Hay que repartir y compartir. Y hay que darle culto merecido a Dios a través de la Liturgia que nos dejó. Esta liturgia, que negáis, no sale del hombre, no es propia del hombre, sino de Dios, es divina. Y todos debemos congregarnos para ello, pues solo se puede hacer a través de las personas que dejó encargadas para tal tarea, que lo realizan por Cristo, con él y en él.
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