Primero, liberada de demonios y, luego, llena del Espíritu Santo :
Gracias, Onta.
Yo recuerdo que cuando era pentecostal, a nuestra congregación asistían regularmente varias personas con problemas psiquiátricos. Se nos enseñaba que tenían demonios, y se oraba por ellos para que Dios los liberara. Pero siempre siguieron yendo a la iglesia con sus perturbaciones de conducta.
Había un señor a quien le daban ataques de epilepsia prácticamente cada vez que asistía a los cultos. Se caía de la silla, echaba espuma por la boca, se ponía bien tenso, bien duro, y se orinaba encima. Había que sujetarlo para que no se hiriera al darse algún golpe con el suelo o con una silla ya que se estremecía con mucha fuerza. Y por más que varios pastores y evangelistas le oraron en el nombre de Jesús, nunca se sanó.
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