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Tema: La Hija del Burgomaestre

  1. #1
    Forero inexperto Avatar de georgeone
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    Predeterminado La Hija del Burgomaestre

    —Perdóname para que Dios te perdone —dijo el verdugo siguiendo el viejo precepto.
    —Tu madre —contestó el reo, quien se ganó un coscorrón de inmediato por la impertinencia.

    Ambos estaban bastante escuchimizados. La chusma que presenciaba el acto tampoco estaba bien comida pues la hambruna era general, el lugar se encontraba en ese punto en el que no se ven palomas ni perros. Vociferaban casi por cumplir.

    Aquel día, como novedad, se ataría al condenado por las muñecas a un poste fijado en el suelo y por los tobillos a un tiro de dos mulas, de tal manera que el arrancamiento de brazos o piernas fuese una sorpresa y facilitara las apuestas. El verdugo debería hacer después un trabajo de serrado vulgar.

    La maricºnada se le había ocurrido el día anterior al burgomaestre quien era un abotargado y decadente funcionario coleccionista de enfermedades causadas por la dieta excesiva. Andaba de un lado para otro preocupado porque todo saliese como lo había pensado y resoplaba fatigado por los preparativos que ya se estaban alargando más de lo previsto:

    —Lo que faltaba. Por ahí viene mi hija corriendo como una loca. Que alguien la detenga, hombre...

    —Papá, si le matas me mato.
    —Pero cielo mío, si es por tu bien. Además qué le voy a decir a toda esta gentuza tan amable. No se puede interrumpir una ceremonia así como así, tengo mis responsabilidades...
    —¿Sí?, pues mira.

    Sacó un cuchillo, se lo clavó en el pecho y cayó al suelo muerta.
    Todos se apartaron sobresaltados formando un círculo bastante amplio a su alrededor. El burgomaestre se desmayó teatralmente, al uso de la época, mientras balbuceaba:

    —¿Cómo has podido, cómo has podido...?

    La multitud aprovechó la circunstancia, se arrojó sobre ella y comenzó a devorarla, así en crudo.
    La soldadesca repartía a base de bien pero no daba abasto.
    Una vez devorada la hija del burgomaestre, se restableció la calma entre el público y todos volvieron más o menos a sus sitios. Estaba buena.

    La hija del burgomaestre apareció corriendo como una loca:

    —Papá, si le matas me mato.
    —Otra vez no, hija mía. Te lo suplico.
    —¿Sí?, pues mira.

    Sacó un cuchillo, se lo clavó en el pecho y cayó al suelo muerta.

    —Dios mío, ¿cuántas veces tendré que pasar por esto?. No puedo más —lloriqueó el burgomaestre.

    La multitud cada vez más contenta con el espectáculo volvió a comerse a la hija del burgomaestre. Igual de buena estaba.
    A los soldados se les fue la mano con algunos que se devoraron también por pura inercia.

    Todos vitoreaban jubilosos:

    —¡Viva la hija del burgomaestre! ¡Viva! ¡Viva!

    La hija del burgomaestre apareció corriendo como una loca:

    —Papá, si le matas me mato.

    Al burgomaestre los mismos nervios le producían espasmos involuntarios.

    —Nnnng —dijo.

    Triunfante, la joven se dirigió hacia el reo y se colgó de su cuello llena de satisfacción.

    —¿Ves?, te lo dije cobardica. Odio a este hombre, huyamos.
    —Piensa que sigue siendo tu padre, deberías hacerle un poco de caso.
    —Luego te cuento.

    Se subieron en las mulas y se fueron al trote.
    La multitud, con reverencia, mostraba el culº al cielo.



    Un poco después...

    El burgomaestre se dirigió con su séquito hacia la única casa del centro del bosque. Todo el pueblo les iba detrás eufórico.

    —Derribad la puerta.
    —Excelencia, me gustaría señalaros que es bastante recia, a lo mejor llamando...
    —A este me lo ponéis en la cola de la picota para mañana, derribadla.

    Arremetieron contra la puerta con gran estruendo pero no se pudo, eran una birria de soldados.

    —Pashad, eshtá abierto —dijeron desde dentro.

    —Qué oscuro está esto... no os alejéis de mí... Sólo tú puedes tener la culpa, ¿me oyes bruja? ¡Apresadla!
    -Ilusos —dijo la gran verrugosa. Hizo un gesto desagradable con su dedo medio y los muros de la choza se corrieron hasta formar un estrecho y largo pasillo de medio metro de ancho, arrastrando con ello muebles y cacharrería hasta quedar todos en fila de a uno: la bruja, el burgomaestre encajado sin respiración casi y los demás detrás de él pisoteándole para tratar de cumplir su orden.
    —¡Basta!, ¡dejad de empujar, hooombre!... Señora, ha debido haber algún malentendido, os ruego que toméis en consideración que el despreciable ser que os habla está prendado de vuestra hermosura y que el amor que os profesa le hace perder la cabeza y comportarse con la ligereza de un muchacho atolondrado. Tan sólo pretendía raptaros, huir con vos y buscar un lugar recoleto donde abriros mi corazón. Os ruego que todo vuelva a su ser para poder admiraros como una dama de vuestra categoría merece. Palomita.
    —¿Y lo de bruja qué?
    —Pi...ruja, dije Piruja, vuestro exquisito nombre, ya no sé si lo digo o digo Dios cuando lo digo.
    —Ha shido preciosho, a lo Dámasho pero preciosho —dijo la desdentada bruja—. Eshtá bien, tenéish gushto jovencito —dijo también y entró en éxtasis con los ojos en blanco.
    —Las paredes... Mi dueña.
    —¡Ah! shí. —Introdujo el dedo de antes en su nariz y los muros volvieron a ocupar su lugar con estrépito.

    —¡Apresuraos, matadla!

    La hija del burgomaestre apareció corriendo como una loca:

    —Papá, si la matas me mato.

    Se interpuso entre él y la vieja protegiéndola.

    —¡Mi niña!, ven aquí con papá. Precisamente ahora íbamos a salir a buscaros a ti y a tu novio.
    —¿Qué novio? No trates de desviar la conversación, a mi no me la das. Si la matas me mato.
    —Nadie va a hacer eso, cómo puedes pensar algo así de papá, anda ven... Ahora vamos a salir todos de aquí, vamos a dejar a esta señora tranquila con sus potingues y nos vamos a ir a merendar eso que tanto te gusta.

    —En cuanto salgamos mi hija y yo os cargáis a la vieja —susurró con disimulo el burgomaestre al oído del soldado más cercano.
    —¡Lo he oído! Si la matas me mato.
    —Déjame a mí —dijo la bruja Maruja—, eshte montón de shebo she arrepentirá de eshto—. Sacó un cuchillo, se lo clavó en el pecho y cayó al suelo muerta.

    Rebosante de alegría, la hija del burgomaestre sacó un cuchillo, se lo clavó en el pecho y cayó al suelo muerta.

    La bruja daba un poco de repugnancia pero la hija del burgomaestre lucía apetitosa así que fue devorada con presteza por la alegre turba que entró por puertas y ventanas. Qué rica.

    El burgomaestre tarareaba canciones infantiles con la mirada perdida y se cogía la lengua con los dedos distraído.



    Más tarde...

    El burgomaestre había caído en un estado febril en el que llevaba sumergido casi tres días. Deliraba en su lecho, había terminado por ceder. Ver morir a la hija de uno varias veces al día y contemplar cómo la devora una multitud famélica no hay cuerpecillo que lo resista. Gordura y disgustos no casan con salud.

    —Hija mía, he transigido con todos tus caprichos, he bendecido tu relación con ese cretino novio tuyo, he interrumpido todas las ejecuciones, he cambiado los uniformes de los de las mazmorras por los que tú diseñaste, he hecho empapelar las paredes del consistorio con tu color favorito, he cumplido con todas tus exigencias... y con las de tu madre... y etcétera, etcétera, etcétera. ¿Cuántas veces has muerto ya este mes? No hagas sufrir más a este viejo que se muere.
    —Déspota, lo que pasa es que no me quieres.
    —¡Maldita sea, sujetadme que la mato!...

    La hija del burgomaestre apareció corriendo como una loca:

    —Papá, si me matas me mato.

    Se interpuso entre él y ella misma protegiéndola.

    —¡Dadme el hacha!
    —¿Sí?, pues mira.

    Sacó un cuchillo, se lo clavó en el pecho y cayó al suelo muerta.

    —¡Dadme el hacha de una vez!

    La hija del burgomaestre apareció corriendo como una loca:

    —Papá, si me matas me mato...

    Aquel día estuvo suicidándose cerca de seis horas, una vez tras otra, simplemente para que su padre rabiara. Era de carácter firme... El mismo tiempo que estuvo intentando matarla su padre que también era bastante cabezón. Los ujieres acabaron agotados de arrojar cadáveres de la hija del burgomaestre por los balcones que daban a la plaza. El regocijo del populacho era superlativo.

    Este particular modo de quererse entre padre e hija se estuvo repitiendo, con ligeras variaciones, a lo largo de las semanas siguientes por lo que, al poco tiempo, el hambre comenzó a remitir. Todo el mundo contaba con reservas de hija del burgomaestre en sus despensas.

    Y así, con la desaparición total de la gazuza, la prosperidad volvió a la localidad, comenzaron a renacer las artes, las ciencias y las cosas de ese estilo y dejó de hacer frío.



    Quizá haya sido demasiado castigo, por favor, no me lo tengáis en cuenta.

    Abrazos reiterativos para todos. Hasta pronto.

  2. #2
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    Predeterminado Re: La Hija del Burgomaestre

    Parece que al Burgomaestre en su alucinación, le aflora la culpabilidad. ¿Será por cuanto la chusma no le dejó bocado para probar lo buena que estaba su hija?. jajaja

    Algo sádico, el Burgomaestre.
    Saludos de Avicarlos.

  3. #3
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    Predeterminado Re: La Hija del Burgomaestre

    jajajajajajajajajaja Si de humor negro se trata eres un AS... georgeone.

    Pues hombre, que de la hija apetitosa, me he perdido el banquete, pero para la próxima estaré presente.

    Como soy fana de la serie The walking died, se me ha pegado un poco, esto de comer muertitos jejejejejejeje

    Quizás este tiernita, la hija del """guatón""" ( gordo en chilensis ) del burgomaestre, entienda por fin este, que los cariños y amores son a veces canibalismo puro...jejejejejejeje

    Felicitaciones ...y te seguimos leyendo....georgeone.

    Saludos y saludines.

  4. #4
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    Predeterminado Re: La Hija del Burgomaestre

    El humor negro desde luego no es lo mío. Reconozco que está escrito muy bien, y me ha recordado así de ramalazo la novela EL PERFUME...que por cierto el final me dejó con la boca abierta.

  5. #5
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    Predeterminado Re: La Hija del Burgomaestre

    Georgeone: Ya que has comenzado ¿no continúas?. !Ánimo, que estamos sedientos de novedades! ( aunque nos desplomemos en el intento)

  6. #6
    Forero inexperto Avatar de georgeone
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    Predeterminado Re: La Hija del Burgomaestre

    Gracias, gracias...

    Si aparece en una peli un marciano vestido de andaluza subido en un platillo volante decorado con cuadros escoceses estamos dispuestos a creer que es así y pasar por alto sin mucho esfuerzo lo imposible de tal cosa, siempre y cuando no se vea el mecanismo del que cuelga el platillo y no se note que el marciano lleva una mano metida por detrás.

    Por paradójico que pueda parecer: cuanto más extraña, estrambótica e irreal es una situación imaginada, de más veracidad y rigor necesita.

    Por parte de todos.

    Fijaos en que en este cuentecito se llega al extremo de no dar explicación alguna sobre el porqué está sucediendo lo que sucede. El hecho es que, simple y llanamente, sucede. La causa importa un pitº, para qué perder el tiempo en buscarla si lo que realmente importa es que sucede. Suceda lo que suceda, sucede. Y sucede porque quien lee admite que lo que no puede suceder sucede. Y en esto no tiene parte el cuentista, aunque sea el culpable.

    Cuanto menos puntos de apoyo se ofrecen al sufrido lector, más baila su imaginación para completar lo que le falte. O lo que necesite. Ya se encarga él de añadir la coherencia que precise para sí. Así somos, es de lo más bonito.

    Generosos.

    Algún día se me van a volatilizar los cuentos de puro mínimos y no me va a quedar otra que intentar pasarme a las poesías. Y me quedaré enganchado con el primer verso... Qué pedazo de vago.

    Abrazos efribadi.


    PIT0, PIT0, PIT0, PIT0, PIT0, PIT0, PIT0, PIT0, PIT0...

  7. #7
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    Predeterminado Re: La Hija del Burgomaestre

    **** COLORITO...¿DONDE VAS? A LA ACERA VERDADERA...( las estrellitas son las equivalentes al silbato que toca el referí ¿?¿?¿?¿?)
    ¡¡¡¡Pim pom ...fuera!!!!

    Eran las frases, de cuando era muy chica y me colaba a jugar con mis primos y los ahijados de la tía Mary. Me acuerdo de la frase...Que además desencadenaba una estampida, porque el que se quedaba ...."" la llevaba"" y era el que tenía que perseguir a los demás.

    Juegos de la niñez coloridos porque... Sí no'má...
    Saludos georgeone... Te seguimos leyendo...Tus relatos son muy buenos, para no sólo leerlos....sino para dejar """"volar """las propias letras.
    Porque SI....jejejejejeje
    Buenas ondas para tiiiiiii




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