Le ruego, nuevamente, que no me haga repetirme como se repite usted. Ya hablamos de esto en otro tema sin que trajese otra cosa que palabrería. Desatiende lo que dice diciendo que ya lo decían Aristóteles, Descartes, Kant, o Hegel; habla más sin decir nada distinto, se repite sin aportar nada. Ni Aristóteles, ni Descartes, ni Kant, ni Hegel decían lo que dice usted; usted usa sus términos sin ponerlos en la misma relación, usa sus términos dejándolos sin nada; se queda en sus palabras sin nada que decir.
La afirmación “yo es” se va por donde viene, todo queda igual; otra cuestión sería la de que “yo fuese tal" o "cual", "éste", "ese", o "el otro", la manifestación del mismo “yo” en todos mediante una relación interna que los remita al concepto que los espera y del que dependen. Y, por favor, no haga uso de lo que le critico. Quien critica su alineamiento a las palabras soy yo; usted se ha sumado a esa misma idea que no es suya ni veo que sepa qué descansa en ella; use mis argumentos para criticarlos, no para apropiarse de ellos.
Hablo de un “yo” del que pueda hablar con claridad y distinción, lo reafirmo "determinándolo"; hablo de un “yo” que pueda pensar, una experiencia íntima tan común que siempre nos acompañe (*), que su presencia sea algo con lo que se está en desventaja y, por tanto, aparezca sin, acaso, pedir permiso. Sin embargo, no es su Yo, ¡de ninguna manera!
Ya dije que cuestionar la idea del “yo” pudiera parecer innecesario, que fuese una intuición inmediata que no reclamase figuras para ella (**). El “yo” del que hablo es una figura pensada, un problema, una idea elaborada con un fin, no una idea potencial como "cosa en sí", un secreto que guarde cada cual en sus adentros, un ámbito superficial de interioridad (***). La cosa en sí no es un comodín del que servirse para alargar algo sin decir nada; muy al contrario, la cosa en sí es un problema negativo de términos teoréticos que todavía no están disponibles; es una idea especulativa que no se puede usar fuera de la legalidad para la que ha sido pensada.
Es significativo que se agarre a términos como sustancia, mente, cosa en sí, y espíritu como si no fuesen intermedios, ideas de otras cosas; como si dichos términos no tuviesen una problemática filosófica detrás; no son términos definidos que pueda usar si no respeta a qué se ciñen, su régimen.
(*) Cuando hablo de intimidad y sentimientos no hablo de otra psicología que una psicología pura, la generalidad de la que los vivientes dependen, un ámbito conceptual del que no se puede hacer uso sin haber recorrido ciertos problemas y capas de la conciencia. Podría usar el término psicología descriptiva en lugar de psicología pura; es indiferente. La cuestión está en cómo hacer que los términos que componen la psicología quepan en el mismo sitio que hay disponible para ellos; que, dicho de otra forma, no queden sueltos. No use mis mismos términos si no sabe de dónde los he sacado; no se confunda, no estamos a lo mismo.
(**) El conocimiento intuitivo es una fase cognoscitiva ingenua sin otros problemas que los que tiene delante de las narices.
(***) Insisto de nuevo en el problema del uso indeterminado de las categorías negativas. Se pretende hacer uso de ellas indiferentemente, que queden como si no se hubiesen tocado y como si no tuviesen coste alguno. Semejante negatividad es una experiencia inteligible, un espacio del pensamiento neutro, por tanto, sin preferencias, una experiencia pensable que no va atada a ninguna sensibilidad, una sensibilidad sin sensibilidad; la extensión de lo inteligible y la inteligilibilidad son puestas a la misma altura que la experiencia sensible, como si lo inteligible y lo sensible tuviesen el mismo peso y ocupasen el mismo lugar.
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