El hombre elefante
El ser humano siempre ha dado un valor romántico a la belleza, la adjetivación de las personas como bonitas o feas ha causado pesares en la sociedad y en las personas con menos gracia física. Aunque la realidad es que la belleza es subjetiva porque en cada ser humano existe un concepto diferente, este varía según la cultura, ideología y las costumbres de una persona.
El cine, al igual que otras artes, conceptualiza la belleza a veces física y en otros casos espiritual. David Fincher presenta en el hombre elefante una historia cruda y conmovedora que busca desnudar la pobreza de espíritu que tiene la sociedad, la vigencia del mensaje es impactante porque esas personas prejuiciosas que en la película agreden a quien peyorativamente llaman “hombre elefante” también las podemos encontrar en la sociedad actual, en la esquina de nuestra cuadra o dentro de nuestros hogares.
Lo interesante en esta película es que el personaje principal “El hombre elefante”, a pesar de haberse criado en un ambiente donde solo recibía burlas y maltratos, posee un comportamiento digno de la aristocracia, sabe leer, tiene modales y hasta sabe de arte, como se puede observar en la escena en la que el construye en miniatura la estructura que mira todos los días desde su ventana, en el hospital. Gracias a esta actitud logra hacer amistad con una mujer que a pesar de que pertenece a un mundo en el que la belleza física es lo que importa, logra ver en él a un ser humano interesante con tantas virtudes como defectos, este personaje lo ayuda a verse a sí mismo como persona y no como un fenómeno.
Esta actitud tan particular nos demuestra que no hay nada más importante que el concepto que tengamos de nosotros mismos porque nadie puede determinar quién eres, si te dicen feo, gordo, monstruo, eso no te define porque solo tú conoces la grandeza de tu espíritu; sobre ese descubrimiento habla esta película, el largo camino que conlleva descubrir quiénes somos realmente.
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