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Tema: ¿ Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios" ? ¡ Claro que sí !

  1. #1
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    Smile ¿ Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios" ? ¡ Claro que sí !

    Sin Dios, sin dioses, y sin religiones.

    Este tema es para tod@s pero, en particular, para Tufinletal (Tufin), ya que él se cree que fuera de su Dios y del evangelio no se puede SER plenamente feliz.

    Ese prejuicio muy fuerte que él tiene, yo también lo tenía cuando era predicador pentecostal, hasta el 1975.

    Yo predicaba que los que no son creyentes son unos infelices, desesperados, y que tienen que tener vicios (tabaco, marijuana, alcohol), y que son necesariamente personas "degeneradas", arruinadas, pesimistas, deprimidas, angustiadas, con ganas de suicidarse, etc., igualito que lo ve Tufin, por lo que he leído en varios de sus posts.


    En este nuevo espacio, los que rompimos de las
    cadenas del evangelio de Jesupablo y de otras religiones, vamos a demostrarle a Tufin que se equivoca y somos plenamente felices.

    Mi siempre cordial saludo para tod@s, compartan o no compartan mis puntos de vista.
    Última edición por Emeric; 15/12/2015 a las 09:45

  2. #2
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    Smile Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios". ¡ Claro que sí !

    Personalmente, ya con tan sólo haber destrozado las cadenas del cristopaulinismo, encontré la felicidad. Como suelo decirle a mis familiares pentecostales :

    "Si yo hubiera sido feliz ahí dentro, no me habría salido".

  3. #3
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    Predeterminado Re: Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios". ¡ Claro que sí !

    Cita Iniciado por Emeric Ver mensaje
    Personalmente, ya con tan sólo haber destrozado las cadenas del cristopaulinismo, encontré la felicidad. Como suelo decirle a mis familiares pentecostales :

    "Si yo hubiera sido feliz ahí dentro, no me habría salido".
    Podrias describir mejor la felicidad de la que hablas?

    Saludos.

  4. #4
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    Predeterminado Re: Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios". ¡ Claro que sí !

    Vivir feliz sin ese sentimiento de culpabilidad que te inyectan los creyentes por el mero hecho de existir, ya que creen en el absurdo de "La Caída" del Hombre, con su pecaminosidad universalmente heredada. Pssss ...

  5. #5
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    Predeterminado Re: Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios". ¡ Claro que sí !

    Vivir feliz sin tener que angustiarse permanentemente al preguntarse uno si esto o aquello es pecado a los ojos de Dios ...

  6. #6
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    Predeterminado Re: Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios". ¡ Claro que sí !

    Cita Iniciado por Emeric Ver mensaje
    Vivir feliz sin tener que angustiarse permanentemente al preguntarse uno si esto o aquello es pecado a los ojos de Dios ...
    Algo como la felicidad fuera de Dios no es posible. :3 pero también es cierto que es posible experimentar felicidad transitoria fuera del Evangelio.

    Saludos.

  7. #7
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    Predeterminado Re: ¿ Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios" ? ¡ Claro que sí !

    En la segunda mitad del siglo XIX, Friederich Nietzsche y otros filósofos declararon: "Dios está muerto". Su concepto de un mundo sin Dios inspiró a Hitler y a sus nazis, como también a Marx y Engels, fundadores del comunismo ateo. Comunismo y Nazismo: dos grandes fuerzas que se presentan como antagónicas pero que en realidad son dos cabezas de la misma bestia infernal. Esta, embriagada de arrogancia y odio contra Dios y no pudiendo contra El, persigue a Sus hijos en la tierra.

    Apocalipsis 12,17
    Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.

    ¡Y con que furor las persigue! ¡Cuanto engaño, destrucción y muerte causó la bestia en el siglo XX! Guerras, holocaustos, miseria atroz en innumerables países. Ha comenzado el siglo XXI y los pueblos continúan sufriendo. Los pueblos continuan poniendo su esperanza en ideologías que debían a estas alturas estar ya desacreditadas. Esto ocurre en gran parte porque los cristianos estamos dormidos. No damos testimonio con nuestra vida del poder liberador de Cristo. ¡Cuantos cómplices tiene la bestia! ¿Acaso no son culpables también los cristianos que nos quedamos dormidos ante el mal?. La Virgen desde Fátima y los Papas nos han advertido la urgencia de unirnos en la batalla en Cristo y Su Iglesia. Pero a Dios en el occidente se le tiene como una figura superflua, un símbolo arcaico del pasado ya superado. Muy pocos, aun entre los cristianos, comprenden las dramáticas consecuencias de la arrogancia erguida contra Dios.

    Otra cabeza de la bestia es el materialismo. Esta nos enseña que el dinero lo consigue todo. Lo mas importante es evitar sufrimientos y aumentar el placer. Antes de matar la serpiente del materialismo nos anestesia, para que perdamos la conciencia de nuestro deslice hacia el egoísmo y la inmoralidad. Si no se combate, pronto la fiebre de la concupiscencia se hace insaciable y obstina la razón. El demonio no descansa. Ya lo dijo Jesús: Lucas 16:8 -los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.

    Siendo así las cosas, Sigmund Freud y sus seguidores "descubrieron" que el principio y el fin de la vida no es el amor como decían los cristianos sino el placer sexual. Desligó el sexo del amor conyugal para repartirlo como un objeto de placer egoista. La moral cristiana fue condenada como una represión dañina. La Iglesia nos había engañado y hacía falta una liberación de sus enseñanzas. Después de las guerras todos estaban cansados de sacrificios y disciplinas. En adelante, amor debía significar desahogo sexual en cualquier forma. Muchos cristianos dormían.

    El Dr. Benjamin Spock declaró que los padres no debían corregir a sus hijos porque podrían herir su personalidad y dañar su auto estima. Después de todo, si Dios no existe y si lo importante en la vida es el placer, ¿quién puede decir que existe el bien o el mal? ¿Para que imponer nuestras reglas a los niños? Los cristianos en general callaron para no parecer estar fuera de moda o ser intransigentes.

    Entonces el gobierno impuso leyes para que los maestros no disciplinen en la escuela. Disciplinar requiere tener valores morales y eso es parte de la religión. El estado no debe meterse en eso sino mantener separación total entre iglesia y estado. Disciplinar podría considerarse abuso contra menores y acarrear demandas judiciales. Ya nadie se atrevió a disciplinar. Pronto se olvidaron de la diferencia fundamental entre corregir o disciplinar y abusar o humillar... Hoy día los niños en la escuela viven bajo terror por las gangas que llevan armas y se burlan de los maestros. Los cristianos siguen durmiendo.

    Los ateos se organizaron y la señora Madeline Murray O Hare de los Estados Unidos protestó contra la oración en las escuelas. Los cristianos dormían pensando que eso no pasaría en USA. Los ateos gritaban mas fuerte y la oración en las escuelas públicas fue prohibida. Mientras tanto, por primera vez, un católico ocupaba la presidencia de Estados Unidos. Este se jactaba de separar su fe de su gobierno.

    El movimiento ateo fue creciendo. Bajo pretexto de que no se debe forzar la religión, exigieron que ni siquiera se mencione la Biblia en las escuelas. La mayoría de los cristianos pensó que aquello no tenía importancia. Pronto la Biblia desapareció de las escuelas y hasta se prohibió poner el pesebre de Navidad en los edificios públicos. El pesebre también se consideró "ofensivo".

    Entonces atacaron el principio de la ley natural como fundamento de la ley civil. Argumentaron que no hay bien ni mal que se pueda conocer objetivamente y por lo tanto la ley no debería fundamentarse en principios inalterables. La ley entonces quedó a la merced de las crecientes demandas de una cultura fundamentada en el placer. Pronto se legalizó el aborto y se comenzaron a matar mas de 4000 inocentes cada día en USA. Hubo protestas, se formaron grupos, pero la mayoría de los cristianos dormían. Quizás se consolaban pensando que ya ellos habían nacido.

    Los comerciantes de pornografía aprovecharon las nuevas libertades para sacar sus revistas del escaparate. Ya no tenían porque esconderse ya que en la nueva cultura tienen su lugar entre las mas prestigiosas. Se insertaron en todos los ambientes como lectura respetable. Para aumentar aun mas la "apreciación del cuerpo" proliferó la pornografía infantil, la fascinación con las aberraciones sexuales, violencia y masoquismo. A esto le llamaron libertad de expresión. Los cristianos dormían.

    Otro "experto" en la educación declaró: "Los menores van a tener relaciones sexuales de todas maneras. Vamos a facilitarles todos los condones que quieran para que puedan divertirse sin contraer enfermedades. Se los daremos en la escuela y, para proteger los derechos de privacidad del niño, no informaremos a los padres". Pronto tuvimos más inmoralidad que nunca antes, mas abortos, más enfermedades venéreas y más jóvenes incapaces de las responsabilidades del matrimonio.

    La industria del "entretenimiento" dijo: "En este ambiente hay grandes oportunidades para hacer dinero. Hagamos películas y shows que promuevan la profanación, la violencia y el sexo ilícito. Lo único que es sagrado es nuestro derecho a hacer lo que queramos" Pronto descubrieron que tenían aun mas éxito si se burlaban de la Iglesia Católica, si la calumniaban y falsificaban su mensaje. Los católicos seguían dormidos. Pensaban quizás: "Al que no le guste que no las vea..."

    Las compañías de "música" decidieron: "Vamos a grabar música que incite a la lujuria y todo tipo de explotación del sexo. Fuera toda represión impuesta por la Iglesia. Invitemos también a drogarse, al asesinato, al suicidio, a cometer violaciones y adorar al demonio. Y los católicos se resignaron pensando: Es solo música, no hace daño a nadie, son los tiempos, sólo se divierten, el que no lo quiera que no escuche...

    Entonces el pueblo dijo: "No importa a quien elijamos para que nos gobierne, no importa si es un depravado, mientras diga lo que nos gusta escuchar" Que cada uno haga lo que quiera. Olvidó la advertencia de San Pablo de nunca acomodarse al mundo.

    El gobierno entonces redefinió el matrimonio de manera que ya no tenga su naturaleza propia según los planes de Dios para el bien del hombre, la mujer y los hijos. Pasó a llamarse matrimonio cualquier unión hecha según el antojo de los contrayentes. Se estableció la agenda homosexual en las escuelas de todo nivel y en la adopción de niños. Al no existir ni ley natural ni revelación divina, ni valores familiares, se declaró que quien se oponga al nuevo orden no está capacitado para trabajos de responsabilidad. Cualquier crítica se diagnosticaba como enfermedad de "homofobia".

    La rebelión contra las enseñanzas de Dios se infiltró en la Iglesia. Comenzaron a presionar para que se elimine toda enseñanza divina que se opone a la mentalidad del mundo. Repetían una gran verdad: "Dios nos ama como somos". Pero falsamente deducían que Dios no requiere conversión. Se interpretó El amor de Dios como complacencia divina ante nuestro estado de pecado. Se propuso que toda actividad sexual, sea cual fuese, antes o después del matrimonio debía ser aceptada mientras que los participantes "se amen". Ya no se habla de esposos porque ahora son "pareja" Muchos católicos adoptaron el estilo de vida del mundo: los anticonceptivos, el aborto, la infidelidad conyugal. La "liberación" no solo ocurrió en el ámbito sexual. Se llegó a creer que ya no existe ningún pecado (excepto, claro esta, los pecados de "intolerancia" y "homofobia"). Como consecuencia, se comprendió que no hay necesidad de dominar los instintos bajos ¿Que instintos bajos?.

    El hombre, ahora iluminado con su nueva ciencia, llegó a superar el antiguo concepto de pecado: Al robo se le llamó "saber aprovechar la situación"; al aborto: "una interrupción"; al mentir: "el derecho a mi opinión"; a la charlatanería: "elocuencia"; a la arrogancia: "defender derechos"; a la cobardía: "prudencia"; a la gula se le llama "apetito"; a la avaricia: "ser emprendedor"; a la vagancia se le llama "descanso", al adulterio: "tener muchas amistades".

    Se hizo una nueva interpretación de la Biblia para descalificar como opiniones de los autores de la época a todo lo que no concuerda con la mentalidad moderna.

    San Pablo advierte que la incapacidad de discernir entre el bien y el mal es consecuencia de la impiedad y no tiene excusa:

    En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. -Romanos 1,18-25

    Ahora nos preguntamos por que tanta violencia, divorcio, depresión, suicidio, enfermedades mentales, caos... Pero en realidad somos nosotros los que hemos excluido a Dios de nuestro ambiente.

    ¿Cuando despertaremos lo cristianos y comprenderemos la urgencia de nuestros tiempos? No es suficiente creerse bueno, hace falta amar lo suficiente a Cristo como para luchar por Su reino hasta entregar la vida.

    De la Palabra de Dios:

    Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio. -II Timoteo 4, 3-5

    Pero tengo contra ti que toleras a Jezabel, esa mujer que se llama profetisa y está enseñando y engañando a mis siervos para que forniquen y coman carne inmolada a los ídolos. Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. Mira, a ella voy a arrojarla al lecho del dolor, y a los que adulteran con ella, a una gran tribulación, si no se arrepienten de sus obras. -Apocalipsis 2, 20-21

    I Tesalonicenses 5:5
    pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas. Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

    Última edición por Ciro; 15/12/2015 a las 18:35

  8. #8
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    Predeterminado Re: Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios". ¡ Claro que sí !

    Cita Iniciado por Seeker Ver mensaje
    felicidad transitoria
    Normal, pues no somos eternos.

  9. #9
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    Predeterminado Re: Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios". ¡ Claro que sí !

    Felicidad de no tener que ir a la iglesia los domingos, ni en ningún otro día de la semana.

  10. #10
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    Predeterminado Re: ¿ Podemos ser PLENAMENTE FELICES sin "Dios" ? ¡ Claro que sí !

    Las 6 batallas de la juventud que ningún adulto debe olvidar



    La vida pasa rápido. De pronto estás jugando en la calle con apenas una decena de años y hoy ya eres un hombre entrando en los grandiosos cuarenta años.


    ¿Qué paso con tus ilusiones de juventud, con tus sueños y tus ideales?, ¿aún los recuerdas, los conservas? ¿Pasaste por la vida siguiendo lo que el camino te iba trayendo?, ¿o te abrazaste a tus ideales y no perdiste la fe? Es a esta reflexión a la que nos invita José Martín Descalzo con este hermoso texto que hoy presentamos a modo de galería.


    Lejos de querer mostrar una visión negativa de la vida, José Martín, advierte sobre los peligros de vivir una vida arrastrada por el mundo. Ilustra claramente las batallas, que sin saber, el hombre adulto va perdiendo en la vida. Es como un llamado de atención a no vivir a tientas sino a tomar la vida que se nos ha regalado en nuestras manos y responder a los anhelos del corazón, que llevan inscritos como un código, ese plan maestro que el creador ha confiado a cada uno de nosotros.


    best friends


    “Me ha angustiado tu carta de hoy, muchacho. ¡Te muestras tan seguro de ti mismo, te sientes tan gozoso de «haber madurado»! Te juro que he temblado al percibir esa punta de desprecio con la que hablas de tus años juveniles, de tus sueños, de aquellos ideales que —dices— «eran, sí, hermosos, pero irrealizables». Ahora, me explicas, te has adaptado a la realidad y, con ello, has triunfado. Tienes un nombre, una buena casa, un cierto capital, una familia… Exhibes todo eso como si fueran joyas en el escote de una dama. Sólo, en medio de tanto orgullo, se te escapa un diminuto relámpago de nostalgia al reconocer que: «aquellos absurdos sueños eran, cuando menos, hermosos.»


    Tu carta ha evocado en mí un viejo texto del doctor Schweitzer que desde hace veinte años me persigue. Me gustaría que te lo aprendieras de memoria, porque puede ser tu última tabla de salvación:


    Lo que comúnmente nos hemos acostumbrado a ver como madurez en el hombre es, en realidad, una resignada sensatez. Uno se va adaptando al modelo impuesto por los demás al ir renunciando poco a poco a las ideas y convicciones que le fueron más caras en la juventud. Uno creía en la victoria de la verdad, pero ya no cree. Uno creía en el hombre, pero ya no cree en él. Uno creía en el bien y ahora no cree. Uno luchaba por la justicia y ha cesado de luchar por ella. Uno confiaba en el poder de la bondad y del espíritu pacífico, pero ya no confía. Era capaz de entusiasmos, ya no lo es. Para poder navegar mejor entre los peligros y las tormentas de la vida se ha visto obligado a aligerar su embarcación. Y ha arrojado por la borda una cantidad de bienes que no le parecían indispensables. Pero que eran justamente sus provisiones y sus reservas de agua. Ahora navega, sin duda, con mayor agilidad y menos peso, pero se muere de hambre y de sed.
    Leí estas palabras cuando yo era poco más que un muchacho. Y no me han abandonado nunca. Porque he visto en ellas el retrato exactísimo de cientos de vidas. ¿Es cierto, entonces, que crecer es tan terrible? ¿Vivir es simplemente ir abandonando? ¿Eso que llamamos «madurez» es casi siempre puro envejecimiento, simple resignación, ingreso en los cuarteles de la mediocridad? Me gustaría, amigo, que antes de exhibir tanto orgullo te atrevieras a repasar esa lista de seis batallas y te preguntaras a ti mismo a qué derrota llegas, seguro de que de ahí deducirás lo que te queda de humano:


    Primera batalla: El amor a la verdad


    La primera batalla se da en el campo del amor a la verdad. Suele ser la primera que se pierde. Uno ha asegurado en sus años de estudiante que vivirá con la verdad por delante. Pero pronto descubre uno que, en esta tierra, es más útil y rentable la mentira que la verdad; que, con ésta, «no se va a ninguna parte» y que, aunque diga el refrán que la mentira tiene las piernas muy cortas, los mentirosos saben avanzar muy bien en coche. Abres los ojos y ves cómo a tu lado progresan los babosos, los lamedores. Y un día tú también, muchacho, sonríes, tiras de la levita, abres puertas, sirves de alfombra, tiras por la borda la incomoda verdad. Ese día, muchacho, sufres la primera derrota, das el primer paso que te aleja de tu propia alma.


    Segunda batalla: La lucha por la confianza


    La segunda batalla tiene lugar en los terrenos de la confianza. Uno entra en la vida creyendo que los hombres son buenos. ¿Quién podría engañarnos? Si de nadie somos enemigos, ¿cómo lo sería alguien nuestro? Y ahí́ está ya esperándonos el primer batacazo. Es una zancadilla ******** o, incluso, una traición que nos desencuaderna el alma precisamente porque no logramos entenderla. Y nuestra alma, herida, bascula de punta a punta. El hombre es malo, pensamos. Rodeamos de hilo espinado nuestro castillo interior, ponemos puente levadizo para llegar a nuestra alma, a nuestro corazón ya no se podrá́ entrar si no es con pasaporte. El alma forrada de cuchillos es la segunda derrota.


    Tercera batalla: Conservar los ideales


    La tercera es más grave porque ocurre en el mundo de los ideales. Uno ya no está seguro de las personas, pero cree aún en las grandes causas de su juventud: en el trabajo, en la fe, en la familia, en tales o cuales ideales políticos. Se enrola bajo esas banderas. Aunque los hombres fallen, éstas no fallarán. Pero pronto se ve que no triunfan las banderas mejores, que la demagogia es más «útil» que la verdad y que, con no poca frecuencia, bajo una gran bandera hay un cretino más grande. Se descubre que el mundo no mide la calidad de las banderas, sino su éxito. ¿Y quién no prefiere una mala causa triunfante a una buena derrotada? Ese día otro trozo del alma se desgaja y se pudre.


    Cuarta batalla: Defender la justicia


    La cuarta batalla es la más romántica. Creemos en la justicia y la santa indignación se nos sube a los labios. Gritamos. Gritar es fácil, llena nuestra boca, da la impresión de que estamos luchando. Luego descubrimos que el mundo nunca cambia con gritos y que, si alguien quiere estar con los despellejados, ha de perder su piel. Y un día descubrimos que no se puede conseguir la justicia completa y empezamos a pactar con pequeñas injusticias, con grandes componendas. Ese día caemos derrotados en la cuarta pelea.


    Quinta batalla: La lucha por la alegría


    No pasará mucho tiempo sin que decidamos «imponer» nuestra paz violenta, nuestras santísimas coacciones. Todavía creemos en la paz. Pensamos que el malo es recuperable, que el amor y las razones serán suficientes. Pero pronto se nos eriza el alma, comenzamos a desconfiar de la blandura, decidimos que puede dialogarse con éstos sí, pero no con aquéllos. No pasará mucho tiempo sin que decidamos «imponer» nuestra paz violenta, nuestras santísimas coacciones. Es la quinta derrota. ¿Queda aún algo de nuestra juventud? Quedan aún algunas ráfagas de entusiasmo, leves esperanzas que rebrotan leyendo un libro o viendo una película. Pero un día las llamamos «ilusiones», un día nos explicamos a nosotros mismos que «no hay nada que hacer», que «el mundo es así́», que «el hombre es triste».


    Sexta batalla: Mantener la esperanza


    Perdida esta sexta batalla del entusiasmo, al hombre ya sólo le quedan dos caminos: engañarse a sí mismo creyendo que ha triunfado, taponando con placer y dinero los huecos del alma en los que habitó la esperanza, o conservar algo de corazón y descubrir que nuestro barco marcha a la deriva y que estamos hambrientos y vacíos, sin peso de ilusiones, sin alma. Me gustaría que, al menos, te quedara esta angustia, amigo que hoy me escribes. Y que tuvieras aún el valor suficiente para preguntarte a qué derrota has llegado, muchacho.”


    José Luis Martín Descalzo

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