Las películas, la televisión, la radio y los vídeos. Los medios de comunicación mencionados pueden servir como excelentes agentes educativos. “Cambiaron toda la atmósfera de nuestro mundo moderno y nos pusieron en fácil contacto con la vida, el pensamiento y los acontecimientos de todo el globo”. El cristiano debe recordar que la televisión y los vídeos causan un impacto mayor en la vida de un individuo que cualquier otra actividad.
Desgraciadamente, la televisión y las grabaciones de video, con sus presentaciones teatrales casi continuas, introducen en el hogar influencias que no son ni sanas ni elevadoras. Si no somos firmes y aptos para discernir, “convertirán nuestros hogares en teatros y escenarios de espectáculos comunes y sórdidos”. El cristiano consagrado se apartará de películas y programas de televisión enfermizos, violentos o sensuales.
Los medios de comunicación audiovisuales no son malos en sí mismos. Los mismos canales que revelan las profundidades de la maldad humana, comunican también la predicación del evangelio de salvación. Además, se transmiten muchos otros programas que vale la pena mirar. Pero es posible usar aun los buenos programas para evitar enfrentar las responsabilidades de la vida. Los cristianos no solo necesitan establecer principios para determinar qué han de ver; también deben limitar el tiempo que dedican a esas actividades, de modo que no sufran sus relaciones sociales ni las responsabilidades de la vida. Si no podemos discriminar, o si carecemos de fuerza de voluntad para controlar los medios de comunicación que poseemos, es mucho mejor deshacerse de ellos de una vez, antes que permitir que se adueñen de nuestras vidas, corrompiendo nuestra mente o consumiendo cantidades excesivas de nuestro tiempo (ver Mat. 5:29, 30).
En lo referente a nuestra contemplación de Cristo, un importante principio bíblico establece que “nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen” (2 Cor. 3:1. La contemplación produce cambios. Pero los cristianos deben recordar continuamente que este principio también se aplica en su aspecto negativo. Todos los espectáculos que describen gráficamente los pecados y crímenes de la humanidad: el asesinato, el adulterio, el robo y otros actos degradantes, contribuyen al quebrantamiento actual de la moralidad.
El consejo que expresa Pablo en Filipenses 4:8 establece un principio que ayuda a identificar las formas de recreación que tiene valor: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Marcadores