El Evangelio fue incluido en las biblias del imperio romano porque los emperadores de Roma y su religión querían dejarlo ahogado, desplazado y desconocido. Pero Jesucristo no mandó predicar las biblias católicas donde se incluyeron todos los mandamientos del viejo testamento que Jesucristo había dejado abolidos. Y esa fue la nefasta obra de los emperadores de Roma y de su religión: dejar ahogado el Evangelio de Jesucristo. Desde entonces (siglo IV), los imperios del mundo no han parado de imponer penas de muerte, guerras y genocidios.
Marcadores