Bueno que me decís del subgénero del mundo del boxeo ¿eh? ¿nos entusiasma ¿o nos desilusiona? pero si hay un deporte entendido mundialmente ese es el boxeo.
"Como el escenario de un teatro, con el espacio bien marcado, los focos fijados en el techo y la audiencia pendiente de hasta el más mínimo detalle, el cuadrilátero es uno de los espacios favoritos del cine. Desde la butaca, convertida en silla de ring, hemos tenido la OPORTUNIDAD de contemplar apasionantes historias sobre jóvenes con la cabeza repleta de sueños, viejos púgiles derrotados por el peso de su propia sombra, entrenadores resentidos, mujeres fatales, promotores corruptos y gánsteres ávidos de dinero fácil. Es el fascinante universo del cine de boxeo.Por Pablo MéridaCon el boxeo ocurre un fenómeno curioso. Personas que califican este deporte de aberrante, no dudaron en alabar las excelencias de una película como Toro Salvaje (Raging Bull, 1980), de Martin Scorsese. También muchos enemigos declarados del Noble Arte vibraron como niños cuando vieron por primera vez Rocky (1976). ¿Cómo es posible? ¿No resulta algo incoherente? Lo normal sería que un deporte que genera rechazo o simple desinterés no funcione en su traslación a la pantalla. Por ejemplo, el escaso seguimiento que el béisbol ha tenido y TIENE en España ha provocado que la mayor parte de las películas consagradas a este disciplina deportiva hayan pasado más o menos desapercibidas en nuestro país. Pero para el caso del boxeo parecen existir otras reglas. Posiblemente, se deba al hecho de que se trata del deporte más teatral de cuantos existen. Sólo hace falta recordar que a una noche de combates se la denomina velada, como si de un estreno teatral o de un concierto se tratase, algo impensable si se tratara de un partido de fútbol o de una competición de atletismo.
Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004)
En su paso al cine, el boxeo gana aún más teatralidad. Pese a que en ocasiones las películas presumen de mostrar ambientes realistas, historias basadas en hechos reales y cosas por el estilo, los argumentos que tienen el pugilismo como telón de fondo presentan sin quererlo al deporte DESDE una óptica tan idealizada que en algunos casos termina cayendo en el tópico y los lugares comunes. Con unos cuantos ejemplos nos entenderemos mejor. El gimnasio que regenta Clint Eastwood en la formidable Million Dollar Baby (2004) trata de respirar un realismo extremo. Sin embargo, es un clarísimo escenario de ficción, con el que el director juega, sobre todo gracias a las composiciones de la fotografía, para remarcar la soledad y la tenacidad de la protagonista. Los cuadriláteros que aparecen en la ya mencionada Toro Salvaje presentan unas dimensiones a todas luces surrealistas. El sonido de los puñetazos en Rocky es tan espectacular como falso. Y hasta la sombra de la corrupción que siempre ha rodeado a este deporte adopta en el cine un estilo expresionista en perdidos callejones de sombras alargadas, TIPO los que pueden disfrutarse en Nadie PUEDE vencerme (The Set-Up, 1949), lección magistral de Robert Wise de cómo hacer cine sencillo y contundente. Pero, a pesar de esta manifiesta teatralidad, las películas de boxeo —subgénero que CUENTAen-el-cine-con-la-camara-entre-las- a día de hoy con más de un centenar de ejemplos procedentes de todas las cinematografías del mundo— entusiasman a la audiencia hasta el punto de convertirse, en determinadas ocasiones, en auténticos fenómenos de TAQUILLA
El combate de estudio
Cuando, a finales del siglo XIX, Thomas Alva Edison en ESTADOS Unidos y los hermanos Lumière en Europa competían por crear un invento capaz de capturar y después reproducir imágenes en movimiento, el boxeo se acercó por primera vez al cine. Algunos púgiles fueron contratados por estos pioneros para representar en sus primitivos estudios un asalto de boxeo por completo coreografiado. Fueron los primeros combates de estudio . Más adelante, en el MOMENTO en que las cámaras permitieron la posibilidad de rodar en exteriores, se REGISTRARON numerosas veladas y campeonatos auténticos. De hecho, el cine fue responsable de que el Noble Arte viviera un extraordinario apogeo en las primeras décadas del siglo XX, ya que por entonces asumió un papel de medio de comunicación de masas que más adelante lo adoptaría la televisión.
Por supuesto, muchos cineastas enseguida apreciaron las posibilidades dramáticas del boxeo: el hombre lucha por abrirse paso en la vida e intenta llegar a lo más alto poniendo constantemente a prueba su valor y la fuerza de los puños. Y, COMOno podía ser de otra manera, comenzaron a surgir los primeros largometrajes dedicados al tema. Entre ellos, hay que destacar los estimulantes TRABAJOS de John Ford en Corazón intrépido (The Fighting Heart, 1925) y de Alfred Hitchcock en El ring (The Ring, 1927). Pero si la verdadera lucha del boxeador es épica y en muchas ocasiones dramática, TAMBIÉN surgieron quienes se atrevieron a apuntar sus posibilidades cómicas. Y ahí aparecieron los grandes genios del cine cómico, como Charles Chaplin con la adorable Luces de la ciudad (City Lights, 1931) o Buster Keaton convertido en El boxeador (Battling Butler, 1926).
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