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renacido
por cierto! Las personas encadenadas a la Tierra tienen sus tesoros en ella, envez de en el cielo. Todas ellas han dejado algo atrás. Puede que no siempre sea dinero; puedentener otros lazos en la tierra, alguien del que ellas creen ser dueñas -su esposa, su esposo, susniños-. Su idea es que: porque te amo, tienes que hacer lo que yo quiero. No consideran que lapersona que aman tenga ningún derecho. Más tarde cuando fallecen, esa relación continúa, yse esfuerzan en impresionar a los que aman, en mantenerse cerca de ellos, y estar en sucompañía tanto como les sea posible. La gente dueña de Casas, tierras y otras cosas parecidas,están muy apegadas a ellas, son las peores. Vemos en algunas ocasiones que esas personasestán cuidando una caja en donde tienen gran cantidad de valores y bonos. Entonces losherederos vienen y toman los bonos y se ríen del viejo tonto para acumular su dinero. O puedeser gente que ha vivido para la sociedad. Tienen joyas, vestidos y otras cosas. Todavía lasquieren y sienten que no pueden partir sin ellas; por consiguiente están atados a la tierra tantotiempo como mantengan ese sentimiento.Lo mejor es regalarlo todo. Por supuesto tenemos que cuidar de no colocarnos en una posiciónen la que la gente a quien le hacemos esos regalos nos pongan en la calle y nos haga estar, ennuestra vejez, totalmente necesitados. Pero si tenemos buen juicio, cuando comprendemos quehemos vivido nuestra vida hasta el fin de su utilidad, podremos decir: he aquí estas cosas, yano me sirven más, y yo ya estoy llegando al fin; ¿dónde puedo hacer el mayor bien con ellas;quién las podrá apreciar mejor, o a quién puedo ayudar a establecerse en algún negocio demanera que pueda hacer algo por sí mismo? O bien podemos encontrar otros modos parecidospara disponer de nuestras cosas. También, en relación con nuestros afectos, debiéramosmantenernos con el necesario dominio para no amar a nadie con amor desordenado, tal comoel que hace ídolos de los demás y los pone ante todas las otras cosas. Si de esta manera nosliberamos de todos los lazos terrestres, estamos listos para partir, y somos como la semillamadura que cae de la fruta. Si estamos libre de lazos terrenales, sean financieros, personales, olos que fueren, no podremos quedar atados a la tierra. Empero, si las gentes han cometidocrímenes, en algunas ocasiones están inevitablemente apegados a la tierra por asociación conlos lugares en donde fueron cometidos y por tratar de deshacer el mal que fue hecho.
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