Cuando Jesús estuvo explicando el fundamento de su creencia, él repitió las palabras dichas por Moisés a la nación de Israel: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deut. 6:4,5); Mar. 12:29,30). A partir de la confirmación de Jesús de las palabras de Moisés registradas en el libro de Deuteronomio, estamos forzados a concluir que él debió haber entendido y creído lo que Moisés creía que significaban estas palabras. Si hubiera sido de otra manera, o si algún cambio radical había ocurrido para negar la afirmación definitiva de Moisés acerca de “un Dios de una sola PERSONA”, los escritores del Nuevo Testamento fallaron completamente en suministrar cualquier declaración necesaria y oportuna pero igualmente no ambigua para revertir o corregir esta pieza clave de la fe judía.
Al principio en Génesis oímos decir que “los dos (Adán y Eva) serán una carne” (Gén. 2:24). La palabra “uno” aquí significa precisamente uno y no más (una carne y no dos “carnes”). Un racimo de uvas es exactamente eso, uno y no dos racimos. Así cuando se dice que Dios es “un Señor” (Deut. 6:4; Mar. 12:29, NASV) El es un solo Señor y no más. Suponga que alguno dijera que la palabra “uno” significaba un “uno compuesto” en las palabras “un trípode”. Suponga que alguno pensara que la frase un Estados Unidos de América implicara que ese "un" es realmente plural en su significado.
El razonamiento engañoso es obvio: La idea de pluralidad pertenece a las palabras Trípode y “Estados”, no a la palabra “un”. Es un subterfugio transferir a “un” la pluralidad que pertenece sólo al siguiente sustantivo. Esto sería similar a decir que “un” realmente significa “un ciento” cuando aparece en la combinación “un cien piés”.
Marcadores