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[REPOSO MENTAL, comentario 31].
En la filosófica, el estoicismo supone un equilibrio entre los extremos del cinismo (vivir una vida sencilla “extrema” de acuerdo con la naturaleza) y el hedonismo-epicureísmo (básicamente, la corriente imperante en la actualidad, aunque de manera inconsciente: dejarse llevar por los placeres y premios a corto plazo, más que saber a dónde se va de verdad. Las distintas confesiones recurren a menudo a personajes eremitas para explicar su liturgia. Desde las nacidas en el Creciente Fértil e influidas por Zoroastro (como el catolicismo y las doctrinas ortodoxa, protestante, copta, etc.; y el judaísmo e Islam sufista); al budismo, el taoísmo o el hinduísmo. Por no hablar del panteísmo, que engloba tanto las religiones primitivas de cazadores y recolectores como la idea filosófica griega que convierte en equivalentes a Dios o Creador con Universo (personalidades claves de la Ilustración europea se declararon panteístas). En todas estas ramas filosóficas y confesiones religiosas, grupos e individuos practicaron el ascetismo y el silencio mental o contemplación para, a través del desapego entre pensamientos y sensaciones, lograr el bienestar (o la iluminación, o la experiencia mística, etc.).
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