Sustancia del cambio y conciencia, ser negativo
"Las dobleces y las traiciones sólo se deben a la falta de inteligencia" (De La Rochefoucauld)
El cambio no es una fase por la que pase la cosa. El cambio es el ámbito del ser. No sucede, pues, al revés, que la cosa permanezca igual hasta que algo se le oponga.
La conciencia está formalmente concebida de manera inversa a la sustancia del cambio; la conciencia abstrae de suyo, es su modo de ser. Para la conciencia el ésto es el ser, una extensión replegada hacia sí; lo que permanece se reafirma solo, está consigo; el ser histórico se abre, se muestra de un modo, siendo ésto; el ser sigue siendo independiente (*).
(*) “Seguir siendo” es un error del lenguaje, una señal de que su capacidad toca fondo, una fase crítica en la que no da más de sí. La actividad cede ante la inactividad, se atasca y su reciprocidad se vuelve estéril; su relación ya no aporta nada, se repite vanamente.
La actividad genuina no es la fase contrapuesta a la pasiva; la actividad y la pasividad no están en el mismo nivel. La actividad es primera, crece de un sitio; la pasividad, por el contrario, es segunda y está derivada de la primera, no al revés.
La dialéctica debe evitar las fases en las que los conceptos estén más cerca de los objetos que les son propios. Cuando esto sucede, la dialéctica muestra cansancio, pierde poder. Que el “tiempo pasa” o “el espacio se recorre” no dicen absolutamente nada, son juegos de palabras sin idea alguna detrás.
El instante crítico no puede ser un momento casual, un accidente. El cambio no debe aparecer sin preaviso; el cambio ha de estar ya ahí.
Así pues, en tanto la conciencia se interprete con categorías inversas que miren hacia atrás en lugar de mirar hacia delante, en tanto la actividad de pensar se confunda con la de no pensar nada y se usen las categorías negativas para sacar de ellas algo (**), se condena la conciencia a su insensibilidad a sí, esto es, a hacerse negativa y llegar a las cosas tarde.
(**) No pensar nada no es lo mismo que pensar no-algo. No pensar nada es una afirmación sin determinar, deja lo que afirma en tierra de nadie, lo deja caer; pensar no-algo es una afirmación negativa, algo afirmado que se niega, un matiz que se añade a la proposición.
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