Allá por los años cincuenta, un actor muy reconocido y admirado, apareció muerto en el caserón familiar, en la playa de Papudo.
Todos los diarios y revistas del corazón, dijeron; publicaron en sus noticias, que se había suicidado por un amor imposible...
Algunos aventuraban, que su muerte, era por otra actriz, casada ella, con el director de teatro más conspicuo del país.
Otros dijeron, que porque tenía una enfermedad de esas que son vergonzantes ( venéreas ) y que por eso no aguantó la presión familiar.
En fin.
El comisario Soto, le tocó en su guardia investigar """el dichoso""" muertito...
Porque, él ese día tenía el bautizo de su último hijo y no tenía ganas de ir a ver un """ fiambre""" y estar investigando, por qué un pituco estaba ahí ...muerto...yerto como una paleta de helados, justo en ese día.
¡¡¡Que mala suerte!!!
Se dijo a si mismo.
Cuando lo llamó desde Santiago el Prefecto de Investigaciones, sus palabras fueron perentorias...
¡¡Soto, Ud es el indicado para cerrar esta investigación!!...
Justo...justo... Cuando se iban a sentar a tomar las onces con sus amistades y para más, su mujer lo miró con una cara de pocos amigos...
¡¡¡Pero ahora te llama el jefe!!!!
Le dijo con una voz de urraca.
Así era la voz de su mujer...A él no le importaba. Porque, fuera de la voz chillona, tenía un cuerpo espectacular y no era una inhibida en la intimidad.
¡¡Si...le contestó!!...
Justo ahora.
Dale las explicaciones a los invitados y a la vuelta, si es que alcanzó con el tiempo, los saludo.
Y partió para el camino, que quedaba entremedio de los acantilados de Papudo, rumbo al caserón, que ya tenía fama, porque todos los habitantes habituales del balneario, decían que allí había un fantasma de una mujer, que ne las noches de luna llena lloraba.
¡¡Pavadas y estupideces de la gente!!! se dijo.
Mientras caminaba por el sendero...encendió un cigarrillo.
Vería con que se encontraba.
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