tanto le molesta a los pelagianos.
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