Tengo que reconocer que la primera parte de mi última obra: La vida terrestre en cuestión. Por la Ciencia y la Biblia está desarrollada para que deban revisarla con detenimiento doctores en Ciencias; no obstante opino que el tema es tan grave que ya tendría que haberse realizado de forma oficial, aunque como está tan detallada y referida a textos de ciencias en uso universitario, un bachiller con dedicación detenida al desarrollo pudiera hacerlo.
Así que ha esta primera parte menos accesible, dedicaré en este foro algunas explicaciones aclaratorias, que quizás con el tiempo incluya en la obra para una segunda edición.
Los interesados en el cambio climático, se habrán dado cuenta que tanto la misma Nasa como Greenpeace están observando con inquietud, la ostensible disminución de los hielos en las zonas de ámbito polar.

La fusión siempre es un proceso endotérmico, o sea absorbe energía del medio, ahora de la atmósfera para el deshielo terrestre. ¿pero cuando los hielos disminuyan o se acaben?
La solidificación es un proceso exotérmico, o sea trasmite energía al medio; por el segundo principio de la termodinámica, no pudo ser la cesión a la atmósfera tuvo que ser al espacio. Desde luego que la Tierra sin atmósfera, en su inicio como planeta hubo de partir de la mitad de su superficie fría, como lo es el espacio
¿Qué hubo de ocurrir para la Tierra con atmósfera emitiese con normalidad tanta o más energía al exterior de la que recibe, al menos localmente? ¿Es evidente, ese fenómeno se ha producido en los polos y ámbitos polares, hemos sido nosotros los que hemos introducido una energía adicional que ha roto el equilibrio? Además para ello, hemos minimizado la fotosíntesis que evita en gran medida que la energía solar no se desarrolle como calor sensible en la atmósfera. Tanto o peor, resulta que variemos la composición o distribución química de la ionosfera disminuyendo la primera reflexión al espacio de la energía que nos envía el Sol; así como en la troposfera a nivel superficial creando CO2 que absorbe sensiblemente la que le llega.
Difícil será que podamos dar “marcha atrás”, para evitar el rápido aumento de la temperatura de la Tierra y el más acuciante de la atmósfera.
Es descorazonador dar una noticia de ámbito universal tan altamente deprimente como ésta. Desde luego, que no soy culpable de lo que la humanad haya realizado, sólo soy un observador; lo más sensato, que puedo hacer es que mi trabajo se difunda largo y tendido con rapidez, para tratar de corregirme si fuese errado, porque suelo cometer errores con facilidad: lo sé por lo mucho que los corrijo; sin más acaba de salir al público y ya encuentro uno en la página 40, línea 9ª desde el final, en vez de XVIII debe ser XV. La errrata es sólo mía, no tiene nada que ver la Editorial; trataré de hacerlo con cuantas pudieran existir en mis obras, que serían mías.
Tengo que concretar que la segunda parte de la referida obra, tres capítulos en concreto, contiene en desarrollo literal, toda reflexión que a mi entender trasmite más conocimiento trascendente, de cuantas compuse y acopie en mi vida.
Nada de alarde
s, de un pobre científico descubridor español, como soy, sin ayuda alguna aunque ya salimos de la Edad Media.
También hemos llegado a una tan crítica situación universal que nos cuestionamos de la siguiente forma: si no hay presente, no puede haber futuro: por lo tanto, sin más, sólo preocupa el día a día.
Gracias infinitas de los que en nuestro sacrificio todavía estamos, a los que lo dieron todo por lo que debían hacer por la vida en general, o sea lo que les dictó su corazón.
Gabriel Carretié González