Ambos Dioses (el hebreo y el musulmán) se quedan de brazos cruzados, indiferentes e indolentes ante tantos ríos de sangre que siguen corriendo en el Oriente Medio.
¿ Qué mejor prueba de que ninguno de los dos existe ?
Mediten en eso, y recapaciten, amig@s religios@s.
Saludos.
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