Por cuanto el sábado juega un papel vital en la adoración a Dios como Creador y Redentor, no debe sorprendernos que Satanás haya montado una ofensiva total para derribar esta sagrada institución.
En ningún lugar autoriza la Biblia a realizar un cambio del día de culto que Dios creó en el Edén y confirmó en el Sinaí. Otros cristianos han reconocido esto, a pesar de ser ellos mismo guardadores del domingo. El cardenal católico James Gibbons escribió en cierta ocasión: “Podéis leer la Biblia desde el Génesis al Apocalipsis y no encontraréis ni una sola línea que prescriba la santificación del domingo. Las Escrituras hablan de la observancia religiosa del sábado, día que no santificamos”.
A. T. Lincoln, de religión protestante, admite que “no se puede sostener el argumento que el Nuevo Testamento provee una base para la creencia de que desde la resurrección Dios estableció que se observara el primer día como el día de reposo”. El mismo autor reconoce lo siguiente: “Para cualquiera que considere que todo el Decálogo es válido como ley moral, el único curso de acción consecuente es convertirse en guardador del séptimo día sábado”.
Si no hay evidencia bíblica de que Cristo o sus discípulos cambiaron el día de reposo, despojando al séptimo día de su carácter sagrado, ¿cómo es entonces que tantos cristianos han llegado a aceptar el domingo en su lugar?
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