“Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre [...] del espíritu santo.” (MATEO 28:19.)
EN EL año 29 de nuestra era común Juan el Bautizante estuvo activo en Israel preparando el camino para el Mesías, y durante su ministerio anunció algo nuevo acerca del espíritu santo. Por supuesto, los judíos ya sabían lo que las Escrituras Hebreas decían acerca del espíritu. No obstante, quizás se hayan sorprendido cuando Juan dijo: “Yo, por mi parte, los bautizo con agua a causa de su arrepentimiento; pero el que viene después de mí [...] los bautizará con espíritu santo”. (Mateo 3:11.) ‘Bautismo con espíritu santo’ era una expresión nueva.
2 El que venía era Jesús. Durante su vida terrestre Jesús en realidad no bautizó a nadie con espíritu santo, aunque sí habló del espíritu en muchas ocasiones. Además, después de su resurrección se refirió al espíritu santo de otra manera nueva. Dijo a sus discípulos: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”. (Mateo 28:19.) La expresión “en el nombre del” significa “en reconocimiento del”. El bautismo en agua en reconocimiento del Padre, del Hijo y del espíritu santo habría de ser diferente del bautismo en espíritu santo. También era una expresión nueva relacionada con el espíritu santo.
Bautizados en espíritu santo
3 En cuanto al bautismo en espíritu santo, Jesús prometió a sus discípulos poco antes de su ascensión: “Serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”. (Hechos 1:5, 8.) Poco después esa promesa se cumplió. Descendió espíritu santo sobre unos 120 discípulos reunidos en un aposento alto en Jerusalén cuando Jesús, desde el cielo, efectuó sus primeros bautismos en espíritu santo. (Hechos 2:1-4, 33.) ¿Qué resultado tuvo esto? Los discípulos llegaron a ser parte del cuerpo espiritual de Cristo. Como explica el apóstol Pablo, “por un solo espíritu todos [fueron] bautizados para formar un solo cuerpo”. (1 Corintios 12:13.) A la misma vez, fueron ungidos para ser futuros reyes y sacerdotes en el Reino celestial de Dios. (Efesios 1:13, 14; 2 Timoteo 2:12; Revelación 20:6.) El espíritu santo también sirvió como sello inicial y muestra de aquella gloriosa herencia futura, pero eso no fue todo. (2 Corintios 1:21, 22.)
4 Unos años antes Jesús había dicho a Nicodemo: “A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios. [...] A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Juan 3:3, 5.) Ahora 120 humanos habían nacido de nuevo. Mediante espíritu santo, habían sido adoptados como hijos espirituales de Dios, hermanos de Cristo. (Juan 1:11-13; Romanos 8:14, 15.) Todas estas actividades del espíritu santo son, a su manera, más maravillosas que milagros. Además, a diferencia de los milagros que sucedían una sola vez, el espíritu santo no cesó después de la muerte de los apóstoles, sino que ha seguido activo de esta manera hasta nuestros mismos días. Es un privilegio para los testigos de Jehová el tener entre sí a los últimos miembros del cuerpo de Cristo bautizados por espíritu, y estos sirven de “esclavo fiel y discreto” para proveer alimento espiritual al tiempo apropiado. (Mateo 24:45-47.)
Bautizados “en el nombre del [...] espíritu santo”
5 Pero ¿qué se puede decir del prometido bautismo en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo? Aquellos primeros discípulos que fueron bautizados en el espíritu no experimentaron ese bautismo en agua. Ya habían recibido el bautismo en agua de Juan, y puesto que en aquel tiempo en particular aquello era acepto a la vista de Jehová, no tuvieron que volver a bautizarse. Pero en el Pentecostés de 33 E.C. una gran muchedumbre de almas sí recibió el nuevo bautismo en agua. ¿Cómo sucedió esto?
6 El bautismo de los 120 en espíritu santo había sido acompañado por un ruido fuerte que atrajo a muchedumbres. Estas quedaron pasmadas al oír a los discípulos hablar en lenguas, es decir, en idiomas extranjeros que los presentes podían entender. El apóstol Pedro explicó que este milagro era prueba de que el espíritu de Dios había sido derramado por Jesús, quien había sido levantado de entre los muertos y ahora estaba sentado a la diestra de Dios en el cielo. Pedro animó así a sus oyentes: “Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero”. Entonces concluyó diciendo: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo”. Unas 3.000 almas respondieron favorablemente. (Hechos 2:36, 38, 41.)
7 ¿Puede decirse que aquellas personas se bautizaron en el nombre (en reconocimiento) del Padre, del Hijo y del espíritu santo? Sí. Aunque Pedro no les dijo que se bautizaran en el nombre del Padre, ya reconocían a Jehová como el Señor Soberano, puesto que eran judíos naturales, miembros de una nación dedicada a Él. Pedro sí dijo: ‘Bautícense en el nombre del Hijo’. Así que su bautismo indicó que reconocían a Jesús como Señor y Cristo. Ahora eran sus discípulos y aceptaban que desde entonces en adelante el perdón de pecados venía mediante él. Finalmente, el bautismo fue en reconocimiento del espíritu santo, y ellos se sometieron a él en respuesta a la promesa de que recibirían el espíritu como dádiva gratuita.
8 Los que se bautizaron en agua el día del Pentecostés de 33 E.C. también fueron bautizados en el espíritu cuando se les ungió como futuros reyes y sacerdotes en el Reino celestial. Según el libro de Revelación, hay solo 144.000 de ellos. De modo que los que son bautizados en espíritu santo y finalmente ‘sellados’ como herederos del Reino ascienden a solo 144.000. (Revelación 7:4; 14:1.) Sin embargo, todos los nuevos discípulos —prescindiendo de su esperanza— se bautizan en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo. (Mateo 28:19, 20.) Entonces, ¿qué implica para todos los cristianos —sean del “rebaño pequeño” o de las “otras ovejas”— el bautismo en el nombre del espíritu santo? (Lucas 12:32; Juan 10:16.) Antes de contestar eso, notemos algunas actividades del espíritu en la era cristiana.
El fruto del espíritu
9 Una actividad importante del espíritu santo es que nos ayuda a desarrollar personalidades cristianas. Es cierto que, debido a la imperfección, no podemos evitar el pecado. (Romanos 7:21-23.) Pero cuando nos arrepentimos sinceramente Jehová nos perdona sobre la base del sacrificio de Cristo. (Mateo 12:31, 32; Romanos 7:24, 25; 1 Juan 2:1, 2.) Además, Jehová espera que luchemos contra nuestra tendencia a pecar, y el espíritu santo nos ayuda en esa lucha. “Sigan andando por espíritu —dijo Pablo—, y no llevarán a cabo ningún deseo carnal.” (Gálatas 5:16.) Pablo pasó a mostrar que el espíritu puede producir en nosotros las mejores cualidades. Escribió: “El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. (Gálatas 5:22, 23.)
10 ¿Cómo hace posible tal fruto en el cristiano el espíritu? Esto no sucede automáticamente solo porque seamos cristianos dedicados y bautizados. Tenemos que esforzarnos al respecto. Pero si nos asociamos con otros cristianos que despliegan esas cualidades, si oramos a Dios para que su espíritu nos ayude a desarrollar ciertas cualidades, si evitamos las malas compañías y estudiamos la Biblia en busca de consejo y buenos ejemplos, entonces el fruto del espíritu crecerá en nosotros. (Proverbios 13:20; 1 Corintios 15:33; Gálatas 5:24-26; Hebreos 10:24, 25.)
Nombrados por espíritu santo
11 Al dirigirse a los ancianos de Éfeso, Pablo introdujo otra actividad del espíritu santo cuando dijo: “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo”. (Hechos 20:28.) Sí, los superintendentes o ancianos de congregación son nombrados por espíritu santo. ¿En qué sentido? En el sentido de que los ancianos nombrados tienen que satisfacer los requisitos que se presentan en la inspirada Biblia. (1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9.) Pueden desarrollar esas cualidades solo con la ayuda de espíritu santo. Además, el cuerpo de ancianos que recomienda a un nuevo anciano ora por guía de espíritu santo para discernir si este satisface o no los requisitos. Y el nombramiento mismo se hace bajo la supervisión del esclavo fiel y discreto, que tiene la unción del espíritu.
Sigamos la guía del espíritu
12 Los cristianos reconocen que las Santas Escrituras se escribieron bajo la influencia de espíritu santo. Por eso ahondan en ellas en busca de la sabiduría inspirada por espíritu, como lo hicieron los testigos de Jehová de tiempos precristianos. (Proverbios 2:1-9.) Las leen, meditan sobre ellas y permiten que guíen su vida. (Salmo 1:1-3; 2 Timoteo 3:16.) Así el espíritu les ayuda a ‘escudriñar las cosas profundas de Dios’. (1 Corintios 2:10, 13; 3:19.) El guiar así a los siervos de Dios es una actividad importante del espíritu de Dios en nuestros días.
13 Además, en el libro de Revelación, Jesús ya resucitado envió mensajes a siete congregaciones de Asia Menor. (Revelación, capítulos 2 y 3.) En ellos reveló que había inspeccionado a las congregaciones y discernido cuál era su condición espiritual. Halló que algunas estaban dando un excelente ejemplo de fe. En otras los ancianos habían permitido que el sectarismo, la inmoralidad y la tibieza corrompieran al rebaño. Con la excepción de unas cuantas almas fieles, la congregación de Sardis estaba muerta en sentido espiritual. (Revelación 3:1, 4.) ¿Cómo se encargó Jesús de aquellas dificultades? Con el espíritu santo. Al dar consejo a las siete congregaciones, el mensaje de Jesús concluyó en cada caso con la expresión: “El que tenga oído, oiga lo que el espíritu dice a las congregaciones”. (Revelación 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22.)
14 Hoy también Jesús inspecciona a las congregaciones. Y cuando discierne que hay dificultades, todavía se encarga de ellas mediante espíritu santo. El espíritu puede ayudarnos a reconocer y vencer las dificultades directamente mediante nuestra lectura de la Biblia. También podemos recibir ayuda mediante la literatura bíblica que publica el esclavo fiel y discreto ungido por espíritu. O puede ser que la ayuda venga de los ancianos nombrados por espíritu en la congregación. Sea cual sea el caso, sea que el consejo se dé a individuos o a la congregación en conjunto, ¿prestamos atención a estas palabras de Jesús: “El que tenga oído, oiga lo que el espíritu dice”?
El espíritu y la obra de predicar
15 En cierta ocasión, mientras Jesús predicaba en una sinagoga de Nazaret, indicó otra actividad del espíritu. El registro nos dice: “Abrió el rollo y halló el lugar donde estaba escrito: ‘El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos, para despachar a los quebrantados con una liberación’. Entonces comenzó a decirles: ‘Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír’”. (Lucas 4:17, 18, 21; Isaías 61:1, 2.) Sí, Jesús fue ungido por espíritu santo para predicar buenas nuevas.
16 Poco antes de su muerte, Jesús predijo que sus seguidores efectuarían una magnífica campaña de predicar. Dijo: “En todas las naciones primero tienen que predicarse las buenas nuevas”. (Marcos 13:10.) Estas palabras tuvieron un cumplimiento inicial en el primer siglo, y el espíritu santo desempeñó un papel notable. Fue espíritu santo lo que dirigió a Felipe a predicar al eunuco etíope. Espíritu santo dirigió a Pedro a Cornelio, y espíritu santo dirigió los asuntos para que Pablo y Bernabé fueran enviados como apóstoles desde Antioquía. Después, cuando Pablo quiso predicar en Asia y en Bitinia, espíritu santo de algún modo se lo impidió. Dios quería que la testificación pasara a Europa. (Hechos 8:29; 10:19; 13:2; 16:6, 7.)
17 Hoy también hay espíritu santo profundamente implicado en la obra de predicar. En otro cumplimiento de Isaías 61:1, 2 el espíritu de Jehová ha ungido a los hermanos de Jesús para que prediquen. En el cumplimiento final de Marcos 13:10 estos ungidos, con la ayuda de la gran muchedumbre, de hecho han predicado las buenas nuevas en “todas las naciones”. (Revelación 7:9.) Y el espíritu los apoya a todos en esto. Como en el primer siglo, abre territorios y guía el progreso general de la obra. Fortalece a individuos y les ayuda a vencer la timidez y a desarrollar sus aptitudes de enseñanza. Además, Jesús dijo a sus discípulos: “Los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa, para un testimonio a ellos y a las naciones[.] Sin embargo, cuando los entreguen, no se inquieten acerca de cómo o qué han de hablar [...], porque los que hablan no son únicamente ustedes, sino que el espíritu de su Padre habla por ustedes”. (Mateo 10:18-20.)
18 En el libro de Revelación la Biblia recalca de nuevo la participación del espíritu santo en la obra de predicar. Ahí el apóstol Juan informa: “Y el espíritu y la novia siguen diciendo: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que oiga, diga: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida”. (Revelación 22:17.) La novia, representada por los restantes de los 144.000 que todavía están en la Tierra, invita a todos a tomar gratis del agua de la vida. Pero note que el espíritu santo también dice: “¡Ven!”. ¿Cómo?
19 En el sentido de que el mensaje que predica la clase de la novia —ayudada hoy por la gran muchedumbre de otras ovejas— proviene de la Biblia, escrita bajo influencia directa de espíritu santo. Y ese mismo espíritu ha abierto el corazón y la mente de la clase de la novia para que entienda la Palabra inspirada y la explique a otros. Los que se bautizan como nuevos discípulos de Jesucristo se deleitan en tomar gratis del agua de la vida. Y les emociona cooperar con el espíritu y la novia al decir “¡Ven!” a más personas. Hoy más de 4.000.000 de personas participan con el espíritu en esa obra.
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