Quien manda aqui

Los niños, regularmente, recurren al llanto para conseguir lo que quieren, lo cual suele considerarse normal porque en la infancia temprana los pequeños tienden a pelear por lo que desean.

Sin embargo, esto no significa que se deban cumplir todos los caprichos de hijos o sobrinos, pues de hacerlo se les reforzaría la idea de que el chantaje es una práctica aceptable; es necesario enseñarles a la brevedad que no siempre es posible obtener lo que se anhela.

Hay adultos que, al igual que los infantes, también consideran al llanto la mejor manera de manipular.

Otra forma de llevar a cabo el chantaje es mediante el abuso de superioridad, lo cual puede ser ejercido por los padres, incluso sin darse cuenta, por ejemplo, al decir frases como “si no haces lo que te digo, ya no te voy a querer”.

Debe considerarse que castigar a los hijos con la falta de amor es un grave error que les genera inseguridad y tendencia a la ansiedad, lo que en el futuro convertirá a los pequeños en individuos temerosos con la costumbre de ceder para evitar ser despreciados, o bien, en chantajistas por miedo al abandono.

Por otro lado, hay personas que han sido traicionadas por su pareja y aprovechan la situación para chantajearla frecuentemente, de tal manera que fingen haber perdonado al cónyuge, pero a partir de ese momento se le imponen los deseos como obligaciones.

Cuando al afectado le parece intolerable la situación y se queja, la víctima de la infidelidad le reprocha el engaño; para frenar una situación como ésta, lo mejor es terminar la relación.

Asimismo, hay quienes retiran el habla para ejercer presión, lo cual es característico en personas con problemas afectivos o dificultad para socializar. Interactuar con este tipo de individuos suele ser insoportable, ya que prevalece el temor de que cualquier cosa le moleste y, a manera de castigo, deje de hablarnos.

En estos casos, es recomendable responder con indiferencia y controlar la ansiedad de permanecer al lado de él o ella.

Pero eso no es todo, también existe el chantajista denominado autocastigador, que recurre a frases como “si me dejas, me mato”. Se caracteriza por inmadurez emocional y no asume las consecuencias de sus actos, por lo que acostumbra acercarse a gente que se siente responsable de su felicidad, como los padres, hijos o pareja.

Para acabar con este tipo de acciones, hay que ignorar las amenazas y enfrentarse al manipulador haciéndole ver que el único responsable de lo que pasa en su vida es él mismo

Otras personas encuentran formas de presionar a los demás con expresiones como las siguientes: “si me dejas, “no te vayas, siento que me voy a morir”, “si sigues saliendo con tus amigos, terminamos”, “si no tienes relaciones sexuales conmigo, considérate desempleada”.

Ante ello, es indispensable perder el miedo y negarse a complacer al chantajista enfrentándose a éste con valentía.

Tome en cuenta que quienes recurren al chantaje son individuos inseguros y con altos niveles de ansiedad, tienen miedo a sentirse débiles y a las reacciones de los demás, por eso manipulan.