Jeremías no se quejo.
Jehová le dijo: “Antes de estar formándote en el vientre, te conocí; y antes que procedieras a salir de la matriz, te santifiqué. Profeta a las naciones te hice”. (Jer 1:2-5.) Fue, por lo tanto, uno de los pocos hombres de cuyo nacimiento Jehová se responsabilizó —bien porque intervino por medio de un milagro o lo dirigió de algún otro modo— para que fuera su siervo especial. Entre estos hombres estuvieron Isaac, Sansón, Samuel, Juan el Bautista y Jesús.
Marcadores