El hombre va medio encorvado, por el camino de tierra que lo lleva al pequeño pueblo de Laguna Verde. Los acantilados son muy peligrosos y él por esa razón camina despacito, el viento en esa zona ulula enfurecido, como si quisiera aventarlo por encima de las rocas hacia el mar.
De repente, empieza a escuchar unos gemidos lastimeros. Se detiene y agudiza el oído. Si, se escuchan a través del sonar de las hojas de los árboles de la orilla derecha, un sonido como si fuera un animal herido.
¡¡Valgame Dios!! se dice el hombre...
¿ Será uno de los aparecidos que dicen andan por esos andurriales?
Los gemidos se intensifican.
El hombre movido por la curiosidad, se va acercando al borde del acantilado. Allá abajo el mar embravecido forma espumas enormes al chocar contra las rocas.
Los gemidos aumentan de sonidos lastimeros.
El hombre que siempre anda con unas cuerdas, porque trabaja en pequeñas labores de mudanzas de mercadería en el Puerto de Valparaíso, se atreve a asomarse al borde.
¡¡¡Madre mía!! dice asustado.
Porque en el borde del abismo, hay una saliente de rocas y arbustos y allí hay un hombre que lo mira con ojos desorbitados.
De alguna manera, el hombre se hace de valor y enlaza con una de las cuerdas, al que esta en tamaña situación; este último se aferra a la cuerda y el otro va tirando desde arriba, hasta que consigue dejarlo a salvo en la orilla, entre arbustos y la tierra del camino.
¡Hombre!! ¿ Qué le ha pasado?
El otro,balbucea algunas palabras que no se entienden.
¡¡Ayudeme...Ayudeme!!
Así fue como el Olegario, obrero del Puerto encontró al Dr Meneses.
Sin más preámbulos Olegario, que a pesar de ser muy flaco, tiene mucha fuerza, agarra el cuerpo del lastimero y se lo echa al hombro y enfila para su casa en Laguna Verde.
¿ Que pensará mi mujer, se va diciendo a si mismo, cuando llegue con este futre ( caballero en chilensis ) al hombro?
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