27.
Se te pegará.
El día que había traído tan grande bendición a Naamán el sirio, trajo una
terrible maldición al siervo hebreo del profeta de Dios. Naamán siguió su
camino en paz, lleno de una nueva esperanza en Dios. Giezi llevó los
resultados de su pecado hasta la tumba: quedó leproso hasta el día de su
muerte, maldito por el cielo, despreciado por los hombres. Fue una lección
objetiva para los tiempos venideros en cuanto a la necedad de la avaricia y la
vacuidad de una vida que busca primeramente los tesoros de este mundo, antes
que los tesoros del reino de Dios. Durante los años que había estado con
Eliseo, Giezi tuvo la oportunidad de aprender que la vida de abnegada
consagración y amor produce gozo y satisfacción; pero no había aprendido esa
lección. Despreció los dones del cielo, mientras que procuraba un tesoro
terrenal que, como el cáncer, carcome las almas. En vez de cultivar un
espíritu de abnegación mientras servía a Dios, se había dejado transformar en
un egoísta, interesado sólo en las ganancias materiales. Se preocupaba más por
los siclos de plata que por las almas de los pecadores; por vestidos de lino,
que por los vestidos de justicia.
Para siempre.
No debe pensarse que Dios, por causa del pecado de Giezi, pronunció una
maldición sobre sus descendientes que duraría para siempre. El Señor es
benigno y misericordioso, y nunca acarrea sobre nadie una aflicción injusta o
innecesaria. Por su avaricia, Giezi había traído sobre sí mismo un terrible
castigo; por esta razón sus hijos tendrían que sufrir. Muchas veces la
enfermedad y sus efectos se transmiten a la posteridad inocente; pero si se
dijera que por causa de la lepra de Giezi, sus descendientes a través de todas
las edades futuras también serían leprosos, se diría algo que no es verdad.
La expresión hebrea aquí usada, le'olam, no 877 necesariamente indica "sin
fin", o "para toda la eternidad". Cuando la palabra 'olam se aplica a Dios,
significa "sin Fin"; cuando se la aplica a la vida humana, se extiende sólo
hasta el fin de la existencia de un individuo. En Exo. 21: 6 se dice que el
siervo debía servir a su amo "para siempre". Los extranjeros que habitasen en
la tierra de los israelitas podían ser hechos esclavos "para siempre" (Lev. 25:
46). Poco antes de la muerte de David, Betsabé se inclinó ante el rey con las
palabras: "Viva mi Señor el rey David para siempre"(1 Rey. 1: 31). Así también
se dirigió Nehemías al rey Artajerjes: "Para siempre viva el rey"(Neh. 2: 3).
El humo que subirá de la tierra en el día de la venganza del Señor se describe
como que ascenderá "perpetuamente" (Isa. 34: 10). Jonás al describir su
descenso al vientre de la ballena dice que "la tierra echó sus cerrojos sobre
mí para siempre"(Jon. 2: 6). La expresión le'olam sencillamente significa "que
dura mucho tiempo", y su duración depende de aquello con lo cual se relaciona
la oración (ver com. Exo. 12: 14; 21: 6).
Notas de Elena
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