Actividad de lo abstracto, “duración” sin especialidad espacial
“(Kant) no atribuía a la duración una existencia absoluta al poner a priori el tiempo en la misma línea que el espacio” (Henri Bergson, "La evolución creadora"; Cap. III. De la significación de la vida. El orden de la naturaleza y la forma de la inteligencia)
En lugar de poner “a priori” el tiempo en la misma línea que el espacio, lo hubiese puesto “a priori” en el mismo sitio, lo hubiese remitido al sitio al que va, el ser mismo en el que el concepto del espacio se corresponde con su extensión (*); a partir de ese preciso sitio, la materia de la conciencia no da más de sí, tiene que echar mano de algo que, por sí, le falta.
(*) La aprioridad del tiempo no es igual que la del espacio; el tiempo está, dicho de este modo, antes que el espacio (**).
Esta anterioridad no es una forma con suficiente elasticidad como para resolver las cuestiones inherentes a la experiencia, no las abarca por entero.
Bergson parece advertirse de esta reciprocidad, que lo otro del espacio se extiende mediante una duración, o dicho en otras palabras, mediante una diferencia temporal.
El “Factum” de Kant, estar ya dispuesto en el sitio en el que se está (***), era una figura que anticipaba una diferencia fundamental, esto es, de sitio del que brota. La conciencia se puede hacer mil millones de preguntas que, llegado el momento, cuando no haya más lugar para extender la espera, hay una aproximación máxima, la manifestación de una preferencia; el tiempo echa a correr.
(**) Hace meses manifesté mi resistencia a una idea del tiempo que no fuese problemática con la del espacio en la que el tiempo se ubicaba.
(***) Este ámbito es una contradicción esencial de la naturaleza especulativa de la conciencia y la fenomenología del espíritu que tiene como posibilidad. Dicho muy claramente, mirándose a sí, y sin poner figuras entremedias, no se ve sino a sí.
El mayor interés de este sí mismo teorético-especulativo está no sólo en la experiencia que lo extiende, una cosa en sí sacada del sitio en el que está, un ámbito negativo que pone el sitio del que depende el asentamiento de la conciencia; su sustrato se encuentra más al fondo, donde la inclinación de la conciencia no llega inmediatamente (***).
(****) No es casual que Kant dejase esta interpretación de la conciencia moral a “medio hacer”, esto es, incompleta. La totalidad de la conciencia moral no llega a hacerse, está indefinida de acuerdo con los términos que la constituyen.
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