¿ Nadie la conoce ???????
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Huyen los creyentes ...
Te toca, María Laura ...
Qué quieres que te diga Emeric?
Fuentes escritas
El episodio íntegro queda relatado en el Antiguo Testamento, en tres capítulos sucesivos del Libro de los Números (Num. 22-24), no siendo pocos los Padres de la Iglesia que lo han analizado, desde ópticas diversas, manifestando los distintos aspectos que entraña su lectura.
Así, Balaam es considerado como un instrumento divino para sustentar la fe en la promesa mesiánica por Orígenes (185-254), San Ambrosio (340-397) y San Juan Crisóstomo (347-407); razón por la cual San Jerónimo (ca. 340-420) trató de buscarle una vinculación con la estirpe de Abraham mientras que Máximo de Turín (fines del siglo IV principiosdel V), vio en él un precursor de los Magos de Oriente, también astrónomos e igualmente caldeos, llegados a Belén siguiendo el rastro de estrella.
Desde una perspectiva opuesta, y en función de dos menciones neotestamentarias que cargan contra la iniquidad inicial del personaje (La primera procede de San Pedro (2 Pedro 2, 15-16), quien recuerda que “Abandonando el camino recto, se desviaron y siguieron el camino de Balaam, hijo de Bosor, que amó un salario de iniquidad, pero que fue reprendido por su mala acción. Un mudo jumento, hablando con voz humana, impidió la insensatez del profeta”. La segunda es pronunciada por el Ángel de la Iglesia de Pérgamo en el Apocalipsis (Ap. 2, 14), quien espeta: “Pero tengo alguna cosa contra ti: mantienes ahí algunos que sostienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balaq a poner tropiezos a los hijos de Israel para que comieran carnes inmoladas a los ídolos y fornicaran”) otros escritores, como Gregorio de Nisa (ca.330-394), prefirieron subrayar su maldad manifiesta en la persecución del Pueblo de Israel, oponiendo entonces su personalidad a la del justo Moisés, quien liberó a los israelitas de la esclavitud egipcia conduciéndolos hasta la Tierra Prometida.
Por su parte, la lucidez y mansedumbre del animal merecieron que fuera identificado con la Humanidad por Efrén de Siria (306-373) y con la propia Iglesia por Orígenes (185-254), aplastada por el peso del pecado personalizado en el jinete impío, y por ello premiada al ser elegida como humilde cabalgadura por Cristo para su ingreso en Jerusalén.
Este último aspecto de la humildad y el servicio fue el que retomaron, en los siglos XI y XII, los teólogos benedictinos y cistercienses para reflejar de modo alegórico alguna de las virtudes esenciales de la vida monástica. Así, Hildeberto de Le Mans († 1133), definía a los monjes como “asnos de San Benito” –Vos estis asinus et haedus Benedicti– explicando que tanto el animal como el jinete son metáfora para el monje que debe llevar siempre al Señor cabalgando sobre él. Mucho más afín con el texto bíblico, su correligionario Julián de Vézelay (1138-1161) utiliza la historia como hilo conductor para explicar el capítulo 58 de la R.B. relativo a la obediencia.
Según sus palabras, todo monje debe acatar sin cuestionarse las órdenes de su superior salvo en un caso: cuando estas entren en franca contradicción con la Ley Divina. Entonces, debe hablar alto y declarar que no puede obedecer porque no puede ir contra Dios, sicut asella Balaam, que habló para transmitirle las órdenes dictadas a Yahvé a través del ángel, contrarias a las recibidas por el rey Balak.
Por último, obediencia, pero también fortaleza (entendida como cualidad atribuida siempre a este tipo de animales: asinus fortis), son las virtudes que deben revestir al abad de cualquier monasterio según se desprende de los comentarios de Pedro el Venerable (ca. 1136-1137) a Guido de Le Chatel, prior de la Gran Cartuja; de Rainiero de Lieja (1157-ca. 118 al monje David de su propio monasterio; y del Comentario a la Regla de San Benito escrito por los mismos años en la casa cisterciense
de Pontigny tal vez por su propio abad.
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Última edición por Ciro; 17/05/2016 a las 19:15
No hay modo de obtenerla ... Pssss ...
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