Iniciado por
Manticore
Postulado 5:
Si eres una persona que roba las cosas de otra persona cuando pretendes ser bueno, eres incongruente. En Marcos 11:1-3 encontramos esta transacción:
Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, y les dijo:
Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y al entrar en ella hallaréis un pollino (burro) atado, en el cual ningún hombre ha montado. Desatadlo y traedlo.
Y si alguien os pregunta: “¿Por qué hacéis eso?”, decid que el Señor lo necesita y que luego lo devolverá.
¿Cuántas veces haz escuchado a un patán decir, “préstame esto y te lo devuelvo en un minuto”, y nunca lo vuelves a ver? Es un fraude común. Y eso es exactamente lo que hace Jesús. Los discípulos toman al burro, y si buscas en las escrituras, te darás cuenta que nunca se preocuparon por devolverlo. Increíble – vaya incongruencia.
Por cierto, no es el único lugar de la Biblia donde vemos que Jesús roba algo. En Mateo 8:28-34 Jesús se roba una manada entera de cerdos y los mata todos.
Postulado 6:
¿Te has dado cuenta que en muchos casos, Jesús es bastante infantil y emocional, en lugar de pensativo y racional? Las personas que actúan así son incongruentes. Aquí hay un ejemplo en Mateo 18:7-9:
¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás! Si tú mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.
Esta declaración es ridícula en tantos niveles. Primero, algo como la mano no puede “hacerte pecar” — tu cerebro causa “pecado”. Todas las personas inteligentes saben eso. Por lo tanto, sacarte el ojo o cortarte la mano es inútil.
Si tienes un problema de “pecado” y te vas a amputar algo para resolverlo, necesitarías amputarte tu cerebro, pues ahí es donde se origina el llamado “pecado”.
Si lo piensas aún más, te das cuenta que Jesús ignora completamente la solución real. Si tienes problemas con comportamientos improductivos, lo que necesitas hacer es educarte o rehabilitarte. Eso se haría hablando con un consejero o un terapeuta. La amputación es un remedio absurdo, como es obvio para cualquier persona inteligente. Jesús no solo es incongruente — es un idiota. Da consejos que son totalmente inútiles y tremendamente peligrosos también.
Aquí hay otro desplante emocional en Marcos 11:15-16:
Vinieron, pues, a Jerusalén, y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesara el templo llevando utensilio alguno.
¿Es eso algo inteligente? ¿Es este el tipo de comportamiento que esperarías de un adulto racional y pensante? No, es el comportamiento de un niño. Seguramente el todopoderoso hijo de Dios tendría un mejor plan que andar volcando mesas en un desplante único.
Jesús podía fácilmente demostrarle que el templo tenía otra intención de ser, quizás comportándose racionalmente como un maestro, ensenándoles sobre las cosas buenas de creer en Dios, su padre y de la manera que el templo se debería utilizar. Jesús aquí se comportó como un déspota… como un militar, como un político. Se fue a la guerra como hacen muchas naciones a la menor provocación. ¿Es eso de un ser congruente?
Postulado 7:
En Marcos 11:12-14 encontramos otra reacción emocional:
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera:
– ¡Nunca jamás coma nadie fruto de ti!
Y lo oyeron sus discípulos.
Al leer más adelante, se nos revela que el árbol ha muerto.
Veamos. El hijo de Dios tiene hambre. Se acerca a un árbol de higos (higuera). Como no es época de higos, el árbol no tiene fruta. Jesús quiere fruta. Así que mata al árbol. ¡Qué incongruencia! ¿Por qué no usó su mano todopoderosa para que aparecieran higos? ¿O que tal pedirle una ciruela a alguien y convertirla en 5,000 canastas de ciruelas? Sólo un verdadero desgraciado incongruente haría algo así por berrinche.
Aquí hay un último ejemplo. Digamos que quisieras hacer tonta a la gente. Una manera sería al contradecirte frecuentemente. Así que vemos que Jesús dice lo siguiente en Lucas 14:26:
Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Bien, entonces si aborrecemos (odiamos) todo, podemos ser discípulos de Jesús. Ese es un excelente mensaje para alguien que en otras partes dijo, “Ama a tus enemigos” y “Ama a tu vecino como te amas a ti mismo”. Y no olviden que uno de los mandamientos es honrar a tu padre y a tu madre. A ver Jesús, ¿entonces cuál es? Si queremos ser discípulos tuyos, deberíamos amar a nuestros enemigos, vecinos y padres, ¿o deberíamos odiarlos? Solo alguien incongruente crearía requisitos tan contradictorios como estos.
¿Y si quieres vida eterna? ¿Qué necesitas hacer? Supuestamente necesitas odiar a todos y a la vida misma. Pero luego en Lucas 10:25-28 encontramos otro requisito:
Un intérprete de la Ley se levantó y dijo, para probarlo: –Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
Él le dijo: – ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?
Aquel, respondiendo, dijo: –Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Le dijo: –Bien has respondido; haz esto y vivirás.
¿Es eso cierto? ¿Si haces eso, tendrás vida eterna? De hecho, no es cierto. En Lucas 18:18-22 Jesús dice:
Un dignatario le preguntó, diciendo: –Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo: – ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo Dios. Los mandamientos, sabes: “No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre”.
Él dijo: –Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Al oír esto, Jesús le dijo: –Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Las respuestas en Lucas 10 y Lucas 18 son totalmente diferentes. Esto claramente significa que Jesús estaba inventando estas respuestas sobre la marcha. Lo cual es algo que haría un tonto incongruente.
Luego en Juan 6:53-58 vemos un requisito adicional:
Jesús les dijo: –De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final, porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente.
¿Suena bastante grotesco no? Y contradice totalmente lo que Jesús les dijo a los otros dos hombres en Lucas 10 y Lucas 18. Ahora veamos Mateo 18:2-3:
Llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: –De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
¿Y cómo exactamente es que uno “se hace como niño”? Por ejemplo, los niños frecuentemente creen en Santa Claus y el conejo de pascua, y pelean frecuentemente con sus hermanos. ¿Se supone que nosotros, como adultos, debamos asumir estas cualidades? Jesús no lo deja en claro, haciendo este requisito totalmente ambiguo.
¿Pero es cierto? ¿Si te “vuelves como niño”, entrarás al cielo? No, de hecho no. La realidad es que tienes que “volver a nacer” para poder ver el reino de Dios. En Juan 3:3-8 Jesús dice:
Le respondió Jesús: –De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le preguntó: – ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Respondió Jesús: –De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo”. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
¿Eso es tan claro como el barro, no? Pero eso es lo que Jesús dice, y contradice todo lo demás que ha dicho.
Pero ignoremos la contradicción por un momento. ¿Es entonces esto cierto? Si nos volvemos como niños… y de hecho regresamos tanto que “nacemos de nuevo” de agua y del espíritu, ¿podemos entrar al cielo? No… Jesús está nuevamente equivocado. Porque en Mateo 5:17-20 Jesús dice:
No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
¿Esto se está volviendo absurdo, no creen? Los escribas y fariseos son adultos, no niños. Y si tú lees la Biblia, sabrás que los fariseos eran unos locos anales. Pero eso es lo que dice Jesús. Olvídate todo eso de “volver a nacer” y ser niño — conviértete en un loco anal mejor. Nuestra rectitud y nuestro apego a las leyes del viejo testamento, deben exceder la de los fariseos para poder entrar al reino de los cielos. Lo cual quiere decir que necesitamos empezar a matar a muchas personas.
Y luego está este famoso verso en Juan 3:16:
De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
¡¿Entonces cuál es?! ¡¿Qué tienes que hacer para tener vida eterna e ir al cielo?! Existen probablemente otras 15 estipulaciones regadas por la Biblia sobre lo que hay que hacer. No hay manera de saber cual es correcta, y todas se contradicen. Ahora que has visto todo esto, una cosa debería ser bastante clara: Jesús no tenía ni la menor idea de lo que estaba hablando.
La verdad es completamente obvia. Jesús de realmente haber existido, no era el “hijo de Dios”. No era perfecto ni estaba libre de pecado. Jesús fue un completamente incongruente. Y era un tramposo y engañoso. El hecho de que los “Cristianos” no puedan ver esto, simplemente muestra su grado de delirio.
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