Si las personas fueran naturalmente buenas, no necesitarían la gracia de Dios o la obra regeneradora del Espíritu Santo. La humanidad entera sufre las consecuencias del mal natural que existe en las personas. Por eso digo que la creación original del Génesis 2 es imperfecta.
Las guerras, las enfermedades, los virus, las bacterias, los males congénitos y deterioro genético son algunos signos de esta creación imperfecta.
Un bebé, no importa que tan pura que puede aparecer en el nacimiento, viene con todas las potenciales inclinaciones hacia el mal y el pecado. Nadie tiene que enseñar al niño a mentir porque aprende solo. La maravilla del Evangelio es que Jesús tomó los discípulos con muchos defectos e inclinaciones al mal y les da la oportunidad de convertirse en buenas personas, como he hecho con Zaqueo, Pedro, Pablo y otros.
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